El Real Madrid pasa de la fiesta al susto antes del derbi

El Real Madrid celebró antes de tiempo una victoria este martes frente al Alavés que daba por descontada y acabó pidiendo la hora. El conjunto babazorro, sometido hasta entonces por un rival con ganas prematuras de fiesta, reaccionó con entereza en la recta final del encuentro pese a verse con un 3-0 en contra, recortó distancias con tantos de Protesoni y de Kike García y metió el miedo en el cuerpo hasta el último momento a una escuadra que pudo pagar caro su exceso de suficiencia. El disparo terminal de Guevara, que Courtois persiguió con la mirada mientras el balón salía desviado, mantuvo con el corazón en un puño a un equipo que casi da un disgusto de los gordos a Carlo Ancelotti en una noche que parecía plácida.

Desenlace inesperado para un duelo que el Real Madrid se había puesto de cara con los goles de Lucas Vázquez, Mbappé y Rodrygo, pero que acabó complicándose por méritos del rival y deméritos propios. El rifirrafe entre Ancelotti y Luis García Plaza una vez terminado el pleito vino a resumir la tensión con la que asistió el cuerpo técnico del Real Madrid a un susto inopinado en vísperas de un derbi al que hasta entonces parecía que iba a llegar enseñando músculo.

Ni la cercanía del duelo en el Metropolitano disuadió a Ancelotti de presentar su bloque de gala. Más allá de la entrada de Lucas Vázquez en el lateral derecho por un Carvajal que se quedó fuera de la convocatoria a causa del ‘bocadillo’ que sufrió ante el Espanyol, el once que dispuso el italiano frente al Alavés fue el mismo con el que previsiblemente comparecerá el domingo ante el Atlético. Con el Barça pisando a fondo y un Glorioso en buena dinámica, Carletto consideró que no había espacio para un carrusel de novedades y el final acabó cargándole de razón.

Se trataba de una cita señalada para el Real Madrid, que celebraba los 300 partidos como técnico de Ancelotti y cumplía un año exacto sin perder en Liga. Sea por ello o por el deseo de no complicarse la vida en el preludio de una de las salidas más difíciles del torneo, lo cierto es que los blancos salieron en tromba. No había transcurrido ni un minuto cuando un envío magistral de Valverde a Vinicius permitió que el fluminense percutiese en el área y soltase un pase atrás que Lucas Vázquez mandó a la red con la zurda. El gallego, capitán el día en que alcanzaba las 250 apariciones con el Real Madrid en Liga, mantenía así la racha frente al Alavés, al que ya tumbó el pasado curso en Mendizorroza.

Había rotado a fondo Luis García Plaza, que introdujo ocho variantes respecto al choque del pasado viernes contra el Sevilla. El técnico del Alavés robusteció la defensa en un intento de protegerse frente a la caballería local, pero vio cómo su afán resultaba fútil a las primeras de cambio. Dinámico, vertical e incisivo, el Real Madrid desplegó autoridad para someter a un rival desbordado. Sufría especialmente el Alavés con las acometidas de Vinicius, un torbellino, y con el monumental despliegue de Valverde, un correcaminos. El brasileño y el charrúa rezuman fuego y potencia. Espoleado por la chispa de uno y otro, el Real Madrid sacó a relucir su vena más recreativa y dobló la renta antes del entreacto tras una pared entre Bellingham y Mbappé que el de Bondy resolvió haciéndole un traje a Diarra para sellar su quinta diana en el campeonato.

Giro inesperado

Reformuló Luis García Plaza el esquema del Alavés tras el paso por vestuarios con la entrada de Guridi en el centro del campo para pasar a cerrar con cuatro, pero dicho movimiento no surtió efecto y los blancos parecieron sentenciar de inmediato con un disparo cruzado de Rodrygo tras una formidable cabalgada del paulista por banda derecha.

Disfrutaba el Santiago Bernabéu, que hasta solicitó la presencia de Jesús Vallejo sobre el césped mientras arreciaba el jolgorio. Acabó atendiendo Ancelotti las demandas del respetable sacando al maño tras alistar a un viejo rockero como Modric y a otro que apunta maneras, Endrick. Tras el baño tocaba masaje, parecía rezar el guion de la noche, pero el Alavés aprovechó la relajación del Real Madrid para intimidar a los blancos con goles de Protesoni y Kike García y mandarles un recado: confiarse puede salir muy caro.

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