Felipe VI cede el testigo de la ceremonia a la Princesa de Asturias

Felipe VI cede el testigo de la ceremonia a la Princesa de Asturias

Viernes, 25 de octubre 2024, 20:03

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Leonor de Borbón vivió este viernes una jornada muy especial en el Teatro Campoamor de Oviedo. Ella hizo esta vez el elogio de los galardonados con los Premios Princesa de Asturias en la ceremonia de entrega y lo hará en el futuro. Los reyes Felipe y Letizia acompañaron a su primogénita, ya mayor edad, por sexta vez en el solemne acto. Fue una emotiva ceremonia con un insólito y aplaudido regalo musical de Joan Manuel Serrat en la que el Rey alertó de los riesgos de la polarización y de la negación del otro.

Repasó don Felipe sus más de cuatro décadas de presencia en Oviedo para ceder el testigo de la ‘laudatio’ a su hija compartiendo «un pensamiento íntimo». «Veo con emoción -de Rey y de padre- que Leonor, como presidenta de su fundación, se encargue de hacerlo a partir de ahora», dijo tras oír el esperanzador discurso en el que la heredera de la Corona glosó a los ganadores e instó a vencer «el escepticismo y el desánimo». Su padre le permitió también cerrar el acto.

Celebró Felipe VI el «grandísimo privilegio y el aprendizaje continuo, emocionante y gratificante» de los premiados. «He crecido, en todos los sentidos, con su guía y sé que, para ti Leonor, junto a tu hermana, lo está siendo y cada año lo será aún más», dijo. «En este mundo globalizado de grandes oportunidades, entre avances tecnológicos inimaginables, la deshumanización es un riesgo latente», alertó el Rey. Aseguró que «defender la dignidad de la persona significa también proteger y fomentar el régimen de derechos y libertades que la garantiza, y que fundamenta nuestra democracia».

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«El multilateralismo y la cooperación, sin duda, son nuestras mejores herramientas para afrontar los desafíos globales de nuestro tiempo», dijo el Rey. «La historia nos alerta de las graves consecuencias de apartarse de ese camino -agregó-, como nos alerta de los graves riesgos de la polarización, la negación del otro por sus convicciones o creencias; porque piensa, reza o vota distinto».

Lamentó don Felipe la invisibilidad, la ignorancia de la existencia del otro, su rechazo y desprecio. «Lo vemos estos días, con las imágenes atroces de muerte y desolación que nos llegan de Oriente Próximo, de Ucrania, de África y de otros lugares del mundo, asolados por conflictos abiertos y violaciones sistemáticas de los derechos humanos, que nos obligan a una llamada incesante a la contención y a la humanidad; también a la denuncia y a hacer lo posible para que la paz y la seguridad vuelvan a ser compatibles, complementarias y conducentes a la convivencia, o al menos la coexistencia», dijo.

Para el Rey es obligación de las instituciones y de la sociedad «luchar contra todo aquello que se separe, siquiera un ápice, del respeto integral que debemos a la persona, a cualquier persona, a la dignidad de cualquier ser humano; de la voluntad y el compromiso de seguir construyendo sociedades capaces de convivir, dialogar y trabajar por el bien común». «Esa lucha incesante por la dignidad de los demás es, en definitiva, el mayor sustento de la nuestra», concluyó el Rey citando a Henry David Thoreau: «Todo hombre tiene como tarea hacer su vida digna, hasta en sus menores detalles».

Regalo

Una de las ovaciones más calurosas fue para el compositor y cantante Joan Manuel Serrat, un entusiasta «partidario de la vida» que regaló una canción para agradecer su premio de las Artes. «Soy una persona que se siente querida y respetada, a quien le gusta su oficio: cantar y escribir canciones», dijo antes de entonar ‘Aquella pequeñas cosas’, tema de su legendario álbum ‘Mediterráneo’, acompañado al violín.

Se definió como «un animal social y racional que necesita del hombre más allá de la tribu». Prefiere «los caminos a las fronteras, la razón a la fuerza y el instinto a la urbanidad». La tolerancia, el respeto al derecho ajeno y el diálogo son para él «la única manera de resolver los asuntos justamente». «Creo en la libertad, la justicia y la democracia, valores que van de la mano o no lo son», agregó. «No me gusta el mundo en que vivimos, hostil, contaminado e insolidario, donde los valores democráticos y morales han sido sustituidos por la avidez del mercado, ni ser testigo de atrocidades, y no me conformo al ver los sueños varados en la otra orilla del río», concluyó.

La escritora y poeta Ana Blandiana, premio de las Letras, se refirió a la poesía como «solución de supervivencia y salvación del mundo». «Poesía significa construir», recordó antes de citar a Unamuno para decir que «me duele Rumanía como a él le dolía España», aseguró.

Michael Ignatieff, premio de Ciencias Sociales, instó «a ser mujeres y hombres libres en un mundo saturado de manipulación y mentiras». «Poder llamarnos libres y merecerlo es el premio que más importa en la vida» dijo. Marjane Satrapi, premio de Comunicación y Humanidades, hizo un alegato contra la guerra y por la empatía «El hombre solo sobrevive juntándose con otros y creando sociedades. Y la condición ‘sine qua non’ para lograrlo es la empatía», dijo pidiendo «enseñar ética, civismo, compasión y bondad a nuestros hijos».

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