Empresas de inserción: Copedeco, volver a sonreír

Empresas de inserción: Copedeco, volver a sonreír

Javier Sancho Más / Jorge Martínez

Jueves, 26 de septiembre 2024, 01:23

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La altura de Vlady Marchenko impresiona. Tiene 27 años y el rostro serio, pero de buena gente. Lo serio es «porque soy de Ucrania», dice, aunque esta vez sonríe mientras inclina la mirada como tapando la sonrisa. Vino a España a los seis años con su madre. Al principio vivieron con más familia (la pareja de la madre; luego, un hermano), pero desde que él entró en la adolescencia, se quedaron los dos solos, acompañándose y cuidándose. El padre biológico de Vlady se quedó en Ucrania y el padrastro español se separó de ellos.

Ella, la madre, tiene una movilidad muy limitada. Necesita andador. «Ha sufrido cáncer de mama y arritmias para las que necesitó varias cirugías», resume su hijo. Él pedalea por Alcantarilla con una bicicleta de Bici Go, una de las dos empresas de inserción de Copedeco, para llevar de puerta a puerta paquetes y cartas. La empresa SEUR contrata los servicios de Bici Go para el reparto, lo que da una oportunidad a personas en riesgo de exclusión para que estas puedan ser contratadas por Copedeco.

De su trabajo y su sueldo dependen él y su madre, porque a ella le redujeron unas décimas el porcentaje necesario para recibir ayudas por discapacidad. Esos extraños baremos que, a veces, la administración estima y que dejan a mucha gente dependiente sin ningún tipo de apoyo. «Se quedó a las puertas de recibir una pensión. Antes ella sí podía trabajar, pero desde hace años ya no», explica Vlady.


Vlady entró en Bici Go con un contrato de inserción, lo que le permitió formarse y tener su primer trabajo estable. Ahora tiene un contrato normalizado.

Este es el primer trabajo estable de Vlady. Tiene estudios de pintura, pero no ha podido proseguir estudios por la urgencia del trabajo. Cuando vino a España, aprendió el idioma rápido y le fue bien en la primaria. Pero cuando entró en la ESO, tuvo algunos problemas, no académicos, sino a nivel económico, por no poder acceder a algunos libros, por ejemplo.

Antes de Bici Go, envió currículums a diestro siniestro, pero él considera que «los currículums online no reflejan lo que podemos llegar a hacer. Es mejor que te conozcan personalmente. En Copedeco, la entrevista es más personal. En cualquier empresa a la que vayas buscando trabajo, te dicen que no cuentes todos tus problemas, pero en Copedeco sí te los preguntan».

Vlady es introvertido. A veces, parece que responde a regañadientes, pero insiste en que esa es su personalidad. En la Secundaria, sufrió algunos episodios de bullying. «Lo normal entre críos», dice. «No sé. Me gustaba el anime, los videojuegos y esas cosas. Antes no era tan común. Yo era el rarito, por decirlo de alguna manera. Y además tenía sobrepeso», añade, como si dibujase un perfil de sí mismo como de alguien que no sigue las tendencias de otros chavales.

Vlady tiene ahora pareja. Está en trámites de obtener la nacionalidad española. En el piso en que vive con su madre, les subieron el alquiler. Con un sueldo pequeño, cuesta trabajo asumir todos los gastos de alimentación y de casa, según comenta. Pero «este trabajo es el que hace que no estemos en la calle». Tiene además algunos planes: «Sacarme el carnet de conducir. Actualizarme, estudiar informática. Quizá algo social».


Empresas como SEUR y DHL contratan los servicios de Bici Go por su eficiencia. Es importante que además de la empresa privada, la administración pública cumpla con los porcentajes de contratación a este tipo de empresas que marca la ley.

La proximidad sobre ruedas

Hay que estar muy pegado al barrio, a su gente y a sus calles para entender las necesidades y visualizar juntos la posibilidad de desarrollarse económica y socialmente. Copedeco (Cooperativa para el desarrollo comunitario) nació en un barrio de Alcantarilla, Murcia, en 1989. Ha cosechado la experiencia de un grupo de profesionales de la intervención social y educativa en San José Obrero, uno de los barrios más icónicos del pueblo, formado por familias trabajadoras que, originalmente, llegaron en los años 50 y 60 durante el desarrollo industrial de la zona.

En el sector de la economía social, las cooperativas son uno de los modelos con más trayectoria. Desde 2017, Copedeco ha puesto en marcha, además de Bici Go, otra empresa de inserción de asistencia y limpieza: Scob Go.


Con su trabajo en Bici Go, Vlady mantiene su casa y a su madre, en situación de dependencia y sin ayuda económica. Tiene planes de estudiar algo relacionado con la informática y con la ayuda social.

Enrique José Tonda es vicepresidente de Copedeco y gerente de Scob Go. Él es licenciado en la antigua Filosofía y Letras, pero se habilitó como educador social. Hizo mucho voluntariado en Cartagena y cuando se mudó, le propusieron formar parte de Copedeco, que hoy cuenta con 50 trabajadores, los cuales son también socios. Al principio, Copedeco «se dedicaba principalmente a las actividades de ocio y tiempo libre en un barrio con necesidades económicas y sociales», cuenta Tonda. «Actualmente se aplica la educación y la formación como herramienta clave. La formación es individualizada en virtud de las necesidades. A veces se trata de facilitar herramientas profesionales o, sencillamente, de hábitos sociales».

Las áreas en las que trabaja la cooperativa, principalmente, son en infancia y juventud, formación de adultos y apoyo familiar, y actividades extraescolares. Ahora mismo, como afirma Tonda, «Copedeco está presente en toda la región trabajando en red, con otras organizaciones, como Cáritas, por ejemplo, que, a su vez también promueve otras EI, o la plataforma de organizaciones de la infancia. Parte de sus actividades también se encaminan a la erradicación del chabolismo, por ejemplo».


Manuel, trabajador con contrato de inserción en Bici Go. La empleabilidad para mayores de 60 años se complica más, y las empresas de inserción son claves para rehabilitarlas laboral y socialmente.

Vlady no vivía en una chabola, pero la vivienda siempre ha sido un problema para él y su madre. Lo entrevistamos en una plaza de Alcantarilla, cerca de las oficinas de Copedeco. Es un territorio que se sabe de memoria porque lo recorre a diario con la bici del trabajo. También lo ha hecho a pie cargando uno a uno los muebles de su casa, cuando tuvieron que mudarse. «Vivimos un tiempo gracias a la ayuda de Cáritas, porque no cobrábamos nada, ni ella ni yo. Estábamos en una casa de alquiler cochambrosa a la que se le caía el techo literalmente. Cuando encontré trabajo, nos mudamos». Mudarse significó que, al principio, le ayudaron unos amigos de su madre a llevar una parte en coche, pero el resto le tocó a su espalda. Lo recuerda ahora con una sonrisa y encorvando los hombros, como si sintiera el peso de entonces.

El vicepresidente de Copedeco, Enrique Tonda comenta que Bici Go es un ejemplo del servicio que muchas EI pueden hacer. «Las grandes empresas necesitan de otras pequeñas para hacer su trabajo. Por eso, Bici Go recibió la atención de compañías como Koiki, que apuestan por la mensajería sostenible. Y también DHL o SEUR, que contratan nuestros servicios». Bici Go ofrece un transporte sostenible de proximidad.

El objetivo de las EI es preparar a los trabajadores para un mercado de trabajo normalizado. Y ese período puede durar entre seis meses y tres años. Durante ese tiempo, la figura de una técnica de acompañamiento es vital.

«El acompañamiento (a las personas con contratos de inserción) debe ser integral», dice Carmen Pinza, técnica de acompañamiento en Copedeco. Aquí se trabaja, a veces, con personas que «tienen un nivel de empleabilidad muy bajo. Algunas están cerca de la edad de jubilación, lo que lo dificulta mucho». Pinza, que es educadora social, considera que, «en algunos casos, el período máximo de inserción de 3 años, se queda cortito».


Enrique Tonda es vicepresidente de Copedeco y gerente de Escob Go, una de las dos empresas de insersión laboral de esta cooperativa de desarrollo social qye nació en el barrio de San José Obrero, en Alcantarilla.

Tono Pascual, director de Autónomos y Economía Social, de la Región de Murcia, entiende bien las dificultades que tienen muchas personas trabajadoras que han pasado por las EI, una vez que se encuentran en el mercado normalizado. Y aunque el porcentaje de empleabilidad es superior al 80%, no dejan de necesitar «el apoyo del tercer sector después del período de inserción».

En el caso de Vlady, Carmen Pinza explica que su contrato ya es normalizado. Tras haber terminado su período de inserción, se decidió que pudiera seguir en Bici Go, con un contrato más estable. «Pero sigue recibiendo atención psicosocial» por parte de la entidad. Y por su parte, Enrique Tonda nos dice que la mayoría de los trabajadores que han pasado por las EI de Copedeco encontraron otros trabajos y están en mejores condiciones. «Uno de ellos llegó a la jubilación», agrega.

José Manuel García, presidente de la asociación de Empresas de Inserción de la Región de Murcia, Crysalia, estima que un trabajador que parte de una situación grave de exclusión social puede llegar a recuperar, según su experiencia «el 80% de capacidad productiva». Es decir, que las EI reintegran al mercado laboral a trabajadoras y trabajadores que vuelven a ser y estar parte de una sociedad que los había descartado.

«Aquí te miran la parte humana, más allá de la productividad»

«Pero esto tiene dos filos», como nos explica García. «Por un lado, la empresa de inserción se queda, a los tres años, sin un trabajador ya formado en el que se ha invertido tiempo y recursos y, por otro lado, tiene que empezar el proceso con otro nuevo trabajador». Se da el caso, en algunas EI, de que las personas se vuelven tan necesarias para la propia empresa de inserción que esta les prolonga el contrato, ya como trabajadores normalizados. Eso obliga a la propia empresa a contratar de inmediato a otro nuevo empleado bajo el modelo de inserción.


La empresa Escob Go realiza labores de asistencia domiciliaria y de limpieza. En la imagen, Hannah, una de sus trabajadoras, limpia las cocinas de un centro de formación profesional.

Algo más del 7% de los trabajadores en proceso de inserción sociolaboral se quedan trabajando con contratos normalizados en las EI, como el propio Vlady. Para que esto sea posible y a fin de proseguir su labor social como EI, Copedeco ha contratado recientemente a otro repartidor en una situación de gran dificultad para la búsqueda de empleo, por su edad, 59 años y sus necesidades económicas.

Manuel vino de Almería. Recaló en Murcia porque, según nos cuenta, «es hasta donde le llegó la gasolina del vehículo en el que vino». Apunta a «la inestabilidad laboral» como la causa de tener que irse de su tierra. Allí trabajaba en el sector de la repostería.

Ahora en Bici Go, se encuentra a gusto. Trabaja de repartidor, como Vlady, y le ha costado un poco. «Al principio creía que todo lo hacía mal. Pero aquí te miran la parte humana, más allá de la productividad».

Cuando no todo sale mal

Hay momentos en los que te quedas a medio camino, y avanzas hasta estar cerca de volver a uno de tus sueños. Eres mujer, joven, con familia. Quisiste estudiar para enfermera en un hospital. Pero otros decidieron por ti. Ahora, al menos, has podido trabajar cerca de gente que lo necesita. Te dedicas a la limpieza y la asistencia en el hogar. Tu sueño sería limpiar en un hospital.

«Si sale esto mal, borra, por favor, que me pongo nerviosa», dice Hannah Zeroualli con la risa de la timidez o de quien teme equivocarse en alguna palabra. No es un examen, sino una entrevista, le explicamos, pero la palabra examen le provoca una risa más nerviosa aún. Cuando se relaja, cuenta de dónde vino.


Natural de una zona interior de Marruecos, Hannah vino a España con la esperanza de poder estudiar. Aunque no logró su objetivo, con su trabajo en Escob Go ayuda a sacar adelante a su familia y a que su hija si pueda estudiar.

Hannah nació en Beni Melal, en el interior de Marruecos. En esta temporada en que la entrevistamos está en el campo, recogiendo albaricoques. Vino a España en 2002, con 16 años. En Marruecos estudiaba en el colegio. Pero un día, su tío llamó a su padre y le dijo que se viniera a España, con un amigo. Y al poco tiempo se vio a bordo de un barco en el Estrecho. Su tío le dijo que podría estudiar una carrera acá. Luego las cosas no salieron así.

En ese tiempo, «empecé a vivir con mi tío, su mujer y dos hijas». Pero de estudiar, nada. Se quedaba en casa con las primas, y ya está. Así estuvo cinco años. «Hasta que me casé».

Conoció a su marido en España. Ella tenía algo más de 20 años. «Mi marido es buena persona», dice, «un hombre perfecto». Ha tenido una hija y un hijo diez años después. Cuando su hija cumplió tres años, empezó a trabajar como empleada doméstica.

Hannah quería estudiar enfermería y tener un buen trabajo, pero suele repetir la frase: «Al final no salieron bien las cosas». Actualmente, su marido es agricultor, como ella en períodos intermitentes, y trabaja recogiendo frutas, prácticamente casi todo el año, salvo un par de meses cuando no hay campaña. Con los sueldos de uno y otro se mantienen, pero, a veces, han necesitado ayuda para comida y para los libros de la niña. «Pero ahora la situación ha mejorado muchísimo». Copedeco le ayudó a buscar trabajo y empezó a limpiar las instalaciones de la entidad y en casas particulares. Entró en Escob Go con un contrato de inserción que le ha permitido engancharse a la rutina del trabajo fuera de casa. Escob Go, como nos explica Tonda, su gerente, realiza servicios de limpieza en hogar y en centros de trabajo. Y además, ofrece atención y cuidado doméstico tanto a personas dependientes como a niños, niñas y mayores. En Escob Go hay actualmente dos personas con contrato de inserción.

Hannah conoció el objetivo de las empresas de inserción a través de Copedeco y Escob Go. Valora el trabajo que le ofrecen porque, además de lo económico, le ayuda a levantarse y salir de la casa. Sin embargo, a su hija le insiste en que termine la carrera y «que no haga lo que yo hago, porque es muy duro. Ella es buena estudiante, y creo que seguirá estudiando».


Carmen Pinza es técnica de acompañamiento en Copedeco, una figura clave en las empresas de inserción para conseguir que las personas en riesgo de exclusión logren reinsertarse al mundo laboral.

«Una chispa de luz y una hostia»

Vlady recuerda momentos mejores. Cuando su madre podía valerse más por sí misma y trabajar, por ejemplo. Pero se fracturó la cadera en un par de ocasiones. A ello se suman los problemas de salud graves, por lo que depende de él. Recuerda indignado cómo le dejaron, siendo un adolescente, con una carga tan grande. Le hubiera gustado que su hermano no los abandonara para volverse a Ucrania. Pero Vlady ha asumido que es el que «debe tirar del carro».

El joven se ríe cuando comenta que le han diagnosticado síntomas de «ansiedad y depresión», recientemente. Esos síntomas son cansancio, frustración. Lo achaca a que su vida hasta ahora ha sido una sucesión, según expresa de «un chispazo de luz y una hostia». Por ejemplo, cuando tuvieron que mudarse a una casa mejor, aún estaba trabajando, pero se le acabó el contrato a los seis meses. «Me dije: ‘Bueno, no pasa nada. Tenemos el finiquito’. En eso, le quitan la ayuda por discapacidad a mi madre. Me dije: ‘Bueno, no pasa nada; tiramos con unos ahorrillos extras’. Y en eso, ¡pum!, Hacienda me embarga todo por un dinero que debía de una beca de hacía mucho tiempo para un curso de electromecánica que no pude terminar». Eran casi 700 euros. Vlady se ríe con la ironía de la resignación.

De cara al futuro, le gustaría que a su madre le vuelvan a conceder la ayuda y se estabilice un poco. A él, de cara a desarrollarse laboralmente, le gustaría decantarse por la programación informática. «Pero también me atrae lo social. Dicen que las personas que más han sufrido son las que más pueden ayudar a otros, ¿no?». Pues algo así.

Las empresas de inserción ayudan a que muchas personas puedan salir adelante en un contexto de grandes dificultades. Por ello, para Enrique Tonda, vicepresidente de Copedeco, «no solo se necesita el apoyo de la administración sino de todos, como sociedad, porque podemos elegir, consumir y adquirir productos y servicios de las empresas de inserción».

Cada jueves, durante las próximas seis semanas, www.laverdad.es publicará un especial Crysalia con una serie de reportajes multimedia, centrados en las historias de trabajadores y trabajadoras de inserción en la Región de Murcia.

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