De Xavi y Noa a Hiba y Adam, la sangría vicaria que no cesa

De Xavi y Noa a Hiba y Adam, la sangría vicaria que no cesa

Jueves, 4 de julio 2024, 00:09

Opciones para compartir

Xavi, Noa, Elisa, Larisa, Ayax, Yago, María, Hiba y Adam se llamaban los niños que fueron asesinados por sus padres en estos últimos seis meses. Tenían entre dos y diez años. España enfrenta el peor año de violencia vicaria, con nueve niños asesinados por sus padres en seis meses. Iguala en número el máximo anterior de 2015.

El peligro no cesa. En riesgo elevado de sufrir una agresión mortal hay 10.000 menores, según el Ministerio de Interior, que aplica una «especial protección» en uno de cada ocho casos incluidos en el sistema VioGén, donde hay casi 85.000 casos activos. Sin embargo, el asesino de los dos últimos menores asesinados estaba bajo vigilancia en este marco de protección, que se aplicaba a la madre, también muerta.

Desde 2013 hay 62 niños que perdieron la vida en manos del padre. Las edades de las víctimas van desde menos de un año hasta los doce. Dos de cada tres tenían hasta cinco años y la proporción entre chicos y chicas es similar. Un 14% presentaba signos de maltrato, como quejas contra el padre, pero no hubo una intervención por parte de los servicios sociales en ningún caso, indica el estudio ‘Violencia vicaria: un golpe irreversible contra las madres’. Este año, la matanza comenzó en enero con Xavi y Noa, siguió en marzo con Elisa y Larisa, luego en abril con Ayax, Yago y María y ahora con Hiba y Adam. En cinco sucesos, cinco verdugos de sus propios hijos.

En una intervención reciente, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, aseguró que una de las medidas que estudian las autoridades para mejorar la protección de los menores en un contexto de violencia machista se basa en «escuchar a los menores y ser consciente de sus opiniones», para quitar el régimen de visitas a los padres con antecedentes o denuncias por maltrato. Redondo reconoció que hacía falta más coordinación entre administraciones y mayor implicación social «para ser más eficaces».

De esta forma, la violencia de género también es una forma de violencia contra la infancia, mantiene Save the Children. «En los casos de violencia de género muchas veces los niños y las niñas pasan a un segundo plano, cuando son también víctimas directas de este tipo de violencia», dijo Catalina Perazzo, directora de Incidencia Social y Política de la ONG, cuando el conteo fatídico de hijos asesinados por sus padres llegó a 60.

Diversas organizaciones de mujeres aseguran que la ley que protege a los menores todavía no se cumple cabalmente, ya sea por falta de formación de los funcionarios o por falta de medios. Hace tres años se aprobó la Ley Orgánica de Protección a la Infancia y Adolescencia frente a la Violencia (LOPIVI), que reconoce a los menores, sea cual sea su sexo, como víctimas directas del machismo.

Esta ley especifica medidas para su protección, como considerar el bien superior del menor. Por ello, los gobiernos (central, regionales y locales) están obligados a detectar los casos de riesgo y dar una respuesta.

El asesino

El verdugo suele ser el padre biológico (82% de los casos), que aprovecha el régimen de visitas para estar solo con el menor. En el domicilio paterno ocurre la mitad de los casos de violencia vicaria.

Los asesinos suelen tener entre 30 y 50 años y carecer de antecedentes penales. Cuando los tienen, la cuarta parte ha sido condenado por violencia de género, según los datos recogidos por el Observatorio de este tipo de violencia.

El verdugo, con la intención de hacer el máximo daño a la expareja, actúa al amparo de la indiferencia judicial. Aun con la denuncia de la madre, no había ninguna medida de protección en el 70% de los casos de violencia vicaria, mientras que cuando se estableció alcanzaba sólo a las madres, según ese informe de 2022. En ninguno de los casos estudiados se había establecido alguna medida de protección para los hijos.

La Fiscal de Violencia sobre la Mujer, Teresa Peramato, ha pedido, en declaraciones a este periódico, que las mujeres «no se fíen de los maltratadores, no pacten con ellos. Pidan ayuda», mientras el Ministerio Público busca la manera de evitar que se otorgue, o prosiga, un régimen de visitas a un hombre de alta peligrosidad. Se proponen evitarlo incluso cuando se produzca el mutuo acuerdo con la madre, porque «la mujer está en una situación de desventaja a la hora de negociar», mantuvo Peramato. En el último caso fue inútil recurrir a las autoridades. El hombre, condenado por violencia machista, seguía libre a pesar de tener la orden de ingreso en prisión. Ni la madre ni sus dos hijos encontraron la protección eficaz de las instituciones del Estado.

Algunos de los asesinos se suicidan después o junto a los hijos. Cuando no se suicidan, huyen. Suelen ser detenidos pronto. Las sentencias indican que dos tercios son considerados ‘asesinatos’, a una cuarta parte se le añade alevosía y un 6% son declarados ‘homicidios’. En la mayoría existe el agravante de parentesco y sólo se admiten atenuantes en una cuarta parte, como alteración psíquica o drogadicción. En los últimos tiempos, los asesinatos de niños con saña y premeditación, incluso fuera del contexto machista, se suelen condenar con la prisión permanente revisable.

La relación del agresor con la madre

El asesino suele estar en un proceso de separación o divorcio de la madre. Cuando hay denuncia en estos procesos, el Ministerio de Interior realiza valoraciones para determinar el grado de riesgo que pueden tener tanto la madre como el hijo. Hay 10.319 casos en los que los niños tienen un riesgo mayor de sufrir una «violencia muy grave o letal». La mayoría (9.049) tienen riesgo medio; otros 1.239 lo registran alto y 31 están en situación extrema.

En la mayoría de los casos de violencia vicaria, el hombre ya no comparte domicilio con la mujer. Por cada una de las denunciantes en peligro mortal puede haber uno o más menores que conviven con ella. La amenaza se extiende a todos. Las cifras de casos de riesgo extremo tienen una tendencia al alza.

En España, hay 106 juzgados exclusivos de violencia de género distribuidos en 465 partidos judiciales, lo que resulta insuficiente, según las fuentes. El hombre suele actuar con alevosía. Planear y elaborar el crimen. Sin embargo, la mayoría no ha sido detectado por el sistema de protección. No había denuncias previas por malos tratos, ni de la mujer ni del entorno en estos casos silentes. La minoría de verdugos estaba fichada por el VioGén, pero la denuncia contra el hombre había sido retirada o habían decaído las medidas de seguridad para la madre y los menores a su cargo.

Otras formas vicarias

Las organizaciones de mujeres mantienen que hay otras dos maneras de hacer daño a la mujer a través de sus hijos: una, agredir al menor físicamente, al no poder maltratar a la madre porque está fuera de su alcance. Dos, el padre trabaja en la psicología del menor para que se aleje de su madre.

Enlace de origen : De Xavi y Noa a Hiba y Adam, la sangría vicaria que no cesa