El Barça no tira la toalla en la Liga

Con un ojo puesto en el Cádiz y otro en el PSG. Así salió el Barça al Nuevo Mirandilla. El once de Xavi ya era una declaración de intenciones con nueve cambios respecto a la Champions y con jugadores poco habituales como Fort, Marcos Alonso, Oriol Romeu, Fermín, Sergi Roberto o Vitor Roque. La idea del de Tarrasa era, no obstante, formar un «equipo competitivo» y lo logró en primera instancia.

Y es que los culés salieron muy metidos, sosteniendo la intensidad del Cádiz, y consiguiendo que los locales tuvieran que replegar filas ante la buena salida desde atrás de los culés. Fue el inicio de un goteo que terminó por desgastar a los de Pellegrino. El Barça no era rápido en la circulación, faltaba desborde desde los costados y ni siquiera generaba peligro, pero cada vez estaba más cerca de la meta de Ledesma. Avisaron Fort y Fermín con disparos desviados y la diana final llegó con un rechace en el área que aprovechó Joao Félix con una plástica chilena para abrir el marcador y poner por delante a los suyos antes de un descanso al que se llegó con otra ocasión clamorosa de Fermín para ampliar la renta.

Tras la reanudación, el Cádiz subió una marcha. El equipo de Pellegrino se jugaba la vida y eso se notó en una atmósfera que poco a poco engulló al Barça. Los locales fueron más intensos en la presión e incomodaron a los azulgranas hasta el punto de generar pérdidas de balón constantes y elevar el nerviosismo en las filas azulgranas. Juanmi marcó, pero fue anulado por fuera de juego, y Chust remató desviado por poco cuando Ter Stegen ya estaba batido. Fue demasiado descontrol para Xavi, que puso fin a las rotaciones a la hora de partido y dio entrada a Koundé, Pedri y Lamine Yamal para arreglar cuanto antes el desaguisado.

Los cambios surtieron efecto. Entraron dos jugadores con dos marchas muy diferentes y eso era precisamente lo que necesitaba el Barça, cambiar de ritmo. Pedri fue la pausa que anestesió el Nuevo Mirandilla y Lamine Yamal fue el vértigo que podía desestabilizar a los de Pellegrino a través de acciones individuales. Entre los dos modificaron el escenario y condujeron al Barça a unos últimos minutos más sosegados. Todavía tuvo que volar Ter Stegen para despejar un disparo lejano de Samassekou, pero fue su última intervención antes de empezar a pensar en el PSG. Los culés piensan en la Champions pero mientras no se rinden en la Liga.