«Los tontos hacen poderosos a los malvados»

«Los tontos hacen poderosos a los malvados»

Martes, 8 de octubre 2024

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El joven reportero Arturo Pérez-Reverte llegó a El Pireo en 1976 en busca de un carguero que le llevara al Líbano para contar su guerra. «Solo había putas, traficantes y basura; pagué cien dólares y llegué a Beirut», cuenta medio siglo después el hoy escritor y académico en el mismo puerto. Regresa a Atenas para embarcarse en un moderno deslizador con destino a la isla de Agistri con su nueva novela en las manos. ‘La isla de la mujer dormida’ (Alfaguara) es una historia de aventuras y amor, con la guerra civil como telón de fondo contada por el testigo de un mundo que se desmorona lamentando que, hoy como ayer, los tontos empoderen a los malvados.

«Se piensa que la guerra se libró solo en España, y se luchó el Atlántico, en el canal de Sicilia o en el Egeo, y no es verdad», explica el escritor en los muelles del puerto de Agistri a un grupo de periodistas, bajo un inclemente sol del que se protege con un gorro propio del inspector Clouseau y ayudándose con un bastón para caminar tras una traicionera caída.

«Es la historia de corsarios modernos que quería contar y que sitúo en el Egeo», explica. En 1937, en una isla de las Cícladas, el marino Miguel Jordán Kyriazis organiza un operativo secreto para torpedear mercantes soviéticos procedentes del Mar Negro cargados con armas y suministros para la República. Su vida se cruzará en un turbio triángulo con la de los propietarios de la isla, el malvado barón Pantelis Katelios y su esposa Lena, una seductora mujer madura empeñada en escapar a su destino.


Portada del libro.


Alfaguara.

Imagen - Portada del libro.

«No explico la guerra. Escribo sobre cosas que pasan en ella, con plena libertad de conciencia y sin someterme a ideologías», aclara el autor. «Hablo de seres humanos en situaciones extremas como la guerra, sin dejar nunca clara la línea entre el bien y el mal», dice el curtido exreportero, seguro de que «eso del blanco y negro es mentira». «He visto muchas guerras en veintiún años y sé que el bien y el mal existen en las ideas, no en los seres humanos; que la verdad está en un territorio confuso y gris. No puedo escribir una novela de buenos y malos», asegura.


Pérez-Reverte contempla el Egeo en el puerto de Agistri.


M. Lorenci

Él reúne en Estambul a dos espías españoles, uno republicano y otro nacional que recuerdan a los flaubertianos Bouvard y Pécuchet. «Juegan al ajedrez e intercambian información. Los franquistas son buenos y son malos como también lo son los republicanos». Lamenta que gentes que no vivieron ni conocieron la guerra «la utilicen como herramienta de oposición y enfrentamiento, cuando quienes la vivieron realmente, nuestros padres y abuelos, no nos quisieron envenenar a nosotros para no contaminarnos de ideologías».

Otro pilar de la novela es el personaje femenino, «una mujer derrotada y sin segunda oportunidad». «Hay un tipo de mujer que está en todas mis novelas, que lucha de manera heroica en un mundo de hombres con reglas de hombres. A menudo gana y otras veces, como esta pierde», dice. Para el escritor «el héroe masculino no existe sin una mujer que con su mirada lo hace interesante»

Sangre y gloria

«El Mediterráneo es mi casa», repite oyendo el rumor de un mar hoy en calma «que de Salamina a Lepanto ha visto luchar, sufrir y morir durante tres mil años». «Es el mar de la sangre y la gloria; la luz y la sombra, y refleja como ninguno la condición humana», afirma. «Lo han surcado esclavos, conquistadores, piratas, corsarios, violadores, saqueadores, héroes, seres luminosos y asesinos. Es el lugar perfecto para pasearse sin las orejeras de una ideología y comprender al ser humano», asegura. «Aquí nace el mundo occidental, la democracia, los dioses, las legiones, el aceite de oliva, el vino y el mármol. Es nuestra patria», resume.


Arturo Pérez-Reverte en Agistri.


Jeosm


Todo se repite y la sangre vuelve a bañar hoy sus aguas. «Si lees a los clásicos ves que todo ha ocurrido ya. Repetimos estupefacciones y asombros: todo iceberg tiene su ‘Titanic’; todo adelanto técnico su fallo. En la vida siempre aparece el dolor, el horror y el sufrimiento, para los que debemos estar más preparados», dice el autor de unas novelas «que muestran mecanismos para soportar el horror aunque no lo venzan».

«Cada vez somos menos cultos y estamos más indefensos. Hemos negado la educación a las nuevas generaciones y les privamos de la lucidez quitando de los planes de estudios las herramientas para comprender», lamenta. «Hemos convertido la historia en una papilla pasteurizada y desnatada que a nadie nutre y no vale para nada», denuncia.

«El mundo siempre se desmorona. Lo vimos en la pandemia y lo vemos en Gaza, Líbano y Ucrania; debemos educar para el dolor, el sufrimiento y el desastre, sin esconder la muerte y el mal», agrega proponiendo escuchar a los malvados en vez de taparles la boca. «Dejemos que hablen antes de arrastrarles, escupirles o matarles», propone. «Cuando el malvado habla comprendes el mecanismo del mal y puedes protegerte. Si lo silencias, si lo cancelas, no sabes lo que es, y cuando llega te trinca por el pescuezo y no tienes defensa», advierte.

Con 73 años, y mucha vida en su barba cana, sabe Pérez-Reverte «que hay batallas que debes librar aunque no las ganes». «Es muy triste dejar que los malos ganen sin oposición, y al final siempre ganan porque tienen como aliados a los tontos. ¡Qué les sangre la nariz, qué les cueste ganar!», reclama. «El malvado solo no es muy peligroso, pero los mil tontos que le rodean le hacen poderoso. Hay muchos más tontos que malvados, por desgracia. Con el malvado siempre puedes negociar, sobornarlo si es inteligente, pero con el tonto nunca. Es imposible», concluye.

De vuelta a Atenas, uno de esos caprichos del destino muestra que Pérez-Reverte es nuestro autor más global. Al lado de su asiento en el veloz catamarán se sienta una mujer con un libro entre las manos. Podría ser cualquiera entre millones, pero es una edición en hebreo de ‘El club Dumas’ en la que el escritor estampa su firma. Explica a su lectora que su nueva novela es con la que soñaba desde su infancia, cuando miraba al mar desde su Cartagena natal y se imaginaba viviendo aventuras como las de los libros de piratas que leía, como ‘El capitán Blood’, ‘El corsario Negro’ o ‘La isla del tesoro’.

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