Dolor por el Cristo del Prendimiento en Cartagena

Dolor por el Cristo del Prendimiento en Cartagena

Este Miércoles Santo, las miles de personas que abarrotaron cada rincón del recorrido del desfile del Prendimiento, la magna procesión california, tuvieron una razón más para emocionarse y disfrutar de la impresionante muestra de imaginería religiosa, del patrimonio artístico, de la tradición popular y del bello desfilar de los guiones, de los tercios, de capirotes y del resto de componentes de uno de los cortejo más sentidos de cuantos hay. No en vano, con pulcritud histórica, los encarnados rememoraron durante seis horas el dolor de una madre por el arresto de su hijo, por su humillación, su tortura y la más injusta y cruel de las condenas: la de morir crucificado por difundir la fe de Dios.

Fue en una noche fría, que obligó al público a abrigarse bien, incluso con bufandas y mantas en algunas zonas del recorrido, y en la que el viento fue uno de los grandes protagonistas para dar realce a las túnicas, a veces, aunque en la mayoría de las ocasiones molestó y mucho a los penitentes. Les dificultó el paso al tener que sujetar las túnicas, y les quitó capuces, sobre todo en la equina de la calle Mayor con Cañón por el aire procedente del mar. También sufrieron su azote los nazarenos y los portadores de los estandartes en la calle Puerta de Murcia y Parque. Las fuertes rachas terminaron por deslucir estos bellos momentos. Pese a todo, el público disfrutó. Los continuos aplausos y los vivas fueron muestra de ello.

Como hacen desde su constitución en 1947, la Cofradía siguió ayer creciendo con una nueva incorporación que no dejó indiferente a nadie. Esta vez, parte del protagonismo de este miércoles encarnado se lo llevó el estreno del tercio femenino de Santiago en el Lavatorio de los pies, con la obra escultórica del imaginero, escultor y restaurador cordobés Francisco Romero Zafra, quien ayer acompañó a la comitiva en el estreno. El conjunto de imágenes llega a completar el relato, tras más de una década esperando.

Señal de complicidad

La composición representa el momento en el que Cristo ordena al Apóstol Santiago que se preparare, porque le va a lavar los pies. Sobre ruedas y en el actual trono dorado reformado de la Elección de los Zebedeos, iban Jesús y los apóstoles Santiago, San Pedro y San Juan.

El adorno, sobrio, se ciñó a una zofaina, una jarra y una toalla que lleva el Cristo. Del conjunto destaca el cruce de miradas entre el Señor y el Apóstol Santiago, una señal de complicidad que muchos anoche percibieron. Salió tras uno de los tronos más majestuosos y admirados por el público, la Santa Cena, cuyo portador del sudario tuvo problemas para sujetarlo por el viento. Este año se celebra el 75 aniversario de la llegada del conjunto histórico compuesto por 13 imágenes.

Pese a lo incómodo que resultó el viento y el frío, muchos fueron los que ya dos horas antes comenzaron a ocupar las sillas y gradas instaladas en el recorrido. La espera mereció la pena para ver al Cristo preso, tallado por el valenciano Mariano Benlliure, al grupo escultórico del Juicio de Jesús del alicantino José Sánchez Lozano y a la Coronación de Espinas, del madrileño Coullaut-Valera, aunque no menos al Juicio de Jesús con las impecables mujeres sanjuanistas, el Arrepentimiento de San Pedro con las penitentes sampedristas y La Flagelación. El trono de la Oración en el Huerto también brilló, como su estandarte de 1930, uno de los más antiguos de la cofradía.

También lo mereció para escuchar y sentir el xilófono en la marcha ‘San Juan’ y el toque de burla al Mesías del ‘Perico Pelao’, donde suena un flautín llamado pífano, y por oler el incienso esparcido en las principales calles del casco histórico cartagenero por los monaguillos y los caramelos de fresa, de menta y de naranja, que repartían los nazarenos.

Los mayores aplausos, como en la noche anterior, la de los traslados, se la llevaron los tronos a hombros de Santiago Apóstol, San Pedro, San Juan y la Virgen del Primer Dolor. Iban vestidos de flor blanca con algunos detalles en otros colores, especialmente en el de la Virgen. A su paso, los vivas eclipsaban calles y plazas. «Es emocionante. Lo que aquí vivimos es difícil sentirlo en otro lugar. Esto es especial», contó emocionada en la calle Puerta de Murcia, Dolores Conesa, una vecina del Ensanche, momentos antes del inicio del cortejo.

El termómetro bajaba

Precisamente, en las sillas instaladas frente a Capitanía General estaba el presidente de la Comunidad Autónoma, Fernando López Miras, acompañado por la alcaldesa Noelia Arroyo, y numerosos concejales de la corporación municipal. También estaban altos mandos militares.

Al atardecer, en uno de los tramos del día donde el viento se dejó sentir con más intensidad y el termómetro bajaba, el paso de dos bandas de música al sonido de pasodobles y el de la Agrupación de Soldados Romanos ayudó a caldear el ambiente de procesión en el casco histórico de Cartagena. Grupos de turistas se sacaron fotos junto a los conocidos popularmente como ‘judíos’, mientras desde más de una hora antes del inicio del desfile los espectadores tomaban asiento en las sillas colocadas en el itinerario y en las terrazas de los bares.

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