‘El Abuelo’ llena de júbilo las calles de Orihuela

‘El Abuelo’ llena de júbilo las calles de Orihuela

Miércoles, 27 de marzo 2024, 22:53

«Alégrate Orihuela. Yo soy tu protector». Así reza la placa que precede la salida del patrón de la ciudad de su templo en el convento de Santa Ana. Y no le falta razón. ‘El Abuelo’ volvió a llenar este Miércoles Santo de júbilo el corazón de los oriolanos en la estación penitencial de la mayordomía de Nuestro Padre Jesus. Un río de gente jalonó las calles de los barrios más castizos de la capital de la Vega Baja para ver, hasta con lágrimas en los ojos, el emocionante momento en el que la talla de Sánchez Lozano se reencontraba con su amado pueblo.

Ya desde primera hora de la mañana, las gemelas anunciaban con su grave silvo que la otrora Venerable Orden Tercera salía a las calles. Al alba, la alameda del barrio de San Francisco era un bullir de devotos y penitentes en la tarde grana. Todos con la esperanza de que por el umbral del templo apareciera la imagen de Nuestro Padre Jesús. Con el sitio y la silla plantada desde bien pronto, la espera se hizo larga hasta que, pasadas las 19.00 horas, el trono salía con toda solemnidad sobre los sones del himno de España.

A cada metro, una multitud entregada y enfervorecida se apelotonaba en las aceras al paso del Nazareno. Todos ellos cautivados por el rostro de sufrimiento, pero también de compasión y cariño que año tras año corrobora a la talla del maestro José Sánchez Lozano como la que despierta más pasiones y que la ratifica como señor y benefactor al que ruega y reza buena parte de la comarca.

La procesión huertana por excelencia enfiló los jardines de los franciscanos para atravesar el barrio de Capuchinos en compañía de La Convocatoria y de las imágenes de San Juan Evangelista, la Virgen de la Amargura y ese magnífico Cristo de la Agonía que solo podía haber pasado por las prodigiosas manos del imaginero entre los imagineros, las del murciano Francisco Salzillo. Una talla, además, que ya espera el regreso de su arrancada hermana, la Magdalena, desaparecida en la Guerra Civil y que será reproducida por los hermanos Martínez Cava.

La anécdota del recorrido la protagonizó un breve apagón. Al paso de la escolta de Armaos, las farolas fundían en negro ante la estupefacción del público congregado junto a la plaza de Capuchinos y su inconfundible monumento al Oriol. Por suerte, la luz hubo de volver pronto y nada más deslució el popular desfile.

A la llegada de Nuestro Padre Jesús al santuario, no pocos echaron en falta aquellos años en los que se brindaba al patrón una saeta, pero la presencia en sí de su figura ya bastó para erizar pieles y cabellos a todo sentido nazareno. Algunas personas incluso no podían resistirse a acercarse lo máximo posible a la venerada talla. Y, como siempre, la Policía les retuvo y ensanchó el cordón para que la fervorosa multitud no entorpeciera la difícil y siempre delicada maniobra de girar el trono frente a la puerta del santuario.

Cara al pueblo

La Marcha Real volvió entonces de nuevo a sonar para armonizar una entrada sin duda triunfal y, por primera vez, con Nuestro Padre Jesús mirando cara al pueblo. Ya recogido, ‘El Abuelo’ encontró el templo algo escaso de tronos, imágenes e insignias. Pero el panorama cambiará pronto. Esta misma noche el patrón recibe a los pasos de la Santa Cena y El Lavatorio. La lluvia, para goce de los cofrades y de todos los oriolanos, ya no amenaza con aguar más procesiones.

Con los portones cerrados, la fiesta se hizo intramuros y nazarenos y simpatizantes de la ilustre mayordomía pudieron quedar satisfechos de un trabajo muy logrado. El Viernes Santo, en la procesión general, los oriolanos podrán volver a sentir cerca a Nuestro Padre Jesús y, al término del cortejo, darle al patrón su último baile frente al Ayuntamiento.

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