Japón vive la tragedia de un nuevo gran temblor de tierra mientras contiene el aliento sobre la amenaza de un gran tsunami derivado del terremoto, que ha alcanzado 7,4 grados, y se ha dejado notar a primeras horas de la tarde del Año Nuevo (ocho de la mañana en España). Las olas ya están llegando a las costas mientras las prefecturas de Yamagata, Niigata Kaminakagetsu, Sado, Toyama, Fukui y Hyogo se encuentan especialmente en alerta, ya que allí está previsto el oleaje más fuerte, con episodios de tres metros de altura, así como en Ishikawa, donde se espera la entrada de olas de cinco metros. Miles de ciudadanos se han dirigido a las zonas altas del país, mientras el Gobierno comienza a informar de los daños producidos por el desastre, aunque no ha emitido un balance de posibles víctimas mortales.
El movimiento telúrico ha desencadenado una sucesión de temblores aproximadamente durante una hora, desconcertando a una población que se ha echado a las calles en masa y que a estas horas lucha contra las bajas temperaturas. «Hemos salido con lo puesto, pero tenemos miedo de volver a casa por las réplicas», cuenta la propietaria de un restaurante en la ciudad de Wajima, en la prefectura de Ishikawa, la más afectada por el momento. A los efectos del terremoto, que ha hecho caer una decena de edificios, se suman los incendios que se han cebado en una barriada y mantienen en jaque a los bomberos. El epicentro se ha localizado en la región de Noto. El Gobierno confirma que 30.000 hogares están sin luz y que las grietas han cortado al menos dos autopistas y varias carreteras.
Muchos ciudadanos que han tratado de escapar en sus vehículos han debido abandonarlos en la calzada y continuar su huida a pie. Eiichi, una ceramista de 72 años residente en Suzu, relata en el ‘Asahi Shimbun’ que «estábamos viento la televisión cuando llegó el seismo. Los largos temblores horizontales y verticales continuaron durante varios minutos y pensamos que la casa se vendría abajo, así que salimos fuera. Pude ver a familias corriendo con personas mayores a cuestas. Algunas carreteras estaban intransitables por los destrozos. Las réplicas continúan intermitentemente y no hay información sobre el tsunami. Estoy insoportablemente ansiosa».
El Gobierno está concentrado en organizar un caos que se extiende a los ferrocarriles, muchos de ellos paralizados, y los aeropuertos. Japan Airlines ha cancelado nueve vuelos en las terminales de Komatsu y Niigata y All Nipon Airways ha reducido su operatividad a cuatro ciudades japonesas. Los trabajadores de Jetstar Japón, que tenían programada una huelga hasta el 7 de enero, han decidido suspenderla y reanudar su trabajo con el fin de asistir a la población.
El primer ministro, Fumio Kishida, señaló que se ha instalado un centro de gestión de la crisis y ha seguido instando a los japoneses a «continuar siendo extremadamente cuidadosos ante los fuertes terremotos». A quienes todavía no han abandonado «las áreas donde se esperan tsunamis, les pido que evacuen lo antes posible». Los servicios de emergencia han contabilizado decenas de heridos, mientras admiten que el balance de la catástrofe puede empeorar significativamente ya que se sabe que hay personas enterradas o atrapadas debajo de los edificios. Los bomberos trabajan desesperadamente por rescatar a seis vecinos de Noto que han dado señales de encontrarse con vida bajo los escombros de un inmueble.
«Cuando salí corriendo de casa de mis padres», relata un vecino de la ciudad de Itoigawa, en la prefectura de Niigata, «el tren elevado Hokuriku Shinkansen temblaba ruidosamente frente a mí. Nos metimos en mi coche y esperamos. Mi hermano y mi sobrina se abrazaron y se agacharon. Miré dentro de la casa a través de la puerta abierta. Parte de la pared se había derrumbado. Los escombros estaban esparcidos por el suelo. La televisión funcionaba y de inmediato escuché a un periodista gritar: ‘Se acerca un tsunami’». Otro afectado, Maiko Hashimoto, gerente del Tabino Hotel Sado, situado en la misma región, ha contado al ‘Asahi Shimbun’ cómo «el temblor ha sido tan violento que no era posible soportarlo. Me tiré al suelo y de inmediato se disparó la alarma de terremoto en mi móvil. Todo se movía una y otra vez, y se sintió más largo que el Gran Terremoto del Este», en alusió al formidable seismo de 9 grados de intensidad que azotó la costa noroeste de Japón el 11 de marzo de 2011 y desencadenó olas de diez metros que mataron a casi 16.000 personas.
El epicentro del temblor se ubica en la prefectura de Ishikawa, situada en el centro de la isla de Honshu, la principal del país, frente a la costa del mar de Japón. Las primeras olas, con una altura de 1,20 metros aproximadamente han llegado ya a la ciudad de Wajima, unos 500 kilómetros al oeste de Tokio, según informa la cadena de radiotelevisión pública NHK, cuyos presentadores han instando a gritos a la población a que se alejen de las costas y vayan a zonas elevadas.
El Gobierno ha confirmado que no se han producido daños en ninguna planta nuclear. El secretario jefe del gabinete, Yoshimasa Hayashi, ha informado de que «actualmente estamos confirmando los daños a personas y propiedades. Se ha confirmado que no hay anomalías en la central de Shiga ni en otras plantas nucleares», aunque los técnicos de las agencias mantienen una monitorización constante de todos los reactores.

Soy William Abrego, me uní como ejecutivo de SEO y me abrí camino hasta el puesto de Gerente Asociado de Marketing Digital en 5 años en Prudour Pvt. Ltd. Tengo un conocimiento profundo de SEO en la página y fuera de la página, así como herramientas de marketing de contenido y diferentes estrategias de SEO para promover informes de investigación de mercado y monitorear el tráfico del sitio web, los resultados de búsqueda y el desarrollo de estrategias. Creo que soy el candidato adecuado para este perfil ya que tengo las habilidades y experiencia requeridas.
Enlace de origen : «La pared de casa se cayó y un periodista en la televisión comenzó a gritar 'se acerca un tsunami'»