Junto a la Virgen de la Fuensanta, en busca de la felicidad

Junto a la Virgen de la Fuensanta, en busca de la felicidad

La Romería de la Virgen de la Fuensanta, este martes. Vicente Vicéns / AGM
Junto a la Virgen de la Fuensanta, en busca de la felicidad

La patrona de Murcia llegó a su santuario del monte en Algezares acompañada por un mar de romeros y devotos que la aclamaban y ante la que se emocionaban

Martes, 17 de septiembre 2024, 15:02

Opciones para compartir

Imposible poner números a lo que este martes vivió Murcia durante la más tradicional Romería, en la que murcianos y llegados de otras localidades, acompañan a su patrona, la Virgen de la Fuensanta, en su regreso a su santuario del monte de Algezares. Un mar de personas de todas las edades, en grupos de amigos, de familias o solos, por promesa, por devoción o por tradición, emprendieron los ocho kilómetros de camino con un cielo con más claros que nubes, y con la promesa de que el sol se haría notar.

«Nos hemos apuntado este año por primera vez y acompañamos a nuestros padres», comentaron los mellizos Alejandro y Pablo, de 17 años, quienes junto a su hermana pequeña, Dulce, de 13 años, buscan el sentimiento «de felicidad» que ven en sus padres tras hacer el camino.

La jornada, fiesta en Murcia y con la que se da por concluida la Feria de Septiembre, comenzó a las 7 de la mañana, aún noche cerrada, con la misa en la Catedral, que presidió el obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes. Una treintena de sacerdotes y algunos seminaristas participan en la misa, en cuya homilía Lorca Planes propuso a los peregrinos hacer la romería «con poco peso», con una mochila «sin envidias, celos, maledicencias, murmuraciones… Todo lo que nos pesa demasiado en las relaciones y nos aleja» de las personas. «Eso ayuda en el camino».

Noticia relacionada

Lorca Planes recordó que así fue como vivió la Virgen, «de manera sencilla, sin muchas historias, en silencio, porque saber guardar silencio es curativo»; y, sobre todo, «con mucha fe». «Una fe grande, con confianza en Dios y con esperanza», y si lo hacemos todos así, «puede que nos vaya mejor, y hasta puede que llueva más».

El obispo concluyó bendiciendo a peregrinos y romeros y deseando que el camino se haga «con ilusión y con esperanza de vivir en la mejora tierra del mundo».

Acabada la celebración y con un templo abarrotado de fieles, que se congregaron desde primeras horas de la mañana, la Virgen, vitoreada y aplaudida por los presentes, emprendió el camino hacia la iglesia del Carmen. Un trayecto repleto de devotos a ambos lados, que no pararon de aplaudir a la Morenica, que para la ocasión vestía un manto de seda blanca con flores bordadas.

Empieza el camino

Acompañada por la música de la Formación Musical Virgen de la Fuensanta, de la pedanía murciana de Los Garres, que también la recibió hace dos semanas, la patrona de Murcia se paró como es tradición en el Puente Viejo, donde, mirando hacia la Virgen de Los Peligros, y escuchando el repicar de la campana que hay sobre el camarín, recibió la segunda petalada del día. La primera, momentos antes, fue en la calle Arenal, de manos del Ayuntamiento. «Es emocionante, cómo te sube la adrenalina de verla aquí mismo», comentaba un romero mientras intentaba recortar distancias.

También estuvo arropada por una representación de las autoridades políticas, con el presidente, Fernando López Miras, y el alcalde, José Ballesta entre ellos, y de las fuerzas de seguridad. Ballesta se referiría después a este día como una jornada «de emociones fuertes» y en el que «el pueblo llano y soberano se echa a la calle para compartir emociones, muchas veces heredadas».

«Hoy es un día que da gusto salir a la calle» y en el que «nos sentimos orgullosos de haber nacido o de vivir aquí», aseveró Ballesta.

La Virgen llegó a la iglesia del Carmen, donde en esta ocasión y sin entrar al templo, fue recibida y también adornada por pétalos de flores que le cayeron desde el balcón del Museo de la Archicofradía de la Sangre. De nuevo, vítores, aplausos y el ya tradicional «guapa, guapa y guapa».

Tras la traca con la que la ciudad despide a su patrona en su regreso al santuario del monte, las autoridades hicieron lo propio, muchas solo por unos minutos para cambiarse de atuendo y seguir haciendo el recorrido, como muchos de los concejales de la Corporación.

Tere, vecina de Ribera de Molina, pedanía de la vecina Molina de Segura, hace su peregrinación descalza y acompañada por dos amigas. Lleva 29 años sin faltar, «salvo en pandemia» y la emoción la embarga cuando recuerda la petición que en esta ocasión le ha hecho a la Virgen. «Ella siempre escucha y nos ayuda en todo lo que le pedimos», dijo con convicción. A su lado, Desirée, de 20 años y que ha hecho el camino la mitad de su vida, reconoce que no es muy religiosa, y que la mueve «la tradición familiar y el sentimiento» que la envuelve. «Es una experiencia muy bonita».

‘Revuelto’ para tomar fuerzas

En la calle Torre de Romo, Pepe y su mujer Marita, se sientan detrás de una mesita junto al mesón Los Pepes que regentan. Ya han cumplido los 80 años «y más» y desde hace 39 años no han faltado a su cita con la Virgen y los romeros. Para animarles en su peregrinación les preparan porrones de ‘revuelto’ («mistela con una pizca de anís») y galletas. En esta ocasión, 40 litros y 16 kilos, respectivamente. «Es una tradición que seguimos con mucho gusto y simpatía, y que esperamos seguir cumpliendo muchos años», destacó Pepe.


Pepe y Marita, del mesón Los Pepes, ofrecen bebida y galleta a los romeros.


LV

Unos metros más adelante, se estrenan en la Romería María, José Emilio y la pequeña Carmen, de ocho años. Unos padres que «por separado y de jóvenes», han acompañado a la Morenica en su regreso al santuario, pero que se estrenan en esta ocasión como familia. «Lo hacemos porque queremos que la niña viva esta tradición, como antes que nosotros lo hicieron los abuelos, y que le sirva para recordar a la que nos abandonó hace un año», explicó María.

Y mientras unos comentaban sus experiencias, la marea de devotos y peregrinos no paraban de pasar en dirección a Algezares, pese a que la patrona de Murcia ya ni se divisaba. «¿Ha pasado ya la Virgen? Sí, hace rato. Madre mía qué tarde se ha hecho», se escuchaba. Justo al pasar por el antiguo paso a nivel de Santiago el Mayor, el camino se estrechaba y se convirtió en un cuello de botella, pero nadie se daba la vuelta.

Último tramo hacia el santuario

El recorrido siguió y además de los vítores y aplausos, se rezaba el rosario, se compraban recuerdos de la Virgen y, ya en los aledaños del Santuario, el rosario; retomar fuerzas con amigos y familiares en picnics improvisados.

A los romeros ‘de la ciudad’ se le sumaron los vecinos de Algezares, que no dudaron en salir a la calle para acompañar a la Virgen en el último tramo del camino hasta el monte. Allí les esperaban la Unidad Especial de Caballería de la Policía Local de Murcia, que igual que sus compañeros a pie, realizaron labores de vigilancia en la zona del santuario para garantizar la seguridad de todos los asistentes.

Tras la última petalada, esta vez bajo el balcón de la Casa Barceló, otro de los puntos destacados de la romería, la patrona de Murcia enfiló la subida al santuario, donde repicaron las campanas para recibirla. Como también lo hicieron las hermanas del convento de clausura de San Antonio al ver pasar el trono frente a sus puertas. Más adelante, también salen a verla pasar las hermanas del convento de las Carmelitas, el último que se encuentra en la subida.

Máxima expectación entre los romeros, no exento del nerviosismo propio del momento de ver llegar a la que sienten con devoción en sus corazones.

Tras subir la última escalinata, y ya frente a su santuario, el trono se paró como es tradición frente a la fachada antes de atravesar el portón. Es el momento de volver a sentir el cariño de quienes la siguen y de despedirse de ella hasta la primavera. El reloj marcaba casi las 14.40 horas.

Enlace de origen : Junto a la Virgen de la Fuensanta, en busca de la felicidad