Último adiós a María Teresa Cervantes en el cementerio de San Antón de Los Dolores de Cartagena

El tanatorio de Los Dolores acogió este sábado el funeral de la poeta cartagenera María Teresa Cervantes, fallecida este viernes en su ciudad natal a los 92 años. Sus restos mortales fueron trasladados al cementerio de San Antón Abad de Los Dolores. Al acto de despedida acudieron, además de su única hermana viva, Gloria Cervantes, sus sobrinos y allegados y un puñado de amigos que coincidieron recordando su imparable alegría y su ingobernable carácter. Entre ellos estaban los poetas José Alfonso Pérez, Julia Moreno, los fotógrafos Pablo Sánchez, Gabriel Navarro y Juan Manuel Díaz Burgos, y el periodista y músico Nacho Para, sobrino también de «tía Tery», como le decían.

«A la hora que menos lo penséis viene el hijo del Señor», proclama el Evangelio, dijo el sacerdote en este adiós a la gran dama de la poesía de Cartagena, autora de más de 30 obras [la primera, ‘Ventana de amanecer, publicada en 1954, fue recientemente reeditada por sus amigos Francisco de la Iglesia y María Jose Vázquez]. María Teresa Cervantes fue recordada como «una buena cristiana». En representación del Ayuntamiento de Cartagena compareció el concejal de Cultura, Ignacio Jáudenes, y la directora de Cultura, Chenchi Plazas, que destacaron la gran pérdida que representa para la cultura cartagenera la desaparición de una creadora tan excepcional y original.

Su sobrino Andrés, en nombre de la familia, agradeció las condolencias, y resaltó de la autora su «persistencia, sensibilidad y creatividad extraordinarias», y recordó que ‘Epístola moral a Fabio’, de Andrés Fernández de Andrada, la acompañó en sus últimos momentos. Leyó uno de sus poemas, ‘Qué grave es irse’, incluido en ‘El bostezo del león’, un libro publicado en 1989, que cogió el título de una frase de Balzac que se preguntaba si alguna vez has visto a un león bostezar en el jardín de las fieras de París. El poema de María Teresa empieza así: «Un día dije adiós cómo pude haber dicho lluvia o viento…».

En el cementerio de San Antón Joaquín Alcaraz, gran amigo de María Teresa Cervantes, recordó el paso de pintora y discípula del maestro Vicente Ros a poeta, y recalcó que su ingente obra será «objeto de estudio de eruditos». Era una mujer con alto grado de amistad y amplia generosidad como demuestra la donación de su legado al Ayuntamiento de Cartagena. Dijo Alcaraz que Cervantes siempre quiso ser libre. Manuel Martínez Pastor señaló una vez que la poeta tenía vocación de río, no de lago, a lo que Alcaraz anotó que ese río ha llegado al mar Mediterráneo y bañará los corazones de tantos nuevos lectores de hoy y del futuro. Por su parte, María Victoria Martín González, investigadora y académica de la Real Academia Alfonso X El Sabio, y una de las personas que mejor conocen su trayectoria literaria, recitó, ya depositado el féretro en el panteón familiar, uno de sus poemas en el que la rapsoda cavila sobre el agonizar de la última estrella.

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