
La ermita mayor del monte Calvario abrió anoche sus puertas para el traslado del Cristo de la Misericordia hasta la iglesia del Carmen. La del Miércoles Santo es noche de penitencia, mutismo sepulcral, pies descalzos, oscuridad y oración. A la salida del Crucificado a hombros de ocho de los 44 encapuchados Hermanos del Socorro, una saeta quebró el silencio y en el espacio resonó el quejío profundo del cantaor Antonio Coronel.
«Llevo 25 años y me pongo igual de nervioso que el primer día», relata Diego Guillén, oficial de andas de los Hermanos del Socorro, un grupo al que cada año se suman decenas de penitentes descalzos por promesas o en agradecimiento por peticiones cumplidas. «Así me siento mejor, más cerca de la Misericordia, no lo concibo de otra manera», confiesa. Entre los costaleros cada vez hay más mujeres, son ya media docena, sobre todo jóvenes que toman el relevo de sus mayores.
Una cruz de 140 kilos
En el descenso del Calvario iluminaron el tortuoso camino de piedras las velas y hachones portados por miembros de la cofradía. Más de 60 mayordomos penitentes con túnica grana, el color primitivo de la Hermandad del Socorro, procesionaron con las cabezas cubiertas con la capucha franciscana. No hubo túnicas suficientes para todos los que mostraron su deseo de participar en esta procesión privativa del Paso Morado, en la que solo se oyó el sonido de los tambores de la banda de la cofradía.
La talla clasicista y recia del Cristo fue esculpida por Isabel Biscar en 1945, y le representa muerto sobre la cruz, a escala superior a la humana, con la cabeza caída hacia un lado. Durante el trayecto los costaleros hicieron tres relevos porque la cruz pesa más de 140 kilos y «la madera va directamente al hombro sin ningún tipo de esponja», detalla Guillén. El Paso Morado realizó por primera vez esta bajada penitencial en el año 2000. Amedianoche, cuando el paso de la Misericordia llegó a la iglesia del Carmen, ante centenares de fieles en silencio, las puertas del templo se abrieron para el Santísimo Cristo del Perdón, titular de la cofradía, y en el encuentro de ambas imágenes volvieron a resonar las saetas.
Esta noche en la procesión del Perdón el Paso Morado sacará a la calle todas sus imágenes religiosas. Entre los tronos que se verán en el cortejo está el conjunto escultórico del Calvario, del que ha sido restaurada la talla del Crucificado, obra del imaginero ciezano Manuel Juan Carrillo. Procesiona junto a las imágenes de San Juan, María Magdalena y la Santa Mujer Verónica.
La restauración se ha llevado a cabo en los talleres de la Concejalía de Desarrollo Local y ha sido realizada por el escultor y restaurador municipal Antonio García Rico.
También la pasada medianoche el Paso Encarnado realizó la serenata a la Virgen de la Soledad Coronada a las puertas de la iglesia parroquial de San Cristóbal. La talla de Sánchez Lozano, estrenada en 1963, fue vitoreada en el umbral del templo acompañada de su agrupación musical.Este mediodía el Paso Encarnado será protagonista de la tradicional Convocatoria, el acto en el que invita al resto de cofradías a participar en la procesión del Silencio, que este Jueves Santo por la noche recorrerá el antiguo arrabal de la ciudad.

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