Diseñar para la renovabilidad, una disciplina clave en la economía circular

Diseñar para la renovabilidad, una disciplina clave en la economía circular

La economía circular es un concepto asentado en nuestra sociedad y en el día a día de las empresas y organizaciones desde hace más de una década. En el reto de la sostenibilidad, se presenta como un ciclo en el que los materiales y objetos pueden volver a tener una vida útil, cerrando un círculo que tiene como principal benefactor el medio ambiente.

La ecuación consiste en utilizar menos recursos y generar menos residuos, haciendo de la investigación la clave en una transformación que pretende fomentar un cambio de conciencia colectiva, para poder mirar con seguridad al futuro.En ese cambio, uno de los puntos principales consiste en pasar de una economía de reciclaje a una economía circular para evitar que el residuo se pierda, poniéndolo de nuevo en utilidad y haciendo que su reciclaje sea el último recurso. Así lo defendió ayer el profesor de Harvard Manuel Maqueda en el foro ‘Aprendiendo de los mejores: Economía Circular frente a Economía del Reciclaje’, organizado por la Fundación Isaac Peral con la colaboración de Cajamar y el Instituto de Fomento, que tuvo lugar ayer el Salón de Actos de la entidad bancaria, guiado por el director gerente de la Fundación, Patricio Valverde.

El evento encontró en la Región de Murcia el marco perfecto para llevarse a cabo por su apuesta por la sostenibilidad y transformación tecnológica, además de su capacidad para aprovechar el talento en torno a este aspecto. De hecho, tal y como informó durante la inauguración Joaquín Gómez, director del INFO, se está elaborando un mapa de economía circular con más de 100 proyectos exitosos para «poner de manifiesto que somos un referente a nivel nacional e internacional en esta materia, que está ayudando a generar muchísimo empleo especializado», indicó, animando a seguir avanzando conjuntamente para mejorar la competitividad de las empresas.

Manuel Maqueda defendió que «las cosas de nuestro mundo no son fruto de lo que hacemos, sino de cómo lo hacemos»

En este objetivo, el foro reunió a diferentes expertos para abordar los retos que presenta la economía circular y analizar los pasos a seguir para optimizar los procesos. Maqueda transmitió a los asistentes el eje de su análisis: «las cosas de nuestro mundo no son fruto de lo que hacemos, sino de cómo lo hacemos». A la hora de apostar por la circularidad, señaló la necesidad de aplicar los principios de la naturaleza a la economía, desde en enfoque de ‘diseñar para’, aplicando ese diseño a eliminar la toxicidad, contaminación y residuos; mantener en uso productos componentes y materiales; y para la renovabilidad y regeneración de los sistemas naturales. «La economía circular solamente tiene potencia cuando tiene una disciplina de diseño», indicó el experto, que recordó que el 80% de los impactos ambientales y sociales se determinan en la fase de diseño, y que solo el 7,2% de la economía mundial es circular, lo que ofrece una oportunidad para ampliar esa cifra, crear empleo y hacer la economía resiliente.

Los datos

7,2%
economía

mundial que es circular en la actualidad

80%
impacto

a nivel ambiental que se determina en fase de diseño

En este espíritu de «no hacer las cosas nuevas, sino mirarlas con voluntad de diseño», ve los objetos del hoy como bancos de materiales para los objetos de mañana, pero «a precios de ayer», haciendo que «la economía deje de ser intensiva en materiales para ser en trabajo de reparación, diseño y mantenimiento», evitando que el residuo se pierda y haciendo que el reciclaje se sitúe como el «último recurso». «Si no se ha diseñado con pureza y valor, no hay economía circular», indicó.

Convencido de que «el reciclaje no puede ser la base de la economía», y de que hay que cambiar la mentalidad lineal de cara al futuro, animó al cambio de paradigma que supone pasar de la eficiencia a la eficacia, lo que transforma la economía de reciclaje en circular.

Cambiar las reglas del juego

José María Fernández Alcalá, director de Economía Circular en Ihobe, Sociedad Pública de Gestión Ambiental del Gobierno Vasco, intervino en el foro para presentar los puntos clave de la legislación relativa a este modelo económico y los marcos normativos vigentes. En este aspecto, señaló el problema de las reglas del juego, que «han permitido que el modelo lineal sea el más rentable económicamente». «Si somos conscientes de que vamos al precipicio como sociedad a nivel mundial, tenemos que cambiar las reglas y hacer algo tan complicado como que sostenibilidad y competitividad vayan de la mano, algo que no aún no sucede actualmente», recalcó.

«Tenemos que hacer que la sostenibilidad y la competitividad vayan de la mano», indicó José María Fernández

Para hacer frente a este reto, secundó a Maqueda en que el diseño sea el punto de inicio para ser más eficientes a nivel productivo, estudiando cómo hacer que los productos duren más con ciclos cerrados, es decir, que al transformarse no tengan como fin último la basura, sino que puedan seguir en esa circularidad para que la gestión de residuos sea la última alternativa. Los ámbitos de actuación, según indicó el experto, serían la transparencia y el posicionamiento, el ecodiseño, las materias primas y la gestión de residuos, la descarbonización del ciclo de vida, la contaminación cero y las finanzas sostenibles.

«El reto en los próximos cuatro años es que se vayan cumpliendo las obligaciones recogidas en los diferentes mecanismos y marcos legales aprobados y ver si esto es suficiente. El marco regulatorio es necesario para que la economía circular sea un modelo económico que aúne sostenibilidad y competitividad», señaló Fernández, aludiendo a que en torno al 44% del gasto energético se centra en el proceso de elaboración del producto.

Una transformación exitosa

El foro contó con una mesa redonda para exponer casos de éxito en la apuesta por la economía circular. El profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Cebas-CSIC), Carlos García, quiso poner en valor cómo la investigación puede incidir en la economía circular «de una forma más focalizada». Como ejemplo, habló de insertar materia orgánica exógena en suelos cada vez más desérticos para mejorar su fertilidad, ya que «el suelo, al igual que el agua y el aire, es clave en la sostenibilidad del futuro». Siguiendo con este enfoque investigador, María Ángeles Esteban Abad, catedrática de Biología Celular y Secretaria del Departamento de Biología Celular e Histología de la Universidad de Murcia, también remarcó la capacidad de hacer que un producto «que parece que no vale nada se reconvierta y multiplique su rentabilidad», como partes de algunos pescados.

Félix López Gil, OCHP de Fama Sofás, mostró con orgullo su fórmula para conseguir que sostenibilidad y rentabilidad vayan de la mano, ya que la empresa suma más de 200 proyectos relacionados con el ecodiseño y sostenibilidad en cuatro décadas. Su meta es que los sofás no se diseñen solo para que sean cómodos y poder usarlos, sino que han creado un núcleo intercambiable «para que dentro de 20 ó 30 años, simplemente intercambiando esas piezas de forma sencilla y a un precio barato, consigamos que pueda durar más». «La clave es buscar darle la vuelta, para que lo fácil sea darle una nueva vida al producto y no lo contrario», afirmó.

Fue Jesús López Martínez, coordinador de Innovación Agroalimentaria en Grupo Cajamar, quien quiso remarcar que «la bioeconomía ha venido para quedarse», haciendo referencia al ADN que caracteriza a la entidad en su relación al mundo agroalimentario, y su conciencia en la eliminación de residuos en cualquier proceso productivo.

Pasaporte digital de producto, la opción más transparente

José María Fernández aludió durante el foro a la importancia del pasaporte digital de producto para la transparencia en la información, frente a la limitación que ofrecen las etiquetas.

Según el experto, servirá para informar a los agentes profesionales durante todo el ciclo de vida del producto de quiénes intervienen en ellos. «Va a llegar a elementos como la trazabilidad y la composición de sus materiales», añadió, haciendo referencia a criterios horizontales, que serán comunes a todos los productos, y otros verticales aplicables a algunos casos, como puede ser la medición de la huella de carbono. «A medida que sea obligatorio se irá incorporando y habrá elementos específicos en los reglamentos sobre esto», concluyó Fernánez. Se espera que este pasaporte digital entre en vigor a partir del año 2026.

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