El cirujano cardíaco infantil Raúl Sánchez Pérez vuelve a Caravaca de la Cruz

El cirujano cardíaco infantil Raúl Sánchez Pérez vuelve a Caravaca de la Cruz

Jueves, 17 de octubre 2024

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De los quirófanos de un macrohospital en Madrid a una consulta de pediatría en el hospital comarcal del Noroeste. Raúl Sánchez Pérez, cirujano cardíaco infantil, tomó hace algunos meses una decisión importante, como muchas otras a lo largo de su vida profesional.

A sus 48 años, decidió regresar a su tierra natal y desde hace algunas semanas ya está instalado, junto a Erika, su mujer, y sus tres hijos, en la casa que adquirió y rehabilitó hace unos años en la calle Cuesta de las Monjas, frente al convento de las Madres Carmelitas que fundase Santa Teresa de Jesús en Caravaca.

A mediados de septiembre dejó su puesto de trabajo en el hospital La Paz de Madrid para, tras un período de actualización a los protocolos y procedimientos en el Servicio Murciano de Salud, incorporarse a su plaza como pediatra en el hospital de su pueblo. A partir del próximo 1 de diciembre, Raúl ya estará al frente de su nueva consulta en Caravaca. Deja atrás 15 años de dedicación a la cirugía cardíaca infantil con más de 60 trasplantes de pequeños corazones y una larga trayectoria profesional en la que no ha descuidado el trato cercano, humano, con cada paciente y con sus familias.

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Ha sido, como él mismo reconoce, un largo período en el que ha tenido que tomar decisiones en pocos segundos para intentar salvar la vida de muchos niños. Raúl siempre ha optado por lo público y ahora tiene el convencimiento de hacer optado por la mejor alternativa de cara al futuro de sus hijos y en el entorno donde aún viven sus padres y sus hermanos.

Una presión que pasa factura

De mimar a niños de toda España a cuidar de la tierra que le vio crecer y que le enseñó a vivir por los demás, lo que, sin duda, le ha servido para poder mirar a los ojos de cada paciente, a escuchar sus preguntas, a responder a sus dudas, a acompañarles antes y después de la intervención, con un trato siempre cercano, empático y, hasta podría decirse, salvífico.

Entre los motivos que explican su decisión estaría la presión que sufría cada vez que se enfrentaba a una intervención quirúrgica en la que tenía que decidir en pocos segundos qué había que hacer. «Cuando surge una complicación estando en el quirófano apenas pasa un instante pero, en ocasiones, parece una eternidad; esa presión te pasa factura», confiesa. Siempre ha apostado por la humanización de la sanidad pública.

Hace un mes de su última intervención; atrás deja el único hospital de España donde se realizan todos los trasplantes pediátricos y el que más realiza al año. Deja un macrocomplejo clínico en el que se atiende a más de un millón de pacientes anuales solo en consultas externas y donde se hacen 35.000 intervenciones quirúrgicas.

Este miércoles, mientras se dirigía a recoger a sus pequeños del cole, le saludaban cada uno de los paisanos que se encontraba a su paso, algunos de ellos compañeros de instituto, de grupo festero o amigos de sus padres. Algunas de estas personas forman parte de las páginas de su libro ‘No somos héroes’, en el que comparte sus reflexiones sobre la relación médico-paciente.

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