El Ayuntamiento de Murcia teme posibles daños en edificios por los pozos de sequía

El Ayuntamiento de Murcia teme posibles daños en edificios por los pozos de sequía

Domingo, 20 de octubre 2024, 07:17

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La ciudad de Murcia va a volver a pasar pronto por una prueba de fuego para comprobar si la extracción de agua del subsuelo para el riego agrícola no ocasionará el hundimiento del terreno y daños en los edificios. La Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) está poniendo a punto 32 pozos de sequía entre Murcia y Santomera para aliviar los recortes en los recursos hídricos que tienen los regantes de la vega huertana. Pero esta situación ha puesto en guardia tanto al Ayuntamiento capitalino como a los expertos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) por un fenómeno que puede volver a producirse: la subsidencia.

Una visita a los edificios más antiguos de la ciudad nos puede ayudar a recordar los efectos que tuvieron sobre ellos los pasados periodos de sequía y el bombeo de agua del subsuelo, que conllevó un descenso del nivel freático del acuífero de la Vega Media. Grietas en las fachadas o una mínima separación entre los inmuebles dan muestra de lo que supuso este fenómeno. A finales del siglo pasado, el drenaje automático en los sótanos para verter el agua del freático (alcanzaba los tres metros de profundidad) en cañerías o acequias, unido al uso de los sondeos por la sequía, llegaron a causar 50 millones de euros en daños en edificaciones y estructuras.

El Consistorio murciano, consciente del escenario al que se puede enfrentar el núcleo urbano, sólo ha pedido una cosa a la CHS: efectuar «lo más prudentemente posible» esos bombeos, «de manera que no produzcan subsidencias y colapsabilidad» de la superficie terrestre, y «sin generar daños sobre la urbanización y edificación existente y prevista», según reza en sus alegaciones. Es decir, temen desde la Glorieta que haya un impacto sobre la cimentación construida, pero también posibles hundimientos del terreno en parcelas aún sin urbanizar, lo que bloquearía futuras edificaciones.

«La subsidencia del terreno es el hundimiento de la superficie terrestre que refleja la deformación de las diferentes capas del subsuelo bajo la superficie», explica a este periódico José Antonio Fernández, vicedirector científico del IGME, «en el caso de la explotación del agua subterránea, la bajada de presión y flujo de agua intersticial provoca una redistribución de las tensiones totales entre los granos sólidos y el agua. A medida que la presión intersticial baja o el agua se desplaza por los poros, la tensión efectiva sobre los granos aumenta y se produce la deformación». Además, esta es mayor en suelos blandos arcillosos, como ocurre en Murcia.

La Confederación Hidrográfica del Segura da por hecho de que el terreno «volverá a sufrir deformaciones verticales, pero menos acusadas» debido a que el acuífero ya se había explotado antes y el suelo ha pasado por un proceso de consolidación. La intención es poder extraer como máximo 32 hectómetros cúbicos en cuatro años, una cantidad mayor que la que se extrajo del acuífero en el periodo 2006-2009, cuando también se detectaron problemas de subsidencia, advierte el IGME.


Arriba, corte al tráfico de uno de los carriles del tunel de plaza de Castilla para la reparación de una grieta provocada por las filtraciones de agua en abril de 2005. Abajo, a la izquierda, la parte norte del Palacio Episcopal visiblemente afectada por el descenso del nivel freático en octibre de 1999. A la derecha, un grupo de operarios realiza obras en el edificio San Carlos para arreglar las grietas en abril de 1997.

Imagen principal - Arriba, corte al tráfico de uno de los carriles del tunel de plaza de Castilla para la reparación de una grieta provocada por las filtraciones de agua en abril de 2005. Abajo, a la izquierda, la parte norte del Palacio Episcopal visiblemente afectada por el descenso del nivel freático en octibre de 1999. A la derecha, un grupo de operarios realiza obras en el edificio San Carlos para arreglar las grietas en abril de 1997.

Imagen secundaria 1 - Arriba, corte al tráfico de uno de los carriles del tunel de plaza de Castilla para la reparación de una grieta provocada por las filtraciones de agua en abril de 2005. Abajo, a la izquierda, la parte norte del Palacio Episcopal visiblemente afectada por el descenso del nivel freático en octibre de 1999. A la derecha, un grupo de operarios realiza obras en el edificio San Carlos para arreglar las grietas en abril de 1997.

Imagen secundaria 2 - Arriba, corte al tráfico de uno de los carriles del tunel de plaza de Castilla para la reparación de una grieta provocada por las filtraciones de agua en abril de 2005. Abajo, a la izquierda, la parte norte del Palacio Episcopal visiblemente afectada por el descenso del nivel freático en octibre de 1999. A la derecha, un grupo de operarios realiza obras en el edificio San Carlos para arreglar las grietas en abril de 1997.

Pese a esto, el Ministerio para la Transición Ecológica ha establecido una serie de medidas de obligado cumplimiento. Entre ellas, fijar un límite de hundimiento del terreno de dos centímetros por año y, si se sobrepasa, «requerirá detener inmediatamente las extracciones de los pozos de sequía causantes del descenso piezométrico en las zonas donde se hayan superado los umbrales». Al mismo tiempo, la CHS centrará la actividad de los bombeos en aquellos pozos más alejados de la ciudad: por ejemplo, no pondrá en marcha el sondeo del Malecón para evitar problemas en el casco urbano. El plan de vigilancia que se deberá llevar a cabo «es muy exigente», remarca Jorge Hornero, hidrogeólogo en la delegación del IGME en Murcia, «las medidas que ha puesto el Ministerio se deben cumplir a rajatabla, con controles rutinarios en las explotaciones y una red de extensómetros para comprobar las deformaciones del terreno».

Grietas peligrosas

 

 

Si tienen más de 0,5 cm de espesor

 

 

Si forman una X o una U

 

 

Si hay en más del 20% de la construcción

 

 

Si son paralelas al suelo


Cambios en la construcción

La experiencia más amarga vivida en Murcia por el fenómeno de la subsidencia se produjo en los últimos años de la década de los 90. Lo sabe bien Antonio García Herrero, quien fue decano del Colegio Oficial de Arquitectos de la Región de Murcia entre 1995-1999 y 2010 – 2016. «El nivel del agua en el subsuelo bajó muy considerablemente. En algunos puntos, por debajo de los quince o dieciséis metros. ¿Eso qué supone? Que un terreno que, en principio está anegado, cuando le quitas el agua, cede. Aquellas cimentaciones que estaban apoyadas en una capa de grava al fondo con pilotes largos de apoyo, estos parecían emerger del suelo y, a la vez, al desequilibrar las cargas, se movieron y se registraron problemas en varias zonas». Peor lo pasaron los edificios con pilotes por fuste o flotantes.

García vaticina que no habrá una situación grave ahora si se extrae agua de los pozos más alejados de la ciudad. «Espero que exclusivamente hagan uso de aquellos que sean imprescindibles, porque si nos ponemos alegremente a seguir extrayendo, estamos modificando las condiciones del subsuelo», subraya. Este hecho supuso un cambio en la manera de diseñar los edificios y mejoró las técnicas de construcción. Un ejemplo de ello, remarca el arquitecto, está en que los sótanos más recientes son estancos, sin posibilidad de que pueda filtrase agua del freático y sin necesidad de recurrir a bombas de achique.


  • Fuente:

    Elaboración propia en información obtenida del IGME


  • Infografía:

    Miguel Martínez


  • Desarrollo:

    Admir Bahtagic

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