La explanada del Club de Regantes de Cartagena invitaba este sábado a sumergirse en el mar desde el mediodía. El sol de justicia, el calor de mediados de mayo y el balanceo de los barcos atracados fueron esta vez solo el complemento de los verdaderos culpables de la jornada más marítima de Cartagena Puerto de Sabores: Bodegas Undersea dieron el pistoletazo de salida con una cata de sus particulares vinos submarinos.
Los veinticuatro asistentes formaron parte de los primeros clientes que paseaban contemplando los expositores. Llegados de Mazarrón, Alejandro y Gregorio fueron los encargados de dirigir una cata dedicada a las diferencias entre vinos del mar y de la tierra a través de un blanco y un tinto en sus dos versiones. A la derecha de cada asistente, el vino sumergido; a la izquierda, el terrestre. El objetivo, descubrir lo que aportan las propiedades submarinas a un proyecto nacido de la pasión entre vino y mar.
Son botellas que se trasladan a jaulas en las profundidades marinas de unas instalaciones ubicadas en Águilas y Escombreras, a una distancia de más de 30 metros, «donde la microvibración de los sonidos y el movimiento de las mareas impactan en el vino», explicó Gregorio, CEO de una empresa en constante investigación y desarrollo. Trabajan con bodegas de toda España, estudian los matices de distintos procesos y crean un arrecife artificial que abriga y recupera la vida marina.
Allí 12.000 botellas permanecen tres meses en el caso de los blancos y seis para el envejecimiento de los tintos. Un simple vistazo permite comprobar lo que han vivido, reflejado con las algas y conchas pegadas en el vidrio. La siguiente prueba de sus matices la hace el paladar, esta vez el de los veinticuatro improvisados catadores. Tras probar el vino blanco Brisa, con DO La Mancha, acompañado de unas ostras cortesía de GBOstras, y un tinto de Jumilla, Sulibella, llegaron a la conclusión de que el mar conseguía matizar y suavizar el sabor, mantener un color joven aunque el vino envejezca y dar lugar a «un vino que parece otro», aseguraban los asistentes.
Sábado de tapas y museos
Tras las primeras copas del día, el evento gastronómico continuó brillando en una jornada que coincidió con el Día Internacional de los Museos, una ya tradicional cita en Cartagena que saca a las calles de la ciudad a vecinos y turistas. Para poner sabor a la cita y llenar el estómago llegaban muchos de ellos a la explanada de Puerto de Sabores en busca de las mejores tapas y platos de la ciudad portuaria.
Entre los favoritos del día, el caldero de El Mosqui, los bocadillos de La Boca Te Lía, las hamburguesas de Paco Rosa o las piezas de sushi de Eywa acumulaban comensales en la barra de sus ‘stands’. La alta afluencia del fin de semana se notó durante todo el día, con mesas a la sombra difíciles de conseguir y bebidas frías para refrescar una jornada avivada por la gastronomía local.
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