La falta de un centro especializado mantiene en las calles de Murcia a 50 personas con deterioro grave

La falta de un centro especializado mantiene en las calles de Murcia a 50 personas con deterioro grave

Domingo, 27 de octubre 2024, 07:43

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Medio centenar de personas sin hogar con deterioro físico, graves problemas de adicción a las drogas o trastornos mentales se ven abocadas a dormir en las calles de Murcia por la falta de un centro de acogida especializado que pueda cubrir sus necesidades. Ese es el número al que asciende la cifra de integrantes de este colectivo especialmente vulnerable que, por distintos motivos, no accede a los recursos sociales y residenciales de Murcia, según los datos del equipo de intervención en calle de Jesús Abandonado, que recorre a diario la ciudad para ofrecerles ayuda ‘in situ’.

Hace cinco meses que no cuentan con el servicio que durante tres meses brindó el centro de ‘reducción de daños’ de la entidad, destinado precisamente a este perfil de personas en situación cronificada de calle y con situaciones de especial complejidad, el único de su clase en el municipio. Abrió en febrero con 18 plazas de alojamiento, espacio para asearse y un equipo profesional especializado de atención las 24 horas del día. La demanda superó su capacidad de manera inmediata, con una ocupación del 100% desde sus inicios hasta que apenas tres meses después, en mayo, tuvo que cerrar por falta de financiación.

Desde entonces, no ha habido avances para el regreso de este recurso, ubicado en la carretera de Santa Catalina, en un edificio segregado del albergue. Y la posibilidad parece más lejana en el corto y medio plazo, tras volver a quedarse fuera de los Presupuestos del Consistorio.

El Semas constata un aumento de pernoctaciones en la calle y Jesús Abandonado alerta de la mayor presencia de jóvenes

La situación de estas personas con conductas, en muchos casos, extremas imposibilita su encaje en otros centros del municipio para el acogimiento, dadas sus dificultades para cumplir con las normas básicas de convivencia. Por ello, la falta de apoyo institucional al centro especializado, que tiene un coste aproximado de 400.000 euros al año, no les deja otra alternativa que la calle.

«El año pasado teníamos identificadas a algo más de cuarenta personas de ese perfil y este año lo iniciamos en las mismas cifras, aunque ahora ha subido a cincuenta», afirma Amparo Martínez, responsable del Área Social de Jesús Abandonado, que destaca los resultados ofrecidos por el centro clausurado en el corto tiempo que estuvo activo. «Observamos que quienes se incorporaron al programa empezaron a cuidar su salud, lo que es muy significativo», asegura. «Creo que hay conciencia por parte de los actores sociales de que es un recurso bastante necesario. Seguimos en conversaciones con las diferentes administraciones para buscar una solución».

A merced de ayudas

Sin embargo, las nuevas cuentas municipales ya aprobadas por la Junta de Gobierno y pendientes únicamente de la previsible luz verde en el Pleno, no contemplan una partida para este recurso, que quedará a expensas de que el coste, que el Consistorio considera demasiado elevado, pueda llegar por otra vía. Fuentes del gobierno municipal señalan que «lo que se va a hacer es acudir a una serie de ayudas para intentar financiar nuevas plazas y nuevos centros en el municipio, incluyendo este». Y recuerdan que el Ayuntamiento destina a Jesús Abandonado «una aportación anual de 800.000 euros para atender a personas necesitadas en el comedor y plazas de corta y larga estancia», y cerca de 1,5 millones al conjunto de programas de asistencia a personas sin hogar, a lo que se suma el Servicio de Emergencia Móvil y Atención Social (Semas).


Un hombre duerme en la ‘M’ escultórica del Plano de San Francisco.


G. Carrión / AGM

En total, el municipio cuenta con 699 plazas en recursos de alojamiento para distintos perfiles de personas necesitadas, de las que 190 corresponden a las que brinda Jesús Abandonado al colectivo en situación de calle. De ellas, 132 están destinadas a personas que necesitan alojamientos temporales por periodos que van de una semana a seis meses, y otras 54 son de larga permanencia y se brindan en régimen residencial en el centro de acogida. «La intención es seguir colaborando para cuidar de la prestación que realiza Jesús Abandonado», señalan desde el Consistorio. Sobre la naturaleza de las posibles ayudas para la reapertura del centro, el Consistorio apunta a la exploración de todas las líneas disponibles en las distintas administraciones, incluyendo «fondos europeos de asistencia, del Estado y autonómicos».

Más gente al raso

Junto a esas personas con adicciones y patologías mentales, también han crecido otros perfiles que elevan las pernoctaciones en las calles de Murcia. Así lo ha constatado el Servicio de Emergencia Móvil y Atención Social (Semas). «No proceden del municipio, han venido en su mayoría de otros lugares del país o de otros países», apuntan fuentes municipales. En ese sentido, Jesús Abandonado también señala al resultado de la crisis migratoria para explicar el incremento de ‘sin techo’, así como a la llegada de temporeros que en estas fechas se quedan sin trabajo y que normalmente están de paso. «En muchos casos, son personas que llegan aquí porque les dijeron que iban a tener más oportunidades de encontrar trabajo o porque confiaban contar con una red de apoyo que luego no ha estado tan disponible y que se quedan por distintos motivos».

A lo largo de este año, el Sistema de Información de Usuarios de Servicios Sociales del Ayuntamiento (Siuss) ha atendido a 1.184 personas, de las que el 84% son hombres. Por su parte, hasta el cierre del mes de septiembre, unas 2.090 personas habían solicitado algún servicio de Jesús Abandonado. De ellas, 1.115 habían pernoctado en alguno de sus recursos, entre centros de acogida de corta y larga estancia y viviendas, 80 más que el año pasado en las mismas fechas.

«Hay mucha más gente en la calle –asegura Amparo Martínez–. Eso lo puede observar cualquier persona que pasea por la ciudad».

Aunque lo que más le preocupa es el incremento, entre las personas en exclusión residencial, de un perfil de escasa edad que antes era muy poco habitual. «Cada vez se acercan más jóvenes demandando los servicios de la Fundación y crecen especialmente las mujeres muy jóvenes», alerta Amparo Martínez. «Es una realidad que abruma, porque está claro que son personas tuteladas que, por el simple hecho de cumplir la mayoría de edad, se ven en la calle».

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