Sábado, 3 de agosto 2024, 13:01
Opciones para compartir
A Iván de la Nuez (La Habana, 1964) le gusta más la palabra ’emancipación’ que ’empoderamiento’. Es solo un ejemplo de un planteamiento de rebeldía ante usos del lenguaje y actitudes frecuentes en nuestros días. «Ya no se puede transformar el mundo, nos basta con el éxtasis de denunciarlo», advierte este ensayista, comisario de exposiciones y crítico de arte. Tras haber escrito sobre Cuba, los intelectuales de izquierdas y el postcomunismo, ha puesto su mirada en un mundo no ya dominado sino ahogado en imágenes, en el que se detiene en ‘Iconofagias’ (editorial Debate). Un mundo en el que, como comenta en esta entrevista, el intercambio de fotografías es casi lo único que escapa a las leyes del mercado. Mientras, con la manipulación de esas imágenes, con o sin uso de Inteligencia Artificial, lo que está ocurriendo es que se «ha relativizado la verdad y se ha masificado la mentira».
–Los especialistas han dicho durante mucho tiempo que el lenguaje define la percepción del mundo que tenemos. ¿Sigue siendo así o vivimos en un tiempo en el que lo que define esa percepción son las imágenes que continuamente recibimos?
–Lo que ha hecho la filosofía durante 2.500 años ha sido construir el mundo desde lo escrito. Eso ahora, como dice el filósofo alemán Peter Sloterdijk, ya no es así. Nos constituimos desde una imagen visual que lo arrolla todo. A la palabra le está bien lo que sucede porque en vez de cambiar el mundo lo que estamos haciendo no es otra cosa que renombrarlo. Por eso he escrito un libro que trata de ir en contra de esta corriente actual, que quiere convertir imágenes en palabras. En el siglo XXI no hay forma de lidiar contra la cantidad de imágenes que producimos y compartimos.
–Desde hace unos años, recibimos o tenemos a nuestra disposición muchas más imágenes de las que podemos ver y, desde luego, digerir. ¿Qué consecuencias tiene?
–Antes buscábamos las imágenes, ahora son esas imágenes las que nos encuentran. Las consecuencias son la inmediatez, la aceleración, la indigestión… No se puede cribar todo lo que llega. Pero las imágenes te sacuden y debes establecer modos de resistencia. La sobreabundancia es el summum de un mundo que se guía por la cantidad: la cantidad de ‘likes’ recibidos, por ejemplo. Vivimos en una abundancia sin hechizo. Existes para exhibirte.
–Si todo merece ser visto y recordado, si todo es relevante, en el fondo nada lo es. ¿Somos conscientes de ello?
–Estamos cumpliendo varias utopías. Cualquier cosa es arte, como decía Duchamp. Cualquiera puede ser artista, como proponía Beuys. La separación entre trabajo manual y trabajo intelectual desaparece, como vaticinaba Marx. Lo que está sucediendo es que ahora todo el mundo genera lo que antes generaban los artistas. Eso coloca el concepto de relevancia en otro lugar. Me pregunto qué hará un antropólogo del futuro para saber qué es verdaderamente relevante en nuestro tiempo. Porque ha triunfado el reino de la cantidad sobre el de la cualidad.
Pensamiento
«Antes se decía que era más importante convencer que vencer. Hoy no tienes que convencer porque te diriges a tu tribu y esa ya está de tu parte»
–Eso parece un cambio de paradigma para la cultura.
–Sí, pero tampoco debemos sacralizar lo que proponía hasta no hace tanto una oligarquía crítica del pasado. La única criba que hoy existe es la del fan. Antes se decía que era más importante convencer que vencer. Pero ya no importa convencer porque tú te diriges a tu tribu y a esos ya los tienes de tu parte. En el parlamento ningún diputado cambia de opinión durante un debate porque antes ya le han fijado la postura los suyos. Pasa en las redes: das ‘likes’ a los tuyos. Se critica el pensamiento único y nos comportamos como agentes del pensamiento único.
–Las imágenes de gran valor informativo han sido creadas tradicionalmente por profesionales. Hoy si en el rincón más lejano del mundo pasa algo habrá alguien con un móvil tomando fotos o vídeos, quizá sin formación ni criterio, pero que está allí. ¿Qué supone eso?
–Antes de que pasara algo así estaba el problema de que quien escogía eran las agencias. Y eso ya traicionaba también al fotoperiodismo. Ahora el miliciano de Capa sería quien hiciera la foto. Las imágenes se hacen hoy desde dentro. Y una pequeña protesta en Irán o Cuba contada desde dentro es relevante. Mucho más que una foto desde fuera de una gran manifestación en un lugar en el que manifestarse no causa ningún problema a quienes lo hacen. Luego está el autorretrato. Una de las maneras del activismo es crear la propia imagen a la vez que estás dentro de algo.
Imagen del mundo
«Me pregunto qué hará un antropólogo del futuro para saber qué es relevante en nuestro tiempo»
–Hacemos además un permanente intercambio de imágenes que muestran dónde estamos y con quién y con quién están los demás. ¿La privacidad ha muerto o ya es otra cosa?
–El concepto de lo privado ha cambiado. Como lo ha hecho el espionaje. ¿Qué se espía ahora cuando estamos todos contando en las redes dónde estamos y con quién, o qué comemos, o qué libro o película nos ha interesado? El ‘selfie’ ha convertido al autorretrato en uno de sus capítulos, en vez de ser al revés. Algo que me llama la atención es que no hay museos dedicados al autorretrato pero sí los hay para los ‘selfies’. El intercambio de imágenes será en este momento una de las pocas cosas que no rige el mercado.
Vivir y compartirse
–Al hilo de eso mismo, dice en su libro que recordaremos a la generación que hoy es joven no tanto por su proyecto político como por su forma de compartir y compartirse en las redes sociales.
–Eso sucede por el fracaso de las utopías unido a la tecnología. Hoy la democracia es menguante, incluso en Occidente. El mundo feliz y aburrido del liberalismo que parecía que iba a quedar tras la caída del Muro se deshizo enseguida. A muchos no nos interesaba tanto el mercado como la democracia, pero no es eso lo que ha sucedido.
Política
«Hoy la democracia es menguante, incluso en Occidente»
–Habla en el libro de algo preocupante: vivimos en un mundo cuya transformación las élites políticas no consiguen gobernar, ni las económicas comprar ni las intelectuales explicar. ¿Quién está entonces al mando?
–Cuando internet se convierte en un derecho se muestra lo que pueden lograr las nuevas economías. Viajar, tener una tele o un tocadiscos no son derechos. Nunca se ha planteado que lo sean. Tener internet, sí. Dicho de otra manera, se ha confundido un negocio con un derecho. Nadie te va a guiar en el camino de qué debes leer, saber, conocer. En cambio, un nativo digital no sabe vivir sin compartirse. Pero todo eso se da en un mundo de precarización laboral, bajos salarios, escasez de vivienda. El triunfador ha sido el modelo chino: capitalismo con autoritarismo. Ya no se puede transformar el mundo, nos basta con el éxtasis de denunciarlo.
–Usted tiene una referencia muy clara con Cuba.
–Cuba ha pasado de la predemocracia a la postdemocracia sin haber estado en la democracia. El exceso de capitalismo desde luego no traerá más democracia. Y no olvidemos que el neoliberalismo siempre tuvo un origen más bien autoritario. Pensemos un momento en lo que ha sucedido con el trabajo tras la pandemia. No ha habido un cambio en su condición, sino en el lugar. Ahora muchos trabajan en casa, con lo que se diluyen las fronteras entre espacio laboral y de ocio, no se establece una relación directa con los iguales… El teletrabajo trae consecuencias sin precedentes en el mercado laboral.
Valores
«Se ha relativizado la verdad y se ha masificado la mentira»
–¿Qué papel va a jugar en todo esto la Inteligencia Artificial (IA)?
–Ha llegado para sustituir fuerza laboral. Tendrá un gran impacto en el trabajo y reavivará el debate sobre la originalidad. No sé si en este momento tiene sentido un movimiento como el de los luditas a comienzos del siglo XIX, cuando se manifestaban en contra de la transformación industrial y destruían las máquinas. Creo que la IA está entre función y sustitución. Te da producto sin necesidad de un especialista que lo haga o lo trate. ¿Qué consecuencias tendrá esto? Pues que viviremos tiempos poco humanos. Quizá los humanos y la cultura tal y como los conocíamos estén en riesgo de extinción.
–¿Y el problema de las imágenes creadas? En nuestra cabeza están el desembarco de Normandía porque hemos visto fotos, el asesinato de Kennedy, el 23-F, el 11-S, el tsunami de Japón, el asalto al Capitolio, la entrada de Castro en La Habana. ¿Qué sucederá cuando esos acontecimientos, u otros, tengan sus propias imágenes creadas por IA, verosímiles pero falsas?
–Eso configurará una nueva Historia del mundo. Algo que me parece muy inquietante. Los errores que resultan son enmendables, pero el algoritmo es quien está construyendo un montón de cosas. Quizá el juego que nos quede sea engañar al algoritmo, aprender a ser clandestinos, buscar una nueva privacidad.
Verdades bajo sospecha
–La distinción entre realidad y ficción es cada vez más difícil para mucha gente. A priori, todo el mundo toma como real lo que ve en una fotografía. Y no es así.
–Hemos masificado la mentira. Las grandes verdades siempre están puestas bajo sospecha. Las grandes mentiras, no. Ese el éxito del populismo y de gente como Trump. Se ha relativizado la verdad y masificado la mentira.
–Hay alimentos sintéticos, sexo virtual, música compuesta por un ordenador en el estilo de tal o de cual, textos generados por IA también en el estilo de grandes escritores y hasta imágenes hiperreales que no se corresponden con la realidad. ¿Qué nos queda?
–Descubrir el lugar de la clandestinidad en un mundo expuesto. Habrá que buscar una forma de ir contra el sistema. Tengo la esperanza de que podamos encontrarlo, de crear una cierta clandestinidad. Estamos viviendo en términos ideológicos el fin del siglo XX pero, sin conocer las herramientas de hoy, no sabemos cómo ir adelante. Hemos llenado el vacío con palabras eufemísticas e imágenes.
–El infierno son los otros, decía Jean Paul Sartre. Quizá el infierno sea un mundo en el que nada es real.
–Hoy hay muy poca autocrítica. La posteridad también ha cambiado. Vivimos en el mundo de la fugacidad. No tenemos estructuras de pensamiento ni institucionales para el mundo que ha quedado tras la caída del comunismo y el liberalismo. No es el fin de la Historia, sino el fin de la Geografía.
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Enlace de origen : «En vez de cambiar el mundo, lo que hacemos es renombrarlo»