El casino Felymar, cocina con vistas

Desde Felymar Gastroteca, un pequeño rincón escondido dentro de la plaza de abastos de Caravaca de la Cruz, Rosalía y Felipe se han ido haciendo un hueco en los corrillos del sector colándose en las conversaciones gastronómicas regionales y poniendo en el mapa la ciudad santa a la vez que su forma de entender la hostelería. Pero aquello se les quedó pequeño y hace unos meses se quedaron con la explotación del Casino de Cehegín, donde han encontrado metros, una cocina en condiciones, terraza, unas vistas preciosas y las mesas suficientes para que el negocio cunda.

La zona de la barra ya tiene una sentada. Es bonito el espacio en cada una de las dependencias, aunque una vez que pones un pie en la terraza, es muy difícil volver dentro. Las vistas de Cehegín son muy bonitas y la temperatura, todavía, es buena para comer al fresco.

Felipe es un camarero con altos conocimientos de vinos y, aunque le pido Begastri, que es un ecológico del municipio, me da a probar un rico Vid Salvaje de Bullas elaborado con Macabeo. Si miramos las cartas de los restaurantes que lo están petando en la Región encontramos varios platos comunes como el pan brioche con anchoa del Cantábrico, los tartares, panipuris rellenos o las croquetas cremosas. Pero la verdad es que funcionan. En El Casino empiezo por su anchoa en pan de roll -parecido al brioche-, que en este caso acompañan con una crema de roquefort haciendo que te explote la cabeza por la potencia del sabor. Riquísima. Continúo con una versión de la Gilda del País Vasco. En este es de tamaño XXL y utilizan atún crudo en vez de una anchoa y una salsita de mahonesa que le da más untuosidad y le baja el punto picoso.

La vieira sale de cocina con la coliflor de la mano. Las presentaciones están muy cuidadas y el resultado es muy bueno, pero la carne está tibia y la hubiese preferido más caliente. Los níscalos con salsa carbonara es de esos platos en donde el vehículo podría cambiar durante todo el año y el resultado casi no se vería afectado por el buen sabor de la salsa, la cual me embaulo a cucharadas, primero, y con pan después hasta no dejar nada.

Unos callos imprescindibles

Sigo con unos callos de bacalao absolutamente imprescindibles. Además de los tropezones de chorizo, tocino y garbanzos, en el centro del plato descansan dos soldaditos de pavía para que rompas con la cuchara y vayas acompañandolo todo a la vez. Muy rico.

Para terminar, un pepito de solomillo con crema de trufa en su punto perfecto de cocción, de sabor y de textura. Es increíble pensar que después de un bocado tan potente como el de la anchoa y el roquefort uno pueda ir incrementando el nivel sin saturarse, pero es cierto que cuando se cocina buscando el sabor por encima de la estética, los que disfrutamos de verdad somos los comensales. El Casino Felymar cocina buscando el sabor y la estética, y por eso es un grande de la Región al que hay que acercarse ya sin pensarlo dos veces. Larga vida.

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