Podcast | El atentado terrorista que separó a dos amigos durante cuarenta años

Podcast | El atentado terrorista que separó a dos amigos durante cuarenta años

Transcripción


Ep. 1 · T6

Una muerte, la niebla y un piano

FUERA DEL RADAR | UNA MUERTE, LA NIEBLA Y UN PIANO

José Ángel Esteban: ¿Qué tal? Bienvenidas y bienvenidos de nuevo a nuestras historias.

JAES: Octubre de 2017. Un viajero se baja del tren en la estación de la ciudad alemana de Ulm. En Ulm nació Albert Einstein, y tiene el inquietante sobrenombre de «capital del reino de la niebla».

Ricardo Casas: Yo cogí el tren de Erlangen, que es donde vive mi madre a Ulm, un poco… expectante, no sabía lo que me iba a esperar

JAES: Así que siendo otoño, y siendo famosa por su niebla, podemos imaginarnos la ciudad cuando uno de los protagonistas de esta historia llega a la puerta de la casa del otro.

RC: Y entonces nos empezamos a palpar, a ver cómo, cómo nos tratamos el uno al otro, qué contamos con cierta prudencia.

JAES: Estos dos amigos, dos viejos amigos, tenían mucho que contarse. Quizás, incluso, después de cuarenta años y muchas distancias, demasiado que contarse.

Francisco Uzcanga: Yo lo que sí recuerdo es que además de las anécdotas de la infancia, que es lo primero de lo que hablas, cuando te reencuentras después de 40 años, enseguida encontramos temas de conversación.

JAES: Dos vidas que han ido entrelazándose, rimando, con la música y la muerte, la memoria y el dolor como tejido común… Vidas que han pasado por Alemania, por Madrid, por San Sebastián…

FU: Aquí yo era el alemán, en Madrid era el vasco, en Alemania soy el español. Entonces estás siempre sometido a topicazos y tal…

JAES: Este es Francisco Uzcanga, el dueño de la casa, donde la conversación fluye hasta que se traslada al ático.

RC: Y fue muy muy entrañable, muy entrañable.

JAES: Este es Ricardo Casas, o Richard…

RC: Y acabamos a las tantas con una botella de whisky en la azotea. Departiendo de lo divino y de lo humano, ¿no?

JAES: En esa noche de charla inolvidable, estos dos amigos se cuentan de todo. Que uno es escritor y profesor, que otro es médico y pianista… Y también hablan mucho de sus padres.

FU: Aunque Richard siempre intente comparar, nuestras historias no son comparables.

JAES: No lo son, porque Richard, el viajero de la estación de Ulm, es el hijo de Enrique Casas. Y quien sepa quién fue Enrique Casas, cómo murió, cómo fue asesinado, y lo que significó en la historia reciente de todo un país, sabe de lo que estamos hablando

FU: es probable que nos pregunten nuestros hijos y nuestros nietos en el futuro con perplejidad…

JAES: Y es que Francisco también vivió hasta cierto momento en Euskadi, hasta que le obligaron a marcharse

FU: ¿Cómo fue posible que en este paraíso, como dice Richard, pudiéramos vivir cosas así?

JAES: Porque sobre todo esta es una historia de perplejidad y de distancias. Distancias temporales, geográficas, sociales, ideológicas.

FU: No me lo puedo imaginar. Si estoy aquí viendo la bahía donostiarra, que aquí de repente se matara a alguien…

JAES: Distancias tan enormes como altísimos muros, que Richard y Francisco, con toda la madurez y esfuerzo del mundo, consiguieron superar.

FUERA DEL RADAR. HISTORIAS MÁS ALLÁ DE LA NOTICIA.

EN ESTE EPISODIO: «UNA MUERTE, LA NIEBLA Y UN PIANO»

JAES: Esta historia, que tiene un asesinato en su corazón, atraviesa un continente entero, dos oficios, dos vocaciones bien distintas, el cine, el Quijote, la música y el silencio. Pero, para empezar, hay que viajar a mediados de los años 60 del siglo pasado. Nuestros dos amigos nacieron en 1966, pero desde entonces se han intercambiado los papeles. Francisco vive en Alemania, aunque nació en España, y Richard vive en España, pero nació en Alemania.

RC: Era un chico muy feliz, hacía mucho deporte, tenía muchos amigos y salía, iba al colegio, hacía mis cosas y. Y con mi madre bien.

JAES: Richard pasó sus primeros años solo con su madre alemana, que era enfermera.

RC: Ella trabajaba, tenía muchas guardias. Entonces ella tenía… Está un poco justificado porque ella me criaba solo. Me tenía que dejar las noches solo. Pues tenía angustia de dejar a un niño de cuatro o cinco años solo en casa. Eso para ella era era… yo creo que era difícil y a veces le costaba lidiar con esto.

JAES: Le costaba a ella, y también a él.

RC: Había como una vecindad un poco conflictiva. En donde yo vivía había mucho alcohol, violencia, maltratos y era un ambiente un poco hostil.

JAES: Pero se apañaban. Poco a poco y con dificultades, iban tirando.

RC: Hasta que un día pues me presentó a mi padre. «Mira, este es tu padre». Pues mira, español, exótico y tal y era muy cariñoso y me hacía juegos y lo típico…

JAES: Desde esa primera vez, las visitas de su padre se repetían, más o menos, una vez al año. Algunas veces, Richard pasaba unos días por San Sebastián, donde vivía el padre. Pero cuando cumplió los doce, la visita fue distinta.

RC: Pues mi padre y su pareja que ya era pareja oficial, Bárbara, plantearon la opción de que yo me viniese a vivir a España. Y al final, pues sí, que con 12 años ya me vine a vivir aquí.

JAES: Nos alejamos de Alemania. Ahora, nos vamos al Cantábrico. Sigue contando esta historia Carlos García Fernández

Carlos García Fernández: Hemos contado la infancia de Richard, de Ricardo. Francisco resume la suya de una forma mucho más escueta.

FU: Pasé la infancia, pues la verdad es que en un entorno muy agradable, con una familia normal. Una infancia absolutamente, absolutamente feliz en Alderdi Eder… La Plaza de Gipuzkoa… en La Concha.

CGF: Recuerda bien el 18 de septiembre de 1978.

FU: Bueno, yo lo que sí que recuerdo es que anunciaban al nuevo de la clase, y el nuevo de la clase venía de Alemania. Entonces, claro, había expectación y todos esperábamos pues un chico grande, fuerte, rubio, con ojos azules.

CGF: Todos los alumnos con la mirada fija en la puerta. Y entonces, entra Richard.

FU: Sí, pero lo que sí que llamaba la atención es que tenías un pelo morenazo ensortijado, ojos negros. Entonces todos nos llevamos con una pequeña desilusión. «¿¡Este es alemán!?» Eso sí, no hablaba prácticamente nada de castellano

CGF: En el aprendizaje de idiomas, de la teoría a la práctica hay un buen trecho

RC: Yo había estudiado un método de aprender castellano, un libro durante el verano, y yo digo ya, ya, ya sé bastante. He aprendido bastante. Y cuando llegas a clase y no entendía nada, cero.

CGF: Fue una mañana difícil para el recién llegado. Horas de escuchar a los demás hablando sin entender nada. Hasta que otro niño se plantó frente a él

RC: Y la primera persona que se dirigió a mí en un idioma que entendía era Paco. Me dijo «du bist der neue?» Tú eres el nuevo, no sé qué y tal… entonces ya vi la luz. Y eso me impactó mucho. Por fin una persona que me entiende. Y me sentí un poco arropado.

CGF: Francisco, o sea Paco, aquel primer niño, también tenía madre alemana. Fue una suerte que cayeran en la misma clase. Se hicieron amigos, pero tampoco se puede decir que se hicieran inseparables, porque pronto, cada uno tiró por su lado.

FU: No tratábamos así mucho fuera de clase. Cada uno estaba un poco en su barrio. Y luego también Richard era muy de kárate, luego de piano. Yo era de fútbol…

CGF: El piano, una clave de la vida de Richard.

RC: Ya en Alemania, ya en clase de música me enamoré del piano, de ese monstruo negro que hay en el aula y empecé a tomar clases particulares en Alemania y las retomé aquí en en San Sebastián, de forma reglada, con 15

CGF: Y otra de las claves, por supuesto, es que hablamos de San Sebastián en la Transición.

FU: Las manifestaciones las recuerdo perfectamente, de hecho, hasta hasta desde el balcón de mi casa. Yo las podía ver, pero me lo tomaba como algo normal, o sea, casi casi desde mi inocencia infantil. Era como un espectáculo, como ver una película de vaqueros.

CGF: Francisco vivía en el centro. Era el pan de cada día.

FU: Y claro, ahora, echando la vista atrás, yo por ejemplo, he visto que a 20 metros de donde yo vivía, cuando yo vivía allí, hubo un coche bomba, hubo un ametrallamiento en la avenida. Es decir, que sí, que viví en una época muy, muy, muy complicada, pero como niño no eras consciente. Y por supuesto, en casa no hablábamos para nada de eso.

CGF: El caso de Richard era distinto.

RC: Lo ves como un fenómeno que está ahí, pero que, que, que te es un poco ajeno. A mí, un poco más incluso, porque como vivía en Ayete, pues estaba lejos del foco, donde había esas manifestaciones.

CGF: Eran chavales y trataban de obviarlo. Pero Richard vivía con Enrique Casas, su padre.

RC: Como mi padre se dedicaba a la política, yo sabía que había ahí un problema y que mi padre también estaba implicado porque él iba a funerales y declaraciones y él estaba metido en la política.

CGF: Enrique Casas era una de las jóvenes esperanzas del Partido Socialista de Euskadi. Aún así, cada uno llevaba su vida.

RC: No se hablaba de política. Sí que se hablaba cuando venía gente a casa. A veces vienen algunos políticos a casa entonces, pero hablaba mi padre en el salón con la gente que estaba ahí. Yo no, yo no participaba en esas conversaciones. Yo era pequeño y hacía otras cosas.

CGF: Los dos amigos, Paco y Richard, dejan de verse definitivamente poco después: Francisco se muda.

FU: Yo recuerdo el día en el que nuestro padre nos reunió a los tres hermanos y nos dijo que nos íbamos a Madrid. Nos dijo que le habían dado un trabajo allí y bueno, pues pues ahí nos nos fuimos.

CGF: Ahora es Francisco el que llega a un sitio nuevo. Pero ya, claro, con más experiencia.

FU: A mí irme a Madrid en principio fue un trauma. Yo recuerdo que mis amigos me decían territorio comanche: en Madrid pegan a los vascos. Recuerdo que en el recreo nos sentábamos en un banco y estábamos ahí esperando a que un madrileño nos dijera algo por ser vascos para abalanzarnos, pero nadie nos decía nada. Les dábamos totalmente igual.

CGF: De la supuesta tensión a la indiferencia y después, a la simple y llana tristeza

FU: Yo pasé dos años prácticamente sin amigos, añorando Donosti totalmente. Odiaba, por ejemplo, que no lloviera. Cosas de estas… Me costó, me costó mucho, mucho integrarme.

CGF: Finalmente, también eso pasó. Francisco pudo encontrarse a sí mismo en Madrid. Eran los años ochenta.

FU: Tardé dos años, luego ya pues ya que si luego Madrid también era una ciudad en aquella época muy divertida, con la con la movida y tal, pero sí que fue duro.

CGF: Movida madrileña, sí, pero sin perder de vista a Euskadi.

FU: Y entonces empezamos a tener una relación muy extraña con el País Vasco, casi casi esquizofrénica, porque estábamos obsesionados con el País Vasco. Estamos deseando que acabara la ETA para volver. Era nuestra obsesión volver.

CGF: Solo en 1980, ETA mató a 97 personas. Fue el peor año. A Francisco Madrid le daba diversión, incluso tranquilidad, pero de ahí a sentirse madrileño había un trecho demasiado grande.

FU: De hecho, ejercíamos de vascos. Íbamos a los locales donde había rock radical vasco, bebíamos pacharán. Era una cosa un poco, no sé, algún psicólogo lo sabrá, lo sabrá, lo sabrá explicar.

José Ángel Esteban: Dos amigos van perdiendo poco a poco la amistad. Es ley de vida y no hay Internet. Francisco abriendo la mente en Madrid, Richard sin renunciar a su independencia, con su piano y sus estudios en Donosti.

RC: Es que no, no hubo despedida porque Paco desapareció y yo también desaparecí, porque a los dos años yo me cambié de colegio.

JAES: Pero el 23 de Febrero de 1984, esta historia cambia por completo. Era plena campaña electoral y Enrique Casas se presentaba a las elecciones como cabeza de lista por Guipúzcoa del Partido Socialista de Euskadi. Richard y Francisco no tenían ni veinte años.

Ramón Jáuregui: Recordamos todavía. Y lo hacías tú mejor que nadie el domingo pasado, en una entrevista que te hacían en el Diario Vasco con un titular que nos dejó a todos de nuevo desgarrados, el titular decía «El horror de ver ahí a Enrique boca abajo, con la espalda llena de balazos no se me borra».

JAES: En 1984 asesinaron a Enrique Casas en su propio domicilio. En 2024 se siguen haciendo homenajes.

RJ: Son palabras que nos recordaron aquel día, pero ya sabemos de sobra quiénes lo mataron. Y sabemos también de sobra la extrema crueldad con que lo hicieron. Pero no estamos aquí para eso. No recordamos el día. Le recordamos a él.

JAES: Era Ramón Jáuregui, antiguo compañero de Enrique Casas. El atentado lo cometieron los Comandos Autónomos Anticapitalistas, una especie de escisión de ETA. El de Enrique Casas fue el último de sus aproximadamente veinticinco asesinatos.

JAES: En esa entrevista para el Diario Vasco que recordaba Jáuregui, Richard lo contaba así:

RC: Bueno, estaba en mi cuarto y abrieron la puerta. Y empezaron los disparos y los gritos y tal. Por instinto… muchas balas. Una te puede tocar a ti, ¿no?

JAES: Haciéndose pasar por operarios municipales, los terroristas dispararon cuando Enrique abrió la puerta para atenderles.

RC: Entonces ya por protegerme salí a la terraza. Y cuando acabó el tiroteo, ya me metí. Había mucho humo de pólvora. Y tenía un poco de pitido en los oídos de cuando el ruido era fuerte. Entonces yo no quería ver a mi padre porque ya sabía lo que había pasado. Por lógica, era imposible que hubiera sobrevivido. Y ya empezó toda la vorágine de la ambulancia, los medios…

JAES: Enseguida volvemos.

[PAUSA]

FU: Yo recuerdo exactamente cuando yo leí la noticia de del asesinato del padre de Richard. Mi padre traía siempre de la oficina El País y el Diario Vasco, y yo lo leí allí me quedé… Me impactó muchísimo porque por primera vez me tocaba, me tocaba muy de cerca y recuerdo que le escribí una carta a Richard. No fui al entierro y al funeral. De eso me arrepiento. Sí. Y luego recuerdo que a partir de ahí ya. Me hastié y decidí no saber nada más del País Vasco.

JAES: Mientras en Donosti se llevaba a cabo uno de los funerales más multitudinarios e importantes de esos años, de los que empezaron a cambiar la mentalidad de muchos, Francisco, en Madrid, tuvo una reacción muy fuerte contra todo lo que envolvía aquel episodio.

FU: Ya esto se acabó para mí, yo ya me me olvido y estuve mucho tiempo, no con odio ni con rencor, pero sí con un absoluto distanciamiento, una especie de muro. Yo no quiero, me quiero abstraer de todo lo que viene de allí.

JAES: Lo llevó hasta las últimas consecuencias, y se acabó marchando a Alemania. Allí, se desentendió de su tierra, del ambiente, de los problemas. Estudió dos carreras, empezó a trabajar, y desde entonces allí vive, en la casa de Ulm, claro, la casa en la ciudad de la niebla. Pero le quedaba una cosa por confirmar.

FU: Cuando mi padre me lo dijo por primera vez oficialmente, que fue un viaje que hicimos a Extremadura en el año 92, me acuerdo porque eran las Olimpiadas de Barcelona… Yo ya lo sabía.

JAES: Cuando el padre de Francisco se había mudado de San Sebastián a Madrid no había sido del todo sincero. No había encontrado otro trabajo.

FU: Mi padre, que era un donostiarra de pura cepa, ya te digo, un donostiarra casi casi de caricatura… Nunca pudo entender cómo le echaron de su tierra. Ni siquiera sabía exactamente los motivos, porque mi padre no era ni político ni empresario…

JAES: Amenazas, presiones, y exilio.

FU: Y a mi padre sí que le amargaron la vida. Cuando él me lo dijo oficialmente y además me lo dijo: «Fueron los que luego mataron al padre de tu amigo». Y yo me quedé callado.

JAES: Los comandos autónomos anticapitalistas.

FU: Yo sabía que el tema lo dijo en un momento de debilidad, pero luego tampoco siguió hablando y entonces yo no, no quise volver. Y de hecho nunca hemos hablado así abiertamente del tema.

JAES: Sigue contando esta historia, Carlos García Fernández.

Carlos García Fernández: Richard estaba estudiando la selectividad el día del atentado. Estaba en casa. Sus hermanos y Bárbara, la mujer de Enrique Casas, habían salido. Después llegó la avalancha de medios, homenajes, miradas.

RC: Tienes que hacer de tripas corazón, sobreponerte, vivir el día a día. Eso fue un poco duro, ¿no? Tenías que estudiar. Yo intenté hacer mi vida normal, y tirar palante.

CGF: Trató de seguir con su vida. Volvió a Alemania, con su madre, y después pasó por Zaragoza, otro mundo.

RC: Como otro universo con menos lluvia, la gente alegre en la calle, sin amenazas, sin problemas. Todo el mundo estaba feliz y tú participabas en esa felicidad.

CGF: Estudió medicina y siempre siguió con el piano. Se mantuvo fiel a esa pasión desde que vio al monstruo negro que había en el aula cuando era pequeño, un medio de expresión por el que se movía como pez en el agua. Y aquí tenemos que hacer un cambio de escenario. Y por una vez, no nos vamos a Alemania. Fuentealbilla es un pueblo de Albacete de menos de dos mil habitantes. Uno de sus más célebres vecinos acababa de hacer una donación, años antes de marcar un gol muy importante.

RC: El concejal de Cultura de Fuentealbilla, el pueblo este de Albacete, quería organizar un festival de música gracias a un piano que donó uno de sus ciudadanos ilustres que es Andrés Iniesta.

CGF: El concejal quería proyectar cine mudo con piano en directo. Y ese piano necesitaba un pianista. Tras una carambola del destino, un amigo que conoce a una amiga, se lo ofrecieron a Richard.

RC: Me llamó, me propuso musicalizar la película de ‘El Chico’ de Charlie Chaplin. Yo no entendía nada. Y preparé una especie de banda sonora, y en abril del 2009 estrenamos ese evento y por lo visto aquello fue un éxito tremendo.

CGF: Comenzaron a viajar por los pueblos de alrededor. Éxito tras éxito. El niño alemán que había vivido un atentado, el médico Richard Casas, estaba haciendo la Ruta del Quijote del cine mudo. Recuerda muy bien una noche en Nerpio.

RC: Había un señor muy mayor, de 80 a 90 años, renqueante con un bastón y nos hacía señales con el bastón, desde lejos, y digo nos querrá decir algo y le esperamos. Y cuando se acercó dice «¿Sois vosotros los músicos del cine?» Sí, sí, sí, somos nosotros. Y al hombre se le empezaron a poner los ojos vidriosos. Dice «Esto es lo más bonito que he visto en toda mi vida». Y nos quedamos sin poder reaccionar. Estuvimos media hora de viaje por la sierra sin abrir la boca.

CGF: Richard se ha vuelto adicto a este tipo de improvisaciones, y a la gente. Ya ha tocado en los premios Princesa de Asturias, en la Seminci, en el Museo Ruso de Málaga, pero siempre vuelve a sus pueblos manchegos.

RC: Yo voy adaptando la trama acorde a la reacción del público. Si hay risas, si no hay risas, entonces hay experiencias muy, muy curiosas. Siempre es como estar ante un toro. No sabes por dónde te va a venir, ¿no? te lo imaginas y…

CGF: Y en el año 2011, cuando Iniesta ya había marcado ese gol, Francisco recibió un correo electrónico.

FU: Estábamos los dos en una lista de email que había organizado una compañera nuestra de clase y entonces me escribió «Hombre ¿que tal?». Y me dijo que vivía en ese tiempo en Valladolid…

CGF: Y en 2017, los dos antiguos amigos… aquellos chicos de las vidas paralelas… los de ese «Du bist der neue?» se encontraron en Ulm por fin, se encontraron en Ulm, para disipar un poco la niebla de tantos años. Comieron, bebieron, se contaron toda su vida, y todas sus heridas.

FU: Ya nos habíamos tanteado por email y sospechado que podría cuajar el reencuentro. Es cierto.

CGF: Esa noche terminó de cuajar una amistad puesta en pausa cuarenta años atrás. Y ha dado frutos.

FU: Si hemos conseguido sacar un libro juntos sin enfadarnos. Yo creo que ya no puede haber otro motivo y…

RC: Y si no, lo arreglamos a hostias… (Risas) Pero con cariño.

CGF: Francisco, alejado de todo lo que había sido la memoria de su tierra, de su origen, sintió la necesidad de escribir la historia de Richard un día muy concreto. Estaba en casa trabajando, mientras su hijo estudiaba para selectividad.

FU: Un día estaba en casa y sonó el timbre. No me apetecía abrir. Acabé abriendo la puerta y vi a dos operarios vestidos con monos de trabajo, que estaban en el umbral de la puerta. Querían reparar la caldera y yo me sobresalté porque fue así como ocurrió el atentado. No? El padre de Richard abrió la puerta a dos terroristas que estaban camuflados como como obreros que estaban abriendo una zanja y le pedían que retirara el coche. Y entonces él abrió la puerta y lo mataron.

CGF: Francisco no pensó en otra cosa todo el día. Le dio vueltas y más vueltas.

FU: Y me hizo como una especie de clic, sin creer yo en coincidencias ni en llamadas especiales. Pero me hizo clic. Y ese día recuerdo que subí a mi despacho y le propuse a Richard escribir el libro.

CGF: A Richard le sorprendió la propuesta. Lo pensó, pero puso una condición.

RC: Sí que le forcé a que contase también su historia, no solo desde mi perspectiva, sino de la suya que acaba de relatar con lo de su padre.

CGF: Francisco aceptó, viendo en su amigo algo mucho más que una víctima, alguien dueño de una vida muy compleja…

FU: que es muy, muy laberíntica, muy bonita, que es una vida muy novelesca, muy, muy, muy literaria. Y esa era mi idea. Evidentemente, el tema del atentado había que tocarlo. Pero si te lees el libro, es decir, hasta la página 90 y tantos no aparece, ¿no? Es decir, no es el centro del tema.

JAES: El padre de Francisco, exiliado, alejado de todo lo que le gustaba, aún le hizo un regalo importante a su hijo.

FU: Luego él me regaló una revista monográfico sobre la cultura vasca y a partir de ahí yo me reencontré, él me dio como digamos, a entender, o sea, como para darme luz verde de lo mucho que él quería al País Vasco y que él se empezaba a reconciliar. Y ahí empecé yo también a volver.

JAES: Consiguió que se volviera un apasionado de la cultura vasca, que recuperase una parte importante, fundamental, de sí mismo.

RC: Me ha gustado mucho el relato de Paco con su padre, porque yo creo que se habla poco de esto. Qué trágico que tengas que irte de tu propia tierra por una banda mafiosa que que te amenaza, ¿no?

FU: Solamente por puntualizar: Mi padre en Madrid nunca hizo un amigo. Todos sus amigos eran o bien amigos de aquí que vivían allí, o bien otros exiliados que fueron llegando.

JAES: Una historia sobre dos padres y dos hijos. Sobre el padre de Francisco…

FU: El triunfo de la Real, la primera Liga de la Real. Claro, esa euforia le hacía ver todavía más la tragedia de no estar allí. ¿No?

JAES: …y sobre el de Richard.

RC: Un hombre tranquilo, sereno, equilibrado, sensato, muy. No sé, como un poco un polo de equilibrio. Siempre un referente sólido y cariñoso.

JAES: Y sobre una amistad que se puso en pausa cuarenta años y ha conseguido revivir en un libro. El título: ‘Eso que llamabas paraíso’, lo edita Libros del K.O.

RC: Esto sí que sí, que te ayuda a hacer un relato, un relato de de tu postura con todo lo que ha pasado.

FU: Podría decir que sí, que sí, que el libro ha sido un poco como la culminación de la del reencuentro con mi ciudad.

JAES: Muchas gracias, a Francisco y a Ricardo, a Richard, por su generosidad al contar esta historia. También a Daniel Soriazu por realizar la entrevista en San Sebastián y a Carlos García Fernández por editarla y narrarla. Esta ha sido una de nuestras historias de Fuera del Radar, la primera de su sexta temporada, el podcast de periodismo narrativo que va más allá de la noticia. Soy José Ángel Esteban, gracias por escuchar.

Fuera del Radar es un podcast narrativo producido por los periodistas de las cabeceras regionales del grupo Vocento. La coordinación general es de Carlos García Fernandez y de Luigi Gómez Cerezo, que también han hecho la edición. La producción técnica es de Iñigo Martin Ciordia, el diseño sonoro y la mezcla de Rodrigo Ortiz de Zárate, la dirección y producción ejecutiva de José Ángel Esteban.

Enlace de origen : Podcast | El atentado terrorista que separó a dos amigos durante cuarenta años