El murciano que conquistó Australia

El murciano que conquistó Australia

Jueves, 17 de octubre 2024, 19:05

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Aún no existía Instagram cuando Miguel Maestre tuvo que esconderse entre unos arbustos para lograr escabullirse de la Policía australiana. Fue tras una redada contra la inmigración ilegal en el restaurante donde trabajaba. Se había quedado descalzo aquella noche Miguel Maestre (Murcia, 1979) porque decidió quitarse los zuecos del curro para correr más rápido y que los agentes no le pillaran. Cualquier cosa menos dejar que las implacables normas contra la inmigración ilegal en Australia cayeran sobre los manchurrones de su chaquetilla.

«Cuando me aseguré de que había pasado el peligro, -relata Maestre al otro lado del teléfono sin dejar de reír- me subí a un autobús para que me llevara a casa. El conductor me miró de arriba a abajo, porque iba hecho un desastre, lleno de mierda y descalzo; y me dijo: ‘un día duro, ¿eh?’ Y me pagó el viaje. Varios años después, ya siendo una persona conocida; después de que mi mujer se comprara un cochazo, volví a subir a un autobús. Y el conductor volvía a ser aquel hombre de hace años. No me lo podía creer. Le pregunté: ‘¿sabes quién soy?’. Y me dijo: ‘sí, el del programa de la tele’. Saqué cinco dólares y le dije: Esto es por aquel viaje que me pagaste cuando más lo necesitaba. Ya no te debo nada. Muchas gracias».

Valga esta anécdota, que Miguel Maestre relata preso de la emoción, para ilustrar el camino de espinas (entre las rosas) que este murciano ha tenido que atravesar para llegar al lugar que hoy disfruta, y que le hace darse «pellizcos» de vez en cuando para asegurarse de que no es un sueño. Porque Miguel Maestre, que empezó a trabajar en Australia como un camarero ilegal más, acabó montando su propio restaurante y hoy es toda una estrella de la televisión. Un tipo al que cualquier suegra de Oceanía se lo llevaría para casa a la hora de la cena. Y que se quedara para preparar el desayuno, si eso.


Miguel Maestre prueba una de las paellas gigantes que elabora para miles de personas.


«Los inicios fueron durísimos», resume. «Al final tuve que pagar 14.000 dólares para obtener los papeles y poder trabajar y residir de forma legal». Miguel Maestre salió de su Murcia natal con 18 años, la mochila llena de ilusiones y los bolsillos vacíos con destino a Edimburgo (Escocia). «No tenía ni puta idea de inglés», reconoce. «No entendía nada de lo que me hablaban, aunque al principio solo cortaba cebollas y pelaba patatas. Ofreciéndome gratis a todos los restaurantes que podía. La gente flipaba conmigo».

«Por amor»

En Escocia conoció a Sascha, una australiana que después acabaría siendo su esposa y madre de sus dos hijos, y que le enganchó lo suficiente como para arrastrarle a unas antípodas que ahora le adoran: «Claro, yo me vine a Australia por amor», zanja con otra carcajada ‘made in Miguel’. Bueno, por amor y porque en Australia hace menos frío y llueve menos que en Edimburgo. Y, además, porque allí hay zonas donde se pueden pescar gambas de medio kilo con las que Miguel Maestre hace unas paellas gigantes de las que los australianos no dejan ni un solo grano de arroz… de Calasparra. No sin antes subirlas a las redes sociales como si no hubiera un mañana.

Ahora ya existe Instagram. Pero, por mucho tiempo libre que uno tenga, incluso por mucha adoración que uno sienta por el personaje, es prácticamente imposible llegar a ver todo el contenido que Miguel Maestre ha publicado en los últimos meses, ya no en los últimos años, en redes sociales. Maestre se hace llamar ‘the crazy bull’ (el toro loco), que es el mismo nombre del restaurante español que montó en Australia con capacidad para 600 personas, cuando empezó a subir escalones. «Allí servíamos de todo. Teníamos hasta la típica paella valenciana, con sus garrofones y todo. Pero eso no se lo comía nadie. Eso sí, cuando cambiamos los garrofones por el chorizo con pollo, servíamos paellas como locos. Donde fueres, haz lo que vieres», defiende.

La vida «esclava» de cocinero en el restaurante pasó a mejor vida hace tiempo. «Cambié el sueño de ser cocinero por el sueño de ser padre», asegura. Y, ahora mismo, cuando Miguel Maestre acaba de dar de cenar a sus hijos en casa, nuestro ‘murciano fuerte’ en Oceanía es lo más parecido a una multinacional con patas con varias líneas de negocio abiertas y un montón de proyectos en mente. Todo ello después de haber dado de comer también, como cocinero de la zona VIP de Emirates, a ‘celebrities’ de la talla de Enrique Iglesias, Oprah Winfrey o Elsa Pataky, una de las actrices con la que más coincide por aquellos lares porque está casada con la súperestrella australiana de cine Chris Hemsworth. «Me dijo de ir a su casa a hacer un arroz. Yo tenía que pellizcarme», admite.


Junto a la actriz Elsa Pataky en una fiesta en Australia. La verdad


‘The crazy bull’ acumula más de 263.000 seguidores en Instagram, y tiene la agenda más apretada que un arroz con cosas de la ‘commonwelth’. Demostraciones de cocina que son lo más parecido «a un Entierro de la Sardina», programas de televisión vistos por millones de telespectadores, decenas y decenas de productos gastronómicos españoles con su cara en los supermercados… «De la tarta de queso vendemos más de 2.000 unidades al día. Es una locura», define. Pero, sobre todas las cosas, Maestre es un auténtico ‘gastroshowman’ «con mucha jeta». Lo que no está reñido con poseer la Cruz del Mérito Civil, que el Rey le otorgó en 2014.

Sobrino de Tomás Maestre, emigró a Escocia a los 18 años «sin tener ni puta idea de inglés»

También es una sonrisa permanente seguida de una carcajada potente, la amabilidad personificada y un torbellino con una energía descomunal el sobrino del archifamoso Tomás Maestre y antiguo alumno de Maristas. «Suspenso en los estudios y sobresaliente en lo social. Me han dado muchas collejas», vuelve a reír. Tampoco tuvo que estudiar mucho para ponerse el mundo por montera y salir al extranjero a buscarse la vida «como una potra salvaje, a lo loco», resume. Toda la sabiduría culinaria era la que llevaba de serie gracias a su madre, que no era poca. «Los españoles tenemos mucha suerte del ADN culinario que hemos heredado en nuestras casas».


El cocinero murciano, en una de sus demostraciones.


LV

Paella… de antílope

Lo dice alguien que se jacta, y tiene galones para ello, de haber introducido la cocina mediterránea en un país donde «los hombres no saben hacer ni un huevo frito». Alguien, como Miguel Maestre, que ganó un concurso en África «porque tenía una paella para cocinar. Los concursantes podíamos llevarnos un objeto personal a la aventura. Uno se llevó una almohada, otro apareció allí con un paquete de cigarrillos… Y yo me llevé una paella. Me hice una paella de antílope increíble», admite. Es más, reconoce que, de la película de ‘El Rey León’, al único animal que no se ha comido ya es «al león». Y vuelve a desternillarse.

Ganar aquel concurso le proporcionó un suculento premio de 264.000 euros. «Un disparate» que destinó a «campañas de salud mental». Porque uno de los retos que se ha propuesto ahora Miguel Maestre es «devolver algo de lo que Australia me ha dado». Él, que parece que ya lo ha hecho todo en la vida, tiene muy claro que esto «no ha hecho más que empezar».

«Me encantaría volver y fusionar las dos gastronomías. Ser profeta en mi tierra»

-¿Y qué le queda por hacer?

-¡Muchísimo! Tengo un montón de proyectos. Lo último que tengo en mente es el ‘Paellatrón’. Tengo una paella de tres metros que compré en España y la uso para mis proyectos solidarios. Ahora está apretando la economía, y la gente lo está pasando mal. Así que mi idea es hacer paellas gigantes y dar de comer a la peña por ahí, a lo bestia. Estoy trabajando con varias organizaciones para sacar el ‘paellatrón’ y sacar mil platos de paella donde haga falta. Yo creo en el equilibrio de la vida. Pero siempre con jaleo, que es lo que me gusta. Liarla.



Dos de los productos que Maestre vende en los supermercados.


LV

Imagen secundaria 1 - Dos de los productos que Maestre vende en los supermercados.

Imagen secundaria 2 - Dos de los productos que Maestre vende en los supermercados.

También le gusta a Miguel Maestre, por encima de otras muchas cosas, «el caldero», del que se puede comer unos cuantos platos cada vez que recala en su tierra natal, generalmente «por Christmas». Tampoco le hace ascos al «arroz y conejo al fuego de sarmiento». Se deshace en elogios el cocinero hacia la despensa de la Región de Murcia, «desde el Mar Menor y el Mediterráneo hasta la huerta». Y sigue muy de cerca a los nuevos exponentes de la gastronomía regional: «María Gómez -Magoga- y Juan Guillamón -Almo- lo están haciendo muy bien», piropea a dos de nuestras Estrellas Michelin. «Salvador Fernández, el del Borrego. Y este chico de Local de Ensayo, David [López]. Hay cocineros que están haciendo una cocina muy dinámica, muy innovadora, y que cuentan con una ventaja acojonante con los productos que hay en la Región de Murcia. Yo aquí no puedo hacer un caldero tan rico como allí, ni siquiera con las gambas de medio kilo del golfo de Carpentaria», sigue riendo. Eso sí, también tienen por aquellas tierras «un cangrejo que es como una langosta y le va muy bien al arroz. Cuando eres cocinero, lo bonito es utilizar lo que tienes cerca». Y, además, que las comparaciones siempre son odiosas.

-¿Y volver a Murcia para montar uno de sus negocios?

-Me lo he planteado muchísimas veces. Siempre lo he tenido en la cabeza pero, cuando se ha dado la oportunidad, nos ha surgido aquí algo que nos ha impedido llevar a cabo el proyecto en Murcia. La iniciativa australiana ha pesado más. Es como si Australia no me dejara volver. Pero sí que me gustaría. He tenido ofertas de la televisión española, y nos hemos quedado a punto de hacer algo. También me gustaría hacer algo donde pudiera fusionar las dos gastronomías. Me encantaría ser profeta en mi tierra. Aunque sea estar al lado de Chicote, cortar cebollas con él y decirle: «Vamos a hacer una paella de cocodrilo que te vas a cagar».

Y venga otra carcajada.

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