Mis viajes (II)

Mis viajes (II)

Domingo, 8 de septiembre 2024, 08:03

Opciones para compartir

Otro verano sin parar de viajar. Mi primer destino fue la sierra de Almenara, donde participé en la restauración de una casa construida sobre un vórtice de emociones, vínculos y memorias. La vida, como una obra de arquitectura, se ejecuta con su presupuesto, proyectos, planos, materiales, y sobre la marcha, con sus imprevistos, demoliciones y reconstrucciones. Todo lo anterior, con la naturaleza de fondo, esa escenografía que cambia el paisaje donde actuamos, pero permanece indiferente a nuestras preocupaciones. [‘Almenara’, de Miguel Ángel Ruiz].

Echaré de menos a Agatha Christie, Mary Wollstonecraft, Sophie Germain… Y a decenas de mujeres menos conocidas que tanto han aportado por hacer de nuestro mundo un lugar mejor. Ahora podemos citarlas, pero muchas de ellas han sido ocultadas durante siglos. Es el momento de salir a calle a gritar sus nombres. Se lo debemos [‘Nosotras. Historias de mujeres y algo más’, de Rosa Montero].

En un apartado pueblo de Wisconsin, un exsoldado de la Guerra de Secesión que no envejecía me invitó a su casa. Allí encontré unos objetos muy extraños, con propiedades fascinantes nunca imaginadas. Eranregalos de visitantes extraterrestres que utilizaban su domicilio como estación de paso en sus viajes interestelares. Y a pocos pasos de este enigmático Aleph, nuestro planeta, desmoronándose en medio de un conflicto político y al borde de la extinción nuclear. Haciendo el ridículo frente a civilizaciones avanzadas que nos observan como si estuvieran disfrutando de una comedia, palomitas de maíz en mano. Así de absurdos somos [‘Estación de tránsito’, de Clifford D. Simak].

Seguimos con otro disparate absurdo,el de una mordaz crónica de la historia de la humanidad vista con los ojos del humor. Me reí hasta el delirio acompañando a los primeros ‘Homo habilis’ con sus cosas, viendo caer reinos e imperios, hasta acabar embarcado con los piratas modernos [‘Historia absurda del mundo: del primer humano al primer moderno’, de Ad Absurdum].

Entre viñetas y bocadillos sobrevolé los colores de un espacio que nos conecta con la antigüedad y que nos susurra cómo la humanidad, a través de algo tan frágil como un junco, logró capturar y preservar el conocimiento. Un conocimiento que ha perdurado y perdurará, indefinidamente, en la mente de quienes lo buscan [El infinito en un junco (adaptación gráfica), de Irene Vallejo y Tyto Alba].

Con mi amigo Ozzy salí un par de noches de fiesta. Él se pedía una botella de Jack Daniels y yo un Bíter Kas. Me lo pasé en grande, anécdota tras anécdota, y con la banda sonora de nuestras vidas de fondo. Inolvidable [I am Ozzy (Confieso que he bebido), de Ozzy Osbourne].

Cuando el calor cedía un poco, aprovechabal a tarde para visitar una antigua y deteriorada cancha deportiva junto a la playa, donde las canastas sin red son la seña de identidad. En ese rincón olvidado, me reunía con Michael Jordan y LeBron James para echar unas pachangas.Y aunque no me dejaron tocar el balón ni una sola vez, descubrí por fin quién de los dos era realmente el mejor [‘GOAT ¿Quién es mejor: Jordan o LeBron?’, de Piti Hurtado y Antonio Pacheco].

Los últimos días de agostolos dediqué al país de la inteligencia artificial, ese sueño que nos ha acompañado desde el autómata de bronce Talos hasta el reciente ChatGPT. Fue un paseo de lo más agradable, junto a gigantes como Charles Babbage, Ada Lovelace, Leonardo Torres Quevedo, Alan Turing, John von Neumann… Sentí el contagio de la persistente voluntad humana de crear, comprender y trascender los límites de nuestra propia naturaleza. Llegan tiempos interesantes [‘El sueño de la inteligencia artificial’, de Gisela Baños].

Comencé en la montaña pero terminé en el mar, donde me esperaba la tragedia. Ayudé a sacar del agua el cadáver de Ulises Adsuara, el profesor de lenguas clásicas que desapareció hace diez años. Su naufragio es el nuestro, el de todos los veranos. El de un agosto de perseidas con la diosa Afrodita naciendo de la espuma, pero que no es más que la antesala de un septiembre en el que Medusa nos mirará de frente [‘Son de mar’, de Manuel Vicent].

Y ha llegado septiembre

Pero los libros y cómics nos permiten viajar sin límitestodo el año a bordo de una nave espacial. Y nos recuerdan que el viaje más extraordinario es el que realizamos dentro de nosotros mismos, con cada historia que leemos, con cada mundo que descubrimos, con cada conocimiento que adquirimos.Abran un libro, desplieguen una novela gráfica, ajústense los cinturones y despeguen para vivir mil vidas en una. Buen viaje.

Enlace de origen : Mis viajes (II)