Jueves, 31 de octubre 2024, 00:49
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Cuando los ultramarinos eran almacén y centro de reunión de los vecinos en las calles de las ciudades, en el siglo XX, pocos pensaban que su presencia iba a caer en picado con la llegada de las grandes superficies. En esas pequeñas tiendas estaba el alma y la vida de los barrios: se compraba lo del día a día -y lo excepcional- y también se socializaba con los que te encontrabas delante y detrás del mostrador. Pero la vida se aceleró, las prisas y el estrés de la rutina que sufrimos hoy en día hicieron que las compras pasaran a ser un trámite que hacer con la mayor celeridad. Con el deseo de encontrarlo todo rápido y en un mismo espacio cogieron fuerza las grandes superficies, dejando en un segundo plano a esas tiendas y ultramarinos que tanto habían hecho por los barrios.
Sin embargo, aún quedan unos pocos que conservan su naturaleza y, sobre todo, algunos que nacen ahora para rescatar su esencia adaptada a los nuevos tiempos. Así se han creado tres colmados en Murcia, cada uno con sus características y diferencias, pero con el nexo común de recuperar el alma y la vida de las tiendas de barrio. El último en sumarse a esta tendencia ha sido Tomás Écija, el chef de El Albero, en Ceutí, y La Maita, en Molina, que se ha unido a Juan Antonio García, panadero de La Subirana, en el recién abierto Colmado de Verónicas. Su proyecto conjunto nació del trabajo previo, pues Juan Antonio era ya el proveedor de pan de sus restaurantes: «Le planteé que me gustaría montar un despacho con su pan y con parte de colmado, recordando a la tienda de ultramarinos que tenían mis abuelos», explica Tomás.
Un par de años pasaron hasta que el pasado 14 de octubre inauguraron un espacio privilegiado junto al Palacio Almudí donde «rescatamos esa esencia de la tienda de barrio, con productos regionales de km 0, con proyectos de pequeños productores de familias de aquí». Su meta es crear una tienda sencilla y humilde, de comercio «justo, saludable, rico y sano a un precio módico y que fomente el consumo local», define el chef. Su oferta está encabezada por el pan como protagonista, pero «pan de verdad, del de toda la vida». Le acompaña una parte de repostería casera con productos de temporada que elaboran Cundi y Susana, las respectivas parejas de ambos.
También una zona de lácteos y una vitrina fría con los productos propios de Tomás: «Fui el primero que hice un embutido de carne de gallina murciana o la hueva de mújol confitada en aceite de oliva, que he sacado recientemente». Además, no faltan los cafés o bocadillos recién hechos que se pueden tomar en una pequeña barra de espera o para llevar. En las escasas dos semanas que el local lleva abierto, Écija se confiesa «sorprendido» con el público que está recibiendo: «No es tanto el clásico cliente de barrio de edad avanzada, sino también gente joven, de entre 25 y 40 años, que quiere que su niño desayune o meriende productos de calidad y no industriales». Su promesa es la vuelta a la comida de verdad, en la que sabes lo que estás comiendo y con la que sabes que te estás cuidando.
Colmado junto al bar
Poco antes y al otro lado del Mercado de Verónicas, Samuel Ruiz rescató la mítica droguería de San Julián -de la que ha conservado hasta el cartel- y le dio una segunda vida. Pared mediante con su Café Bar Verónicas, uno de los buques insignia de la ciudad, el chef vio la oportunidad de ampliar y diversificar su proyecto mientras respetaba y perduraba la naturaleza de una tienda que se había mantenido en pie durante 85 años. Así, a principios de septiembre inauguró el Colmado de San Julián, un concepto de tienda que, a su vez, aportara un plus al bar: «Estábamos limitados y nos faltaba ampliar la oferta de vinos y vermú. El colmado nos ha permitido abrir una nueva ventana de posibilidades y crear una sinergia entre los dos locales», asegura Samuel.
Tomás Écija ha rescatado, junto a La Subirana, la esencia del colmado de sus abuelos
De hecho, la tienda está en un plano más secundario y el colmado se convierte en el paso previo o complementario del bar, porque puedes acercarte a tomar el aperitivo antes de pasar por el bar o también puedes comprar una botella de vino en el colmado y tomarla en el bar, por ejemplo. Aunque están pegados, sus conceptos son totalmente diferentes y el nuevo local ofrece una experiencia más pausada: «La idea es ir a tomarte un vino o vermú con una lata o uno de los platos fríos que elaboramos, y además, poder llevarte algo si lo prefieres». Para Samuel, el hecho de que la gente pueda interactuar con los productos que utilizan y llevárselos es un valor añadido: «Mucha gente prueba un plato y dice ‘este nigiri de sardina está increíble’; pues esas sardinas las vendemos».
Con esa filosofía incluye un amplio abanico de productos con los que disfrutar de un aperitivo total de manera asequible, porque «no deja de ser un comercio de barrio». Cree que es una tendencia en auge que viene de grandes ciudades en la que siguen existiendo ese tipo de comercios. «Se trata de volver a empezar, que a veces es mejor que crear algo nuevo», considera Samuel, para quien la clave está en reinventar «algo que ha existido toda la vida, dándole un valor nuevo, vanguardista y atractivo para la gente».
El colmado de las experiencias
Una intención similar guio la apertura del Colmado by La Rúa como «algo más que un colmado típico», tal y como lo describen Javier López y Goyo García, sus directores. Por la necesidad de asentar en un espacio físico su productora, La Rúa Social Club, crearon un sitio donde la gente pudiera disfrutar de «experiencias creativas y divertidas, desde conciertos y sesiones de DJ hasta catas y eventos culturales». Tras dos años y medio de funcionamiento, el local se ha convertido en un indispensable del ocio y la gastronomía en el centro de Murcia. Las botellas, latas y productos colman sus estanterías, pero en el centro del local se dan cita «personas de todas las edades que buscan algo diferente, que aprecian el valor de lo local y lo auténtico».
El Colmado de San Julián trata de complementar la oferta del Café Bar Verónicas
Lo que mejor define este colmado del centro de la ciudad es su carácter desenfadado y fuera de los estándares de protocolo, «cosa que recala en nuestra clientela», consideran sus creadores, que reciben tanto a «exploradores culinarios como a entusiastas de la cultura y amantes de la música». El resultado de un proyecto como el suyo es el de una comunidad que valora la conexión y la experiencia compartida que va más allá de una compra y busca en el colmado un lugar donde poder relajarse, socializar y descubrir nuevas propuestas gastronómicas y culturales. «Los clientes quieren sitios donde puedan sentirse parte de una historia, conocer gente con intereses similares y descubrir nuevos sabores y artistas», describen.
Lo hacen a través de una variedad de productos con una carta de tapas, cazuelas y platos principales, complementada con vinos, cervezas, vermús y coctelería. Pero, sin duda, «el producto estrella son los eventos», pues sus conciertos y catas ya se han convertido en punto de referencia para quienes buscan planes distintos y experiencias memorables. Para ellos, ahí radica la esencia de su proyecto, la de ofrecer algo más allá de lo que se encuentra en comercios tradicionales: «En un mundo inmerso en redes sociales, la gente busca lugares en los que pueda volver a conectar en persona y vivir momentos reales», zanjan.
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Soy William Abrego, me uní como ejecutivo de SEO y me abrí camino hasta el puesto de Gerente Asociado de Marketing Digital en 5 años en Prudour Pvt. Ltd. Tengo un conocimiento profundo de SEO en la página y fuera de la página, así como herramientas de marketing de contenido y diferentes estrategias de SEO para promover informes de investigación de mercado y monitorear el tráfico del sitio web, los resultados de búsqueda y el desarrollo de estrategias. Creo que soy el candidato adecuado para este perfil ya que tengo las habilidades y experiencia requeridas.
Enlace de origen : El regreso de los ultramarinos a Murcia