Dos mil almas refrendan el amor entre el general Aníbal y la princesa Himilce

Dos mil almas refrendan el amor entre el general Aníbal y la princesa Himilce

Lunes, 23 de septiembre 2024, 23:11

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Agarrados de la mano, frente al sacerdote, con un beso antológico y ante más de dos mil personas Aníbal e Himilce sellaron su amor y con él la unión del pueblo carthaginés e íbero. Tras ello, un rotundo aplauso abarrotó la explanada del puerto y cerró uno de los actos más esperados y emotivos de las fiestas. Esta vez, el director de la obra, Adrián Quiñones, quiso elevar la espectacularidad del momento en el escenario del Muelle de Alfonso XIII y ganó en luces, en fuegos artificiales, en puesta en escena y en participación, ya que además de los 25 actores, 310 festeros –ochenta más que el pasado año– intervinieron en la representación e involucraron al público. Este estaba sentado en sillas de madera entre pasillos en forma de ‘X’, para que los miembros de tropas y legiones resaltaran más durante sus entradas y salidas de escena, explicó Quiñones.

Julio Guillamón y Esther Escolar, por última vez, dieron vida a los personajes protagonistas de la historia, Aníbal e Himilce. Ellos fueron los más aplaudidos, aunque también lo fueron las dos bailarinas en el que fue el espectáculo central. Solo cogidas del pelo realizaron acrobacias aéreas, que sorprendieron a propios y extraños, en una noche apacible y con muy buena temperatura.

El «triescenario», como lo definió el director, quedó dividido en varias partes muy diferenciadas según el decorado. La parte izquierda fue «la zona de confort» de Himilce.

Un reino próspero

En ese lugar la joven habló con su padre, el rey Mucro de Cástulo, jefe de un reino próspero situado cerca de la actual ciudad de Linares, sobre su matrimonio concertado. El enlace permitió al general Aníbal Barca, hijo de Amílcar Barca ‘El Rayo’, proclamado como jefe supremo de las tropas carthaginesas en Iberia, sellar un pacto de amistad con los pueblos de la península.

La parte central de las tablas acogió el primer encuentro entre Aníbal e Himilce, así como el festejo de su unión. Aunque en principio los novios no aceptaron la imposición del matrimonio, nació el amor y la boda se realizó con el pleno consentimiento de ambos ante la aclamación de las veinticinco tropas carthaginesas.

La zona de la derecha fue la más guerrera, en ella «los tres hermanos forjaron su fuerza». Su padre, en un sueño premonitorio, apareció alzado por una cesta elevadora.

Tras las bodas, dieron comienzo los festejos nupciales en el campamento festero, donde los visitantes pudieron unirse en matrimonio por los más diversos ritos púnicos realizados por las diferentes tropas carthaginesas.

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