El eterno octubre de Francisco esperando cobrar la Dependencia: «He pedido para comer»

El eterno octubre de Francisco esperando cobrar la Dependencia: «He pedido para comer»

Jueves, 17 de octubre 2024, 13:49

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Para los beneficiarios de la Dependencia en la Región, el mes de octubre se ha convertido en el más largo del año. A dos semanas de que acabe, muchos siguen esperando el pago de las prestaciones que les corresponden para sufragar gastos en terapias y cuidadores. Es el mayor retraso en la liberación de la partida, que debe abonar el Gobierno regional, desde los años más duros de los recortes que siguieron a la crisis de 2008, lo que ha llevado, en muchos casos, a situaciones desesperadas.

En casa de Francisco Morata, un cartagenero de 58 años, el frigorífico ya no contiene prácticamente nada. Hace cinco años tuvo que dejar su trabajo para hacerse cargo del cuidado de su mujer, que se encuentra en tratamiento por su tercer cáncer, y de su hijo de 34 años, afectado por una encefalopatía anóxica.

Los 495 euros que debía haber recibido ya –315 del grado II de su hijo y 180 del grado I de su mujer– son cada mes el salvavidas con el que r cubriendo los gastos básicos hasta el día 24, cuando la familia recibe el ingreso de la pensión no contributiva de su mujer y una ayuda alimentaria para su hijo de 517 y 470 euros, respectivamente. «No llega a mil euros, y yo no tengo paro porque no he cotizado lo suficiente y he tenido que ejercer como cuidador no profesional. Con eso, paga la luz, el agua, el teléfono, que hoy en día es una cosa imprescindible, la comida, y las cosas que tiene el crío», lamenta.

«Antes cobrábamos del día 5. Luego empezaron a pagarnos entre el 5 y el 10, y ya llevamos varios meses con retrasos insostenibles –afirma– . Ahora estamos a día 17 y en mi cuenta todavía no hay nada».

La demora le ha llevado a tener que pedir, «con mucha vergüenza», comida a sus vecinos. «Ayer uno me dio dos patatas. Otro me da dos huevos. Bajo al bar y les digo: ¿Me dejas una barra de pan, por favor? Estoy muy agobiado, de verdad. Estoy muy mal», dice con un temblor en la voz del que intenta reponerse rápidamente.

Rocío Huertas es una de esas vecinas que ha intentado echarle una mano. El miércoles le compró el pan. Y eso que ella también es una de las afectadas por los retrasos de la Dependencia y no atraviesa, precisamente, una buena situación económica. El mayor de sus tres hijos, de 11 años, tiene reconocido un grado III, el más grave. «Con lo que cobra mi marido no me da para pagar casa, alquiler, agua, luz, la terapia, los pañales, las comidas y las medicaciones. Esa ayuda, que en mi caso son 455 euros, me hace mucha falta», subraya.

Radioterapia pospuesta

Y no solo para comer. Ese dinero hace falta a veces para atender cuestiones de salud que, en el caso de Francisco, que debe llevar a su mujer a tratamiento oncológico periódicamenter, han tenido que quedar pospuestas. «Vivo en el Estrecho de San Ginés y tengo que llevarla al Santa Lucía. Teníamos una cita para una sesión de radio y he tenido que llamar para aplazarla porque no tengo ni gasolina».

Como él, más de 50.000 beneficiarios de la Dependencia se ven afectados por estas demoras en la Región sin obtener explicaciones ni garantías de que no vuelvan a repetirse. «Llamamos una y otra vez al teléfono de atención de la Comunidad y la respuesta siempre es la misma: ‘Tenemos hasta el día 31 para pagar’», denuncian.

En Lorca, Vanesa Avellaneda, que tiene una hija menor con trastorno del espectro autista con un grado III reconocido, revisa la cuenta insistentemente. «Hago una terapia el día 1 en una clínica de Alicante, que son 460 euros más los gastos de llevarla. Dependo de los 455 euros que me dan por ella para comer, porque yo cobro 1.200 euros. Estoy sola y he tenido que dejar de trabajar y coger la Cume –una ayuda para cuidadores de menores con enfermedad grave– para poder estar con ella», cuenta.

Ana Díaz, de Fuente Álamo, que tiene un marido con problemas psiquiátricos y una incapacidad total por pérdida de visión, adelanta que ya estudian movilizaciones. «Somos la única comunidad que no ha cobrado. Los afectados usamos ese dinero para terapias, logopedas, para movilizaciones corporales. Si en los primeros días del mes no lo cobramos, ya no podemos llevar a nuestros hijos, padres, madres a estos servicios», asevera.

Una situación «puntual»

Desde el Gobierno regional señalan que el retraso sufrido este mes se ha debido a una situación «puntual», e informan de que la Consejería de Economía, Hacienda, Fondos Europeos y Transformación Digital, a instancias de la de Política Social, ha liberado ya el pago. «El cobro es inminente», adelantan. De hecho, las mismas fuentes señalan que este mismo jueves han comenzado a llegar los primeros pagos, mientras que personas de diversas entidades bancarias los recibirán en los próximos días.

Sin embargo, los afectados niegan que se trata de algo excepcional. «Entre mayo de 2023 y mayo de 2024 ya nos empezaron a pagar del 5 al 9. Y en julio, las familias recibieron el dinero el día 16», relata. «En agosto cobramos el día 2 y nos cerraron la boca, pero en septiembre el pago llegó el día 13. Y este mes ya ha sido el colmo».

La Comunidad desvía la responsabilidad a Madrid: «Se ha dado una circunstancia como consecuencia directa de la infrafinanciación que sufre la Región de Murcia, que recibe 650 millones de euros menos al año que la media de comunidades autónomas y 1.370 millones respecto a la comunidad mejor financiada», señalan desde el Ejecutivo regional. «En el caso de la Dependencia el caso es sangrante, ya que el Gobierno de España aporta sólo el 25% cuando está por ley obligado a financiar el 50% lo que ha hecho que el Gobierno regional tenga que asumir el 75% del pago. Esta situación ha hecho que en los últimos seis años se hayan tenido que asumir con fondos propios 422 millones de euros que corresponden al Gobierno de España», añaden las mismas fuentes.

La explicaciones no sirven a los afectados. «Nosotros necesitamos un día exacto de pago. Tener una certeza». Algo con lo que planificar el mes sin tener que vivir «con el alma en vilo». «No podemos cobrar la nómina de septiembre a finales de octubre. No pedimos tanto».

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