Una biblioteca callejera para los vecinos de Zarandona

Una biblioteca callejera para los vecinos de Zarandona

Miércoles, 23 de octubre 2024, 01:29

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En Zarandona no hay biblioteca municipal. Sí amor por los libros, ganas de leer y entusiasmo por compartir lo leído. Y desde hace unos meses, también un lugar, en plena calle Vicente Aleixandre de la pedanía, donde hacerlo en vecindad. Como muchas iniciativas geniales, la pequeña biblioteca que ha montado Sonia Asensio en la puerta de su casa, en la que los vecinos pueden coger libros, donar, prestar, devolver, intercambiar… nació de manera fortuita. La mujer, comercial, estaba de reformas en casa, y pensó en compartir decenas de libros ya leídos que no tenía afán en conservar. «Intenté donarlos, pero es muy complicado. A mí me gusta mucho leer, pero no amontonar libros, y no quería tirarlos». El banco que su vecino Salva tiene en la calle le dio la idea, y depositó en el unos cuando libros con un cartel: «Coge uno, y cuando lo leas, lo puedes devolver para que otros lo puedan disfrutar. También puedes traer alguno que tengas y ya no necesites. Así seguirá haciendo soñar a otras personas». Primero con timidez, y con los días ilusión, los vecinos que pasaban por la calle empezaron a aproximarse a la biblioteca callejera.

Los escolares del colegio aledaño se revelaron pronto como los usuarios más activos. «A veces les oigo desde la ventana cuando van camino de clase a primera hora: ‘Mamá, cógeme ese que luego a lo mejor ya no está’», cuenta Sonia Asensio, encantada de asistir al trajín diario de niños. «Los devuelven muy rápido; igual al día siguiente ya lo están dejando y cogiendo otro».

La buena acogida de la biblioteca callejera hizo que creciera en semanas con un par de estanterías ancladas a la pared. «Mi vecino me ha ayudado a hacerlas con unos palés. La próxima la instalaremos enseguida», cuenta ilusionada.

La Biblioteca Regional ha regalado ejemplares infantiles para alimentar los fondos del espacio público

Los fondos de la biblioteca se limitaban al principio a los libros acumulados en el hogar de Sonia, quien al ver la expectación entre los niños, pidió ayuda a la Biblioteca Regional para actualizar el catálogo infantil. «Nos ayudan muchísimo. Nos donan libros cada vez que lo pedimos, y los niños tienen así acceso a libros más actualizados».

Las horas de entrada y salida de clase del colegio se han convertido en momentos punta de la librería. «Los críos se paran, buscan novedades….». El respeto por el resto de vecinos es la única norma de la librería ciudadana: «Puedes donar, intercambiar, tomar prestado, quedarte el libro… cada uno hace lo que considera, no hay normas más allá de pensar en los demás», explica la comercial, que ha observado a vecinos que «vienen de noche, otros que esperan a que pase poca gente… hay de todo, y también muchos jóvenes, pero los principales usuarios son los niños». El compromiso con los vecinos es contagioso, ha podido comprobar Sonia este fin de semana: «Me fui del pueblo el fin de semana, y como vi que iba a llover, llamé a mi madre para pedirle que pusiera un plástico. Cuando llegó, ya lo había puesto alguien para proteger los libros».

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