Los afectados por la riada de Lorca reclaman las obras prometidas 12 años después

María Pérez conoce bien las trágicas consecuencias de una riada. Perdió a su marido en la de San Wenceslao, hace doce años, cuando intentó salvar a dos niños que arrastraba la corriente junto al abuelo de éstos. Logró salvar a uno pero se quedó con otra pequeña en los brazos. «Se los llevó el agua», resumió este domingo con resignación. Ocurrió el 28 de septiembre de 2012 en el paraje de La Estación de la pedanía de El Esparragal, en Puerto Lumbreras, una zona que los vecinos conocen como ‘el corredor de la muerte’ porque cuando llueve de forma intensa «te quedas atrapado, no hay manera de salir», explicó. Si la previsión del tiempo es mala «evitamos pasar, nos da miedo porque es un peligro, no han hecho nada de lo que nos prometieron». Los abuelos de esta vecina de Puerto Lumbreras también fallecieron en la inundación de 1973, la más mortífera del siglo XX en la cuenca del Segura.

Junto a decenas de damnificados por la catástrofe recorrió este domingo en coincidencia con el duodécimo aniversario de la inundación una de las zonas más afectadas en la pedanía de Torrecilla tras una pancarta en la que se podía leer: ’12 años de espera. 12 años de retroceso. ¡Exigimos soluciones ya!’.

«Este año estamos muy desanimados, llevamos 12 años esperando pero es descorazonador que no se haya hecho ninguna obra» para evitar una catástrofe similar, reconoció la presidenta de la Plataforma de Afectados por la Riada (Pailor), Adelina Sánchez. «No pedimos nada nuevo o que no sea necesario», aseguró. Los vecinos reclaman el encauzamiento de la rambla de Biznaga para que el agua no anegue la pedanía de Campillo y una red de drenaje en Torrecilla, además de la construcción de las presas de laminación de Béjar, Torrecilla y Nogalte.

Los afectados aseguran que si sufrieran otra dana las consecuencias serían aún peores porque el terreno «no ha parado de cambiar», advirtió Sánchez. Además, la construcción de la plataforma de la Alta Velocidad con taludes de entre cinco y seis metros «serán una presa tremenda y cambiará el flujo de las aguas».

Los vecinos confían en que el Ministerio para la Transición Ecológica avance en el estudio de impacto ambiental del proyecto de encauzamiento de la rambla de Biznaga después de que éste se desgajara de la construcción de la presa de Béjar para evitar retrasos en la tramitación.

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