Por qué los tapones van pegados a las botellas de plástico (y quién es el responsable)

Por qué los tapones van pegados a las botellas de plástico (y quién es el responsable)

Jueves, 27 de junio 2024, 18:44

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En lo que tarde en leerse este artículo, se consumirán en el mundo la nada despreciable cifra de tres millones de botellas de plástico. De ellas, poco más de la mitad serán recicladas y el resto acabarán en vertederos ‘normales’. En el caso de los tapones, el problema es más grave, porque el porcentaje de los que pasan a una planta de reciclaje es menor.

¿La razón? Que los perdemos, los tiramos en cualquier sitio o se traspapelan durante la criba que se hace cuando el plástico llega a la planta de tratamiento. Uno de los sistemas que se usa para separar la basura orgánica de lo que es reciclable son los trómeles, una especie de coladores cilíndricos con agujeros de unos 8 o 9 centímetros de diámetro.

Tal y como explica el ingeniero agrónomo Jesús M. Paniagua en su libro ‘Basura’, «lo que pasa por esos orificios contiene casi toda la materia orgánica». Pero ahí también se cuelan otros objetos, como los tapones. Para poner freno a esta pérdida de plástico, el miércoles entrará en vigor una nueva ley, la de residuos y suelos contaminados para una economía circular, que especifica que «solo se podrán introducir en el mercado los productos de plástico de un solo uso cuyas tapas y tapones permanezcan unidos al recipiente durante la fase de utilización prevista de dicho producto», explica Deborah García Bello, doctora en Química. Este requisito de diseño aplica «a todos los recipientes para bebidas de hasta tres litros de capacidad».

La industria lleva ya algunos meses poniéndolo en práctica, y no se ha librado de las quejas. Son muchos los que en redes sociales y en sus cuadrillas han echado pestes del sistema: que si las botellas no cierran bien, que si salpican al abrirse porque hay que hacer presión, que si al beber se te caen en la cara… En parte todo esto está generado por la incomprensión de para qué se ha cambiado un diseño que funcionalmente estaba bien.

Playas atestadas

El plástico apareció en 1860 como un material innovador y desde entonces su uso para contener alimentos y hacer envases ha ido creciendo. A partir de los años 50, de manera exponencial. Pero tiene un problema muy importante: es uno de los materiales más contaminantes que existen si no se le da un nuevo uso. Perdura en el medio miles de años. Ahora mismo, hay cerca de 3,4 millones de toneladas de polímeros, que es la materia prima con la que se hace, y es una situación grave porque acaba en la cadena trófica… Y por ende en nuestros estómagos. Se ha calculado que cada año nos tragamos la cantidad correspondiente a una tarjeta de crédito.

¿Cuánto tarda en degradarse…

¿Cuánto tarda en degradarse...
  • .. una botella de plástico?
    De 100 a 1.000 años.

  • … una bolsa de plástico?
    De 100 a 150 años.

  • … una tapa de plástico?
    Hasta 1.000 años.

  • … una lata de refresco?
    En 10 años se convierte en oxido de hierro, pero necesitan mucha lluvia o humedad para desaparecer.

  • … un tetabrik?
    30 años

Como aún no hemos sido capaces de encontrar un sustituto con las mismas prestaciones y menos perjudicial con el medio ambiente, la batalla está en el reciclaje. «Se estima que el 6% de los residuos que se encuentran en las playas europeas son tapones de plástico, y esta nueva medida podría reducir a casi la mitad el riesgo de que se pierdan», subraya García Bello.

– ¿Es la mejor solución?

– Evita que estos objetos pequeños se pierdan, pero es verdad que añaden un fase más al reciclado.

Los tapones son un reto para las plantas de tratamiento. A lo que explicábamos antes del triaje, hay que añadir otra cosa: no suelen ser del mismo material que las botellas, por lo que tienen necesariamente que ser tratados de manera diferente. Mientras el cuerpo del envase se suele hacer «en PET, un polímero termoplástico que se recicla con mucha facilidad y casi infinitas veces», los tapones suelen ser de otro material, «HDPE o PP, de diferente ansiedad al anterior». También son reciclables, pero «a una temperatura de fusión diferente».

20,4
kilos

de residuos depositamos el año pasado en el contenedor amarillo, que recoge envases de plástico, metal y briks, según Ecoembes.

Así que si queremos obtener un material que se pueda reusar al tratarlo, ambas partes deben seguir caminos distintos. «Si los fundiéramos juntos, el material obtenido sería una mezcla de muy bajo valor y que no serviría para casi nada», indica la doctora en Química. Así que además de apostar por esto, quizá hay que hacerlo por otras soluciones.

«Ya hay fabricantes con propuestas interesantes, pero no es tan sencillo como parece». Una de ellas es elaborar el tapón del mismo material que la botella, así reduciríamos los costes del reciclaje y sí serviría de mucho que estuviera pegado. Otra, que estos sean de bioplásticos, plásticos biodregradabales o plásticos compostables, pero en este caso, como apunta García Bello, que ambas partes estén unidas «entorpecería aún más la gestión.

¿Cómo se recicla un plástico?


Una vez que tiramos el plástico al contenedor amarillo y este llega a un planta de tratamiento, allí se realizan varias cribas que tienen como objetivo separarlos según el material del que están hechos. «No se pueden reciclar todos juntos porque funden a temperaturas diferentes, tiene diferente fluidez y viscosidad», señala la doctora en Química Deborah García Bello.

Luego, cada polímero «se tritura, se lava, se seca, se separa según color –por ejemplo, solo el PET reciclado incoloro sirve para alimentación– y a continuación se funde todo el material». Por último y con maquinarias especiales, se acaba convirtiendo en nuevos objetos o en granza para ser transformada de nuevo. Y esto es importante porque a partir del 1 de enero de 2025 solo podrán introducirse en el mercado botellas PET que contengan al menos un 25% de plástico reciclado.

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