Tributo de Carlos Alcaraz a Rafa Nadal en su último duelo

Tributo de Carlos Alcaraz a Rafa Nadal en su último duelo

Laura Marta

Jueves, 17 de octubre 2024

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Es una exhibición, la de Riad (Arabia Saudí), pero no deja de ser un regalo para el tenis, español y mundial, este último choque entre el futuro y el ya sí, pasado del tenis. Un Carlos Alcaraz – Rafael Nadal envuelto en brillantina y algodones por este escenario irreal y construido en dólares que es el Six Kings Slam. Se respetan al máximo, mostrado en esos intercambios que se dedicaron, más propios del tenis del ayer, que tan bien representa el balear, que el del hoy, cuyo uno de los mejores exponentes es el murciano.

También lo demostraron porque comenzaron con el freno de mano echado, que hay un objetivo mayor dentro de un mes, en la Copa Davis, cuando ya sí, Nadal golpeará su última pelota como profesional, pero se les fue yendo de la cabeza conforme pasaban y pasaban la pelota por encima de la red.

Antes de este duelo de altura, choque de dos eras, pasado y futuro frente a frente, emociones en ambos lados de la red, hubo unos teloneros de excepción. Jannik Sinner y Novak Djokovic no tienen modo exhibición y se jugaron el pase a la final a cara de perro, con triunfo del italiano por 6-2, 6-7 (0) y 6-4. Con más cariño se trataron los españoles después, pero no con ello menos adrenalina.

Hay tiento en los primeros movimientos de Nadal, cogiéndole el truco a la pista e intentando no desentonar ante la falta de rodaje –su último partido oficial fue en los cuartos de final de París 2024, haciendo pareja con el murciano, precisamente–, y los obuses de un más cómodo Alcaraz. Le cuesta el inicio, entregado su saque en blanco, y el de El Palmar no le ofrece compasión. No la quiere Nadal, que sigue siendo el rey pues es él quien se lleva los mayores aplausos cuando empieza a coger tono en el encuentro.

Una pista muy rápida

No es el Nadal de las grandes gestas, que le cuesta llegar a lo que propone el rival, pero qué más da, es Nadal, dueño de la derecha envenenada incluso en esta pista tan rápida, de los reveses cruzados que acribillan al murciano y despiertan los mejores recuerdos y de esos sutiles toques de muñeca con los que ha encandilado a todos en estos veinte años de carrera. Esos con los que aguanta en un primer set equilibrado pese al break en contra inicial porque encuentra pequeños errores de Alcaraz, del que recibe también aplausos de reconocimiento porque, simplemente, es quien abrió el camino que ahora sigue él.

No fue el Nadal de las grandes gestas y le costó llegar a lo que propuso el rival, pero compitió y cayó derrotado con honor

Es, como dice su entrenador Carlos Moyà tras el primer set, uno de los últimos viajes que vive el balear como tenista profesional, con ellos como equipo, por lo que se disfruta del encuentro por encima de cualquier error, y también lo hace el de Manacor en la pista, consciente de que son los últimos momentos en los que sentirá la adrenalina de la competición, una de las cosas que más añoran los que se despiden, y el cariño de los aficionados, puestos en pie con cada respuesta con la que intenta frenar la velocidad de Alcaraz y, sobre todo, con ese ‘Vamos’ tan característico de este tenista irrepetible.

Le cuesta llegar a Nadal, pero no cede, como no lo ha hecho nunca y no empezará ahora, ante el desánimo de comprobar que las piernas no están a tono para este tenis vertiginoso y en esta superficie que no es la que mejor lo ha tratado. Sigue intacta la esencia, la paciencia, el olvidar los fallos –dobles faltas, sobre todo–, el trabajarse otra oportunidad por si el otro se confía y puede entrar con su derecha o su revés donde no lo consigue la velocidad de piernas.

Un adiós a la altura

Pero Alcaraz ha aprendido mucho del balear, es su ídolo, y como tal lo trata en el segundo set, sin bajar el ritmo de golpeo ni de desplazamientos por la pista, concediéndole el honor de ver una versión suya de alto nivel en este partido para el recuerdo de los dos. El último como profesionales, aunque sea un torneo sin puntos ni trofeos para la vitrina. Qué más da. Es un Nadal-Alcaraz, el cuarto de su corta historia juntos. Por eso se suelta el balear, que se olvida de todo y deja surgir lo que es: el que nunca se rinde, el de las derechas supersónicas, el que encadena tres reveses cortados porque el rival llega a todo y se permite sonreír con el puño en alto cuando por fin lo deja clavado al otro lado. El Nadal que se resiste a dejar la raqueta y a soltar el testigo, por mucho que lo empujen el tiempo, el cuerpo y los rivales más jóvenes.

Carlitos se medirá este sábado en la final con un Sinner que pudo con Djokovic en un duelo que tuvo poco de amistoso

Sonríe y permite que el personal se ilusione, porque pierde con autoridad ante un respetuoso Alcaraz, pero deja otra huella de que su despedida dentro de un mes, en la Copa Davis, será por todo lo alto, con todo lo que es y todo lo que significa: gran tenis, pundonor, bravura, orgullo y persistencia. «Me voy a preparar», deja además el balear en el mensaje de felicitación al ganador en la red, con risas y abrazos porque esto era una exhibición, pero sobre todo es tributo: aplauso del pupilo al maestro.

El último Nadal – Alcaraz tenía un ganador claro. Los pronósticos se cumplieron (victoria de Carlitos por un doble 6-3), pero no fue de una manera apabullante como se podía imaginar. El manacorí compitió, su derecha hizo daño al de El Palmar por momentos… pero enfrente tuvo a un «animal», como definió Rafa en la entrevista postpartido, un Alcaraz que ha acudido a un torneo de exhibición millonario en Riad a hacer precisamente eso, exhibirse. Este sábado, la final del Six Kings Slam entre Sinner y el murciano. Antes, a partir de las 18.30 horas, el tercer y cuarto puesto entre Djokovic y Nadal. Será, sí, el último Nole – Rafa.

Sinner se lleva un partidazo

Hace algunos años, cuando se organizaba un torneo de exhibición, el personal se esperaba que, además de buenos golpes y grandes nombres, habría trucos de magia, golpes imposibles y risas. Pero Jannik Sinner no sabe lo que es eso. En cuanto se mete en la pista, tiene por delante el reto de ganar el partido, sea como sea, donde sea, como sea, contra quien sea. Aunque si es contra Novak Djokovic, pues mejor. Y el serbio, desde luego, tampoco tiene una versión demasiado festiva cuando apelan a su honor y a su orgullo.

Y de la mezcla, este partido de exhibición de verdad, pero de tenis del bueno, con el inicio arrollador del italiano y la defensa letal del serbio cuando, tocado en el orgullo, sacó el gen competitivo que lo ha llevado a ser dueño de todos los récords. Y a defender un tenis del pasado ante la horda de jóvenes más ahora que nunca que siente ya la soledad con las jubilaciones de Roger Federer y Rafael Nadal.

Eran los teloneros del partido que quería ver medio planeta, ese último Nadal-Alcaraz, pero convirtieron su partido en lo que podría haber sido cualquier final de un gran torneo. No lo parecía al inicio del encuentro, pero se envalentonó el serbio, picado en el orgullo de verse contra el verdugo que más lo ha atenazado en los últimos tiempos: tres victorias de los últimos cuatro. Esta es la quinta, aunque no suma en las estadísticas, pero sí en la cabeza. Y aunque haya sido para Sinner, ya es más que consciente de que Djokovic sigue aquí, muy muy vivo.

No quería perder Sinner la dinámica de este 2024, todavía pendiente de la resolución del Tribunal de Arbitraje Deportivo contra la decisión de la Agencia Internacional de Integridad del Tenis (ITIA) que lo eximió de toda responsabilidad de esos dos dopajes de marzo. En la pista, fue el robot en el que se ha convertido en los últimos tiempos, sobre todo en este 2024 de esplendor, siete títulos y número 1 sin oposición. Y superó a Nole.

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