Una maleta con 35 ‘hierros’ con olor a gasolina y un fugitivo inglés en San Pedro

Una maleta con 35 ‘hierros’ con olor a gasolina y un fugitivo inglés en San Pedro

Lunes, 8 de julio 2024, 00:56

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Una maleta con la leyenda ‘Get lost and go find yourself’ (‘piérdete y ve a buscarte a ti mismo’) y, en su interior, 35 pistolas de las marcas Walther y HK del calibre 7,65 milímetros. Envueltas en una toalla, casi 400 balas del mismo calibre y otras 300 más sobre una mesa. El arsenal que se encontraron a mediados de junio los investigadores de la Unidad antidroga y contra el crimen organizado (Udyco) de la Policía Nacional en un chalé de San Pedro del Pinatar fue la guinda de una operación que desarticuló una banda internacional, liderada por un prófugo británico, dedicada al tráfico de armas y al narcotráfico en la Región. La Agencia Nacional contra el Crimen (NCA por sus siglas en inglés) fue la que puso a los agentes españoles sobre la pista. La NCA había lanzado una alerta a principios de ese mes en la que informaba de que tenía en su radar a un fugitivo británico que había fijado su residencia en San Pedro del Pinatar.

Anthony Patrick Finnigan, de 37 años y originario de la ciudad de Liverpool, estaba siendo buscado para rendir cuentas ante los tribunales ingleses desde que en mayo de 2020 le encontraran 26 bolsas de anfetamina de 56 kilos de peso y 88 plantas de cannabis en su domicilio. El mensaje que lanzó la NCA en la orden de detención internacional del prófugo era «localizar y detener con miras a su extradición».

Los informes facilitados por la agencia contra el crimen británica alertaban de que Finnigan tenía lazos con grupos muy peligrosos que traficaban con armas para financiar la compra de cocaína.

«Las pistolas iban a ser distribuidas entre grupos criminales de la zona del Levante y concretamente en la Región de Murcia»

Los especialistas de la Udyco de Murcia, junto con el Grupo de Respuesta Especial para el Crimen Organizado de la zona de Levante (Greco Levante) y la Brigada Local de Policía Judicial de Cartagena, recogieron el guante lanzado por la NCA y fueron a por el inglés.

Al día siguiente de recibir la información, el 18 de junio, los investigadores ya habían localizado al fugitivo. En los dispositivos de seguimiento descubrieron que estaba acompañado por dos hombres, Hasan Topal y Ediz Can, ambos de nacionalidad británica y origen turco.

Con ellos, en el chalé de San Pedro del Pinatar, había una cuarta persona. Un ciudadano marroquí, Ahmed M., y residente en La Aljorra, Cartagena. La identidad de los turcos fue remitida a la NCA para saber con quién estaban tratando. «Considerados altamente peligrosos, pudiendo ser portadores de armas de fuego con las que trafican», fue la respuesta de la agencia británica.

Los investigadores sabían que algo se estaba cocinando entre el fugitivo británico, los dos turcos proveedores de armas y el marroquí y ante un panorama inquietante, por la evidente peligrosidad del grupo, se estableció que el día 20 de junio iban a darles caza. Una docena de agentes establecieron varios dispositivos de vigilancia.

Encuentro en el subterráneo

Esa mañana del 20 de junio, Ahmed contactó con un cliente que quería comprar las 35 pistolas que los turcos habían conseguido trasladar al chalé de Finnigan desde Inglaterra en una maleta. El marroquí se encontró con el comprador en un garaje subterráneo de una urbanización de Los Alcázares.


Anthony P. Finnigan, captado por la cámara de una gasolinera.

Imagen - Anthony P. Finnigan, captado por la cámara de una gasolinera.

Este lugar era el punto de garantía del pago de las armas y aquí se encontraría Finnigan y el turco Topal con el cliente. Mientras, Ahmed, como contacto de los compradores, permanecía junto a Can en la casa de San Pedro, custodiando la maleta con las 35 pistolas, envueltas al vacío en plásticos y dispuestas de dos en dos, hasta que se confirmara el pago y se hiciera la entrega de las armas.

Pero el encuentro en el subterráneo de Los Alcázares no salió según lo que planearon. Una vez que el coche de Finnigan y Topal entró al garaje, se le echaron encima cinco policías. El británico y el turco trataron de escapar arremetiendo contra los agentes. Finnigan, objetivo principal de los investigadores, cayó el primero.

Topal, por su parte, forcejeó con un agente, sacó una pistola del cinto y apuntó al policía. Este le sujetó la mano con la que empuñaba el arma para quedar fuera de la línea de tiro. La lucha titánica del funcionario y la ayuda de un compañero evitó que el pistolero tuviera el blanco fijado. En la disputa, la agresividad del turco fue en aumento, y al intentar zafarse de los policías, disparó dos veces. Los tiros, afortunadamente, no impactaron en ninguno de los agentes y uno de ellos se repuso, le golpeó y lo desarmó. «Tírate al suelo o te disparo, al suelo o te disparo», le gritó, mientras Topal intentaba recuperar el arma. Pero, dos disparos intimidatorios al techo del policía hicieron que el turco se rindiera y fuera detenido.

Pies en polvorosa

Mientras esto ocurría en Los Alcázares, la otra unidad del operativo policial vigilaba el chalé de San Pedro del Pinatar. Cuando sus compañeros les informaron de lo que había ocurrido en el garaje de la urbanización, se pusieron en máxima alerta. Can y Ahmed esperaban noticias del pago para hacer la entrega de las armas. Pasaban varios minutos de las dos de la tarde y viendo que había transcurrido un tiempo excesivo desde la marcha de sus compañeros, decidieron poner pies en polvorosa y salieron de la casa en un coche.

«Considerados altamente peligrosos, pudiendo ser portadores de armas de fuego con las que trafican», avisó la Agencia NCA

Los policías apostados en las inmediaciones les dieron el alto, pero continuaron la marcha y huyeron. En la persecución, el turco y el marroquí arremetieron violentamente contra los agentes, pero finalmente fueron detenidos.

En el registro de la casa, los agentes descubrieron que habían utilizado gasolina para limpiar de huellas las 35 pistolas que encontraron dentro de la maleta, junto a más de 700 cartuchos de munición y anotaciones de precios y encargos. «Iban a ser distribuidas entre grupos criminales de la zona del Levante español y más concretamente en la Región, todo ello coordinado desde el punto neurálgico de la vivienda de Anthony P. Finnigan en San Pedro», según consta en el atestado policial.

Para los investigadores, el británico era el líder y coordinador del grupo, el depositario de las armas e intermediario entre la parte proveedora –los turcos Topal y Can– y la receptora –el marroquí Ahmed y sus clientes compradores finales de las armas–.

  1. «Intentaremos llegar a un acuerdo por el delito de tráfico de armas»

Los cuatro detenidos pasaron el pasado 21 de junio a disposición del Juzgado de Instrucción número 5 de San Javier cuyo titular ordenó el ingreso en prisión de todos ellos. En el caso de Finnigan, las autoridades británicas han pedido su extradición, aunque por el momento permanecerá en España para responder, junto con Topal, Can –los tres están siendo defendidos por el abogado Eduardo Romera— y Ahmed, de los delitos de pertenencia a organización criminal, tráfico de armas, atentado contra la autoridad, y una cuarta imputación de tentativa de homicidio para el turco Topal.

Para el letrado Romera, las penas que llevan aparejadas las acusaciones y que pesan sobre sus tres representados van de los dos a los cuatro años; «no son muy elevadas», considera por lo que baraja solicitar un acuerdo de expulsión del territorio nacional de los dos turcos. «Entendemos que no procede la acusación del delito de tentativa de homicidio en cuanto a Topal y tampoco creemos que exista en este caso un grupo organizado», explica el abogado Eduardo Romera.

El caso de Finnigan, que tiene una solicitud de extradición tramitada a través de la Audiencia Nacional para responder de varios delitos ante los tribunales biritánicos, «es diferente y se barajan otras opciones en cuanto a su defensa».

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