Saxon destapa el tarro de las esencias del heavy metal en el Rock Imperium

Saxon destapa el tarro de las esencias del heavy metal en el Rock Imperium

Viernes, 21 de junio 2024, 23:09

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Después de un jueves de perfil más relajado, el Rock Imperium volvió a coger fuerza este viernes con propuestas musicales más enérgicas. Tras ser baja de última hora el año anterior, Nestor saldó su deuda con su electrizante hard rock de inspiración ochentera pero con un dinamismo del siglo XXI. Fue buena cosa que el destino quisiera que su actuación tuviera lugar en esta edición del festival, ya que esto les permitió enriquecer su repertorio con canciones de su reciente segundo disco, ‘Teenage Rebel’, una de las sorpresas más agradables de 2024. Unos tipos a seguir de cerca.

El francés Igorrr (en mi cabeza suena pronunciado por Chiquito de la Calzada) ofreció a continuación la propuesta más bizarra e inclasificable de todo el festival, un cóctel absolutamente marciano de metal extremo, electrónica, trip hop, folk oriental, ópera e incluso música barroca. Una absoluta chaladura solo apta para las mentes más abiertas y despiertas, pero rompedora y creativamente apabullante. Si alguien creía que ya lo había escuchado todo, después de Igorrr quedó claro que todavía quedan territorios musicales salvajes por explorar y el entusiasta aplauso con el que fue despedido demuestra que también hay público para ello.

Después de un concierto tan estimulante como exigente, el festivo power metal con trazas de italodisco de Beast in Black sentó como un bálsamo liberador. Su propuesta cañera y accesible, especialmente adecuada para los festivales -normal que se los estén rifando por toda Europa-, funcionó como un tiro, y puso al público a saltar y participar en unos estribillos claramente concebidos para ser coreados.

El dinamismo de Beast in Black dio el relevo a Accept, una banda histórica caracterizada por inyectar contundencia alemana en el heavy metal clásico y cuya fuerza no se ha suavizado ni un ápice con los años. Casi medio siglo después, su directo sigue siendo una metralleta aunque quizá pueda parecer un poco básico y predecible. En busca de aires más frescos, acudí al tercer escenario para asistir en un ambiente más íntimo al debut como solista de Einar Solberg, cantante y líder de Leprous, que ofreció un estimulante oasis de rock progresivo no excesivamente diferente de los momentos más líricos e introspectivos de su banda principal. Lo más emotivo del día.

Saxon y el fuego original

Hubo un tiempo en que lanzar un disco en directo no era un cómodo sacaperras. En los 70 y 80, cuando un grupo decidía editar una grabación en vivo, era un acontecimiento destinado a encapsular en el tiempo una gira verdaderamente especial. ‘Made in Japan’, de Deep Purple; ‘Live After Death’, de Iron Maiden; o ‘Live and Dangerous’, de Thin Lizzy, son algunos ejemplos de un selecto club del que también forma parte ‘The Eagle Has Landed’, con el que Saxon coronó en 1982 sus primeros cinco años como punta de lanza de la nueva ola de heavy metal británico. Fue un punto de inflexión. En los años siguientes Iron Maiden y Judas Priest se distanciaron del movimiento, siguiendo una evolución propia que les trajo un éxito más global, mientras que otros se quedaron por el camino. Saxon, por su parte, se quedó custodiando el fuego de Prometeo, protegiendo intacto el tarro de las esencias de ese heavy metal puro y sin adulterar que llenó la Gran Bretaña de la era Thatcher de melenudos enfundados en cuero y tachuelas.

Con motivo de las cuatro décadas de ‘The Eagle Has Landed’, Saxon abrió ese tarro de miel en Cartagena y embriagó el público con el aroma de la rebeldía y la resiliencia, valores que acompañan a una banda que se mantiene firme, ajena a tendencias y a modas. Firme, pero no inalterada, ya que Biff Byford exhibió una sorprendente evolución para quien no lo haya seguido en los últimos años -mal hecho, el reciente ‘Hell, Fire and Damnation’ es un discazo-. Con la edad, su voz rasgada ha adquirido carácter y profundidad, y sonó mejor que hace 40 años. Ventajas de no haber apostado nunca por los agudos imposibles y los gorgoritos.

Como concierto conmemorativo, Saxon ofreció un repertorio muy cetrado en homenajear su mítico disco en directo de 1982 y en replicar las sensaciones de la época, pero aportando la madurez conseguida con los años. Una feliz novedad fue la incorporación de Brian Tatler como guitarrista, una elección que le viene como anillo al dedo a su sonido rudo y rico en solos sabrosones. Tan sólidos e incombustibles como promete la letra de ‘Motorcycle Man’, una de las canciones más aclamadas de la noche, lo suyo fue una clase magistral y sin fisuras de ese heavy metal primigenio que se encuentra en peligro de extinción.

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