Componían un auténtico tesoro, solo conocido por unos privilegiados y que ahora ve la luz. Para disfrute de todos los murcianos y casi éxtasis de los amantes de nuestra interminable historia, quienes descubrirán documentos inéditos de gran valor. Se trata de la colección de fotografías del profesor José Crespo, compuesta por más de 3.000 instantáneas que se conservaban en el Archivo Almudí protegidas en 14 tomos.
La colección no llegó ayer al Consistorio. Es propiedad municipal desde que la antigua Comisión Permanente decidiera comprarla, con no poco acierto, un 8 de julio de 1964. Su coste: 75.000 de las antiguas pesetas. Sesenta años lleva escondida. Lo normal, poco parece, en esta bendita Murcia tan olvidadiza de sus orígenes.
Las fotografías, cuyo número exacto es 3.197 y una vez digitalizadas, devuelven actualidad al denominado ‘Catálogo monumental de Murcia y su término municipal’. El impulso del edil de Cultura, Diego Avilés, ha resultado fundamental para lograrlo. Los archivos ofrecen información hasta ahora desconocida de casas nobles, escudos heráldicos, conventos e iglesias y hasta balcones o rejas que, en muchos casos, desaparecieron.
El maestro se adelantó a su tiempo consignando cuanto de interés histórico tenía la capital
José Crespo García (1905-1978) fue un maestro nacional apasionado de la arqueología e historia murcianas. Su intención fue reunir, con no poca minuciosidad, cuanto de interés monumental y artístico existía en el municipio. A eso añadió reproducciones de grabados y fotografías antiguas de monumentos que no existían. Por ello, quizá sin ser consciente, el profesor nos legó una valiosa fuente de información histórica.
Un caso curioso es la instantánea que retrata la antigua y desconocida hornacina de San Antonio, en la actual calle Portillo de San Antonio, que por eso tal nombre recibió. O un grabado del Puente Viejo, datado en 1778 y que muestra con detalle las perdidas hornacinas que ocuparon los arcángeles San Miguel y San Rafael.
La colección también incluye documentos que amplían el conocimiento de hechos históricos. Uno de ellos es una fotografía inédita de los populares Baños Árabes o Moros que había en la calle Madre de Dios y que fueron arrasados en 1953 para abrir la supuesta Gran Vía.
Arriba: El desaparecido convento de las Teresas, en la entrada de la actual calle Sagasta. Abajo: La hornacina del Portillo de San Antonio y fachada del convento de Verónicas, desde el interior de la plaza, cuando no tenía segunda planta.



Otro desastre patrimonial
La destrucción de ese edificio, pese a estar protegido como monumento, se invoca siempre como ejemplo de desarrollo urbano criminal contra el patrimonio. Pero no fue el corazón de la capital lo único que perdimos. Otras zonas corrieron similar suerte.
Es el caso de la actual salida desde el Plano de San Francisco hacia la autovía. Ese entorno, al sur del castizo barrio de San Antolín, fue hasta la década de los años cincuenta una espléndida red de calles antiguas, edificios históricos como el arrasado convento de San Francisco y la iglesia de la Purísima o el de las Teresas. No quedó de ellos ni una piedra.
En el Fondo Crespo podemos hallar una fotografía que recuerda aquel pasado que debimos conservar. Representa la llamada calle de las Escalericas, así llamada por las escaleras que en ella construyeron. Su función era alcanzar el muro del Malecón, más elevado que el resto de la vía.
De aquella zona de la ciudad solo se salvó el palacio del Almudí y el mercado de Verónicas. Precisamente, otra instantánea nos muestra cómo se veía la portada de la iglesia del convento contiguo desde el interior del mercado.
La curiosidad reside en que aún no se había construido la segunda planta, que ahora impide una postal tan bella. A ver si el Ayuntamiento, en la anunciada restauración, la recupera. No menos interesante resulta un grabado que representa el terrible terremoto que azotó la ciudad el 21 de marzo de 1829.
Y así podríamos seguir con cada fotografía recuperando una parte de nuestra gran historia, en tantos casos perdida para siempre jamás, gracias a la labor de un sencillo maestro que tuvo la genial idea de reunir en una sola colección, minuciosa donde las haya, cuanto de valor atesoraba nuestra amada Murcia. Dios lo tenga en su gloria. Porque aquí, de momento, poca le hemos dado.

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Enlace de origen : Los tesoros que esconde la curiosa colección de José Crespo