Zubimendi redondea la fiesta española en Murcia

No era un partido más. España, la campeona de Europa, jugaba en casa por primera vez desde su cuarta conquista del Viejo Continente. Cuatro meses después de tocar el cielo en Berlín, La Roja estrenaba su nueva condición ante los suyos y lo hacía además el 12 de Octubre, el día de la Fiesta Nacional.

Murcia, engalanada por un encuentro de la selección siete años después, recibió a este equipo que le ha cambiado la fortuna al fútbol español con un tifo conmemorativo en la grada y el grito ensordecedor y unánime de «campeones».

Ya solo faltaba una victoria para redondear la jornada festiva. No era empresa sencilla, con seis titulares en la final de la Eurocopa fuera de combate por las lesiones y un rival de entidad como Dinamarca, pero el tesón de España para madurar un partido espeso por momentos tuvo premio. Y eso que hubo que esperar, pues el tanto de Zubimendi que selló el triunfo llegó en el tramo final. El donostiarra, símbolo de la ‘unidad B’ de España y nuevo faro de La Roja por la grave lesión de Rodri, aupó de volea al conjunto de Luis de la Fuente hasta el liderato de su grupo en la Liga de Naciones y lo aproximó seriamente a la fase eliminatoria del torneo.

La reina de Europa se plantó en La Nueva Condomina con mando en plaza. Posesión larga para desgastar el entramado danés, aunque la primera ocasión fue nórdica, con un balón al espacio para la velocidad de Dolberg y disparo abajo del ex del Sevilla que desbarató Raya, capaz de sostener con solvencia la ausencia de Unai Simón.

Zubimendi, incrustado entre los centrales en el inicio de la jugada, trataba de dar una salida de balón limpia, escoltado por Fabián Ruiz y Pedri en los perfiles interiores. Mientras, Dinamarca, con cinco atrás en fase defensiva, aguantaba replegada a la espera de alguna contra con la que amenazar la superioridad de La Roja.

Tocaba armarse de paciencia hasta encontrar la rendija, que atisbó un lanzamiento de falta muy escorado que Lamine Yamal envió por encima del larguero de Schmeichel. Los destellos del jovencísimo prodigio azulgrana animaron el inicio del encuentro en el Enrique Roca, rebautizado estadio que vestido de gala, demostró que Murcia echa de menos el fútbol de primer nivel, del que su equipo pimentonero lleva demasiado tiempo alejado.

Faltaba algo más de acierto a una España algo espesa, volcada por la banda derecha con las incursiones del todoterreno Pedro Porro. En esas Zubimendi tiró de maniobra karateca para ejecutar un remate acrobático. Fue el toque de corneta, pues la selección redobló la apuesta. Morata no acertó de zurda, y su intentona se perdió lamiendo el poste danés. A continuación, Lamine Yamal tiró de clásico, diagonal hacia dentro y remate con la izquierda que sacó Schmeichel.

Sin embargo, el arreón español dio paso a un tramo de partido un tanto anodino. Se enfrió el ambiente y lo aprovechó Dinamarca para estirarse a través de Eriksen, cuyo pase cargado de veneno al corazón del área solventó Raya, felino y valiente en la estirada.

Lo cierto es que se acercaba el descanso con mejores sensaciones para el conjunto danés, capaz de cercar el área española y avisar con un disparo de Hojbjerg desviado por la zaga local. Pese a ello, el mano a mano ante Schmeichel de Lamine Yamal, muy hábil para ganarse el espacio con el cuerpo, pudo borrar de un plumazo cualquier duda. El extremo del Barça estuvo impreciso en la definición y prolongó las tablas hasta el segundo acto.

Una marcha más

España metió una marcha más tras la pausa y fruto de esa iniciativa llegó un remate de Fabián al lateral de la red. Más clara fue la oportunidad de Morata, que se topó con la salida de Schmeichel tras un gran pase filtrado de Fabián. Entraron Merino, para dar más vigor a la medular española, y Álex Baena, con la misión de encontrar desde el enganche los espacios que La Roja no había sido capaz de vislumbrar hasta el momento.

Así las cosas, España se fue a por el partido con decisión. Otro paso más que corroboró un chut lejano de Pedro Porro y la enésima intentona de Lamine Yamal, no tan lúcido como acostumbra pero siempre peligroso y vertical. La Roja, remodelada en su delantera con la presencia de un rematador puro como Joselu, merecía el premio del gol. Por una vez el fútbol fue justo y caprichos del destino, eligió a Zubimendi, el suplente de lujo que abandonaba su habitual espacio a la sombra. Gran volea del donostiarra, que embocó un balón rechazado desde la frontal del área.

El champán se había descorchado al fin. Debutó Sergio Gómez y la mejor selección de Europa, más cerca del segundo que necesitada de proteger su ventaja, redondeó la fiesta española en Murcia.

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