Murcianos en los Estados Divididos de América

Murcianos en los Estados Divididos de América

Domingo, 3 de noviembre 2024, 07:20

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Cuando unos amigos fueron a visitar a la abogada cartagenera Rosa Manrubia a su casa en Dallas, Texas, donde vive desde hace dos años, no podían creer que contara en la despensa con un preparado de El Mosqui para hacer caldero. «La verdad es que venimos con todo el ‘kit’», reconoce entre risas desde esta ciudad, que tiene un marcado carácter demócrata, aunque se encuentra ubicada en un estado profundamente republicano: las dos caras de un país fuertemente dividido.

La comida es una de las primeras añoranzas que comparten quienes, por unos motivos u otros, han dejado la Región de Murcia para instalarse en los Estados Unidos. En otras cuestiones las diferencias se les deben hacer menos notables, como en la polarización política, el ingrediente estrella de todas las salsas en un mundo tan globalizado que ya ha estandarizado hasta el lenguaje que se usa en laconfrontación de campaña. «Aquí tenemos a gente que dice que Trump es un fascista y a otra que defiende que Kamala Harris es una comunista que va a derribar el sistema desde dentro», subraya Blanca Orts, una murciana de 27 años que trabaja en Nueva York desde 2022 para la consultora McKinsey. «Ese es el tipo de retórica. Y, además, no se ve punto de reconciliación posible».

Mapa interactivo de Ciudadanos de la Región en EE UU entrevistados

En total, 2.683 ciudadanos de la Comunidad residen actualmente en alguno de los 50 estados que conforman el país americano, según los últimos datos del Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero del Instituto Nacional de Estadística. Son casi un 30% más que los que había censados hace cuatro años, cuando Donald Trump salió de la Casa Blanca derrotado por Joe Biden entre una nube de acusaciones de fraude electoral y dejando tras de sí un clima social inflamable que derivó en el asalto al Capitolio.

Este martes, estos ciudadanos desplazados vivirán de primera mano la celebración de la revancha de aquellos comicios, con una votación que se anuncia extremadamente ajustada donde se dirime si Trump retoma el control del país más poderoso del mundo o si este se pone en manos de una mujer por primer vez en su historia con la demócrata Kamala Harris. «Nadie sabe lo que va a pasar», asegura Rosa. «América está conteniendo la respiración».

  1. Ana Corbalán

    El ‘cinturón bíblico’ y la normativa transgénero

No es para menos. El resultado de las urnas puede tener profundas implicaciones para los ciudadanos. Un regreso de Donald Trump, por ejemplo, conllevaría cambios inmediatos en cuestiones como los derechos civiles, la política migratoria o las relaciones internacionales. La posibilidad tiene profundamente preocupada a la ceheginera Ana Corbalán, catedrática de Literatura y Cultura Española en la Universidad de Alabama y madre de un niño ‘trans’, un colectivo amenazado por las propuestas legislativas republicanas.

Ana llegó a Estados Unidos en el año 1998 para enseñar en colegios de Carolina del Norte. Allí conoció al padre de sus hijos, un americano con el que se casó y del que está separada. Vive en Birmingham, la ciudad más grande de Alabama con sus dos hijos desde 2006: una chica de 20 años y un adolescente transgénero de 16. «Ya está mirando universidades en Europa, porque Trump ha anunciado que una de las primeras cosas que va a hacer es una ley nacional ‘antitrans’», cuenta. Sería la extensión de restricciones que ya sufren en Alabama, uno de los estados que forman parte del conocido como ‘cinturón biblico’, que engloba los territorios donde el cristianismo evangélico y las ideas ultraconservadoras tienen un gran impacto social. Alabama aprobó en 2022 una prohibición que convierte en delito grave, punible con hasta diez años de prisión, prescribir o administrar tratamientos hormonales o bloqueadores de la pubertad a menores de 19 años. «Mi hijo ha empezado el tratamiento y por suerte este verano estaremos en España, donde lo está siguiendo un médico», señala. También desde ese mismo 2022 está completamente prohibido el aborto en el estado.

Desde entonces se han dado decenas de casos de familias con hijos transgénero que han tomado la decisión de dejar atrás sus hogares en estados considerados hostiles con esta población para mudarse a zonas demócratas, pero Ana no puede plantearse esta posibilidad, porque la ley limita las millas a las que puede alejarse de su exmarido debido a la regulación de la custodia compartida. «Yo me quiero ir a Boston, que me encanta, porque es súpereuropeo», dice, y también da vueltas a la idea de volver a España, «sobre todo si gana quien tú sabes».

Blanca Orts destaca el miedo existente entre los demócratas a que una victoria de Trump «suponga un desmantelamiento de un montón de cosas y que haya un cambio de jueces en la Corte Suprema Federal y la incline mucho a la derecha, lo que podría tener repercusiones en los derechos de mujeres y el colectivo LGTBI». Aunque reconoce que cada vez le cuesta más escuchar hablar de política ante el tenso clima que se vive en esta campaña. «En el trabajo se ha convertido en un tema tabú, que no se discute nunca, ni se pregunta».

«Lo que mucha gente comenta es cómo se van a degradar las instituciones democráticas si Trump vuelve al poder»

Blanca Orts

Nueva York

Para Cristina Cámara, una joven de Beniel que reside en Austin, Texas, el temor llega por otra vía. En la ciudad sureña conoció a Uvidio, su marido, de origen panameño, y ha sido madre de Daniela, una «americana texana» que tiene ahora diez meses. Allí es feliz. Tanto que ya se plantea incluso la posibilidad de adquirir una vivienda, pero las elecciones la mantienen a la expectativa. «Estoy en el inicio de mi cuarto año. El próximo es el último que puedo estar aquí, y tendré que hacer un cambio de visado –afirma–. Estoy en un proceso de ‘green card’ o permiso de trabajo, y uno de los miedos es que, si Trump llega otra vez a la Presidencia, se puedan paralizar estos procesos, sobre todo para determinados países. Con España no debería haber demasiados problemas, pero sí para otros lugares de Asia o de Sudamérica. Y nos queda esa incertidumbre».

Lo que la rodea la hace pensar cada vez más en esa posibilidad. «En cuanto sales de la ciudad, donde la cosa está un poco más dividida, todo el mundo apoya a Trump. No sé si es por eso, porque vemos tantos carteles y tanto apoyo a Trump, pero sentimos un poco lejana la posibilidad de que Kamala pueda ganar».

«En Austin hay más expresiones de los dos partidos, pero en cuanto sales de la ciudad, se acabó. Todo el mundo apoya al señor Donald Trump»

Cristina Cámara

Austin, Texas

  1. La otra cara

    La costa Oeste, el feudo demócrata y progresista

En el lado contrario del espectro político se sitúa la costa Oeste, cuna de las principales compañías tecnológicas, de marcado carácter demócrata. Allí aterrizó hace solo dos meses la escritora Ani Galván, que llegó a Santa Cruz, California, con una beca para realizar un estudio sobre los selfis. No ha necesitado mucho tiempo para darse cuenta de que se encuentra en «una burbuja progresista». De hecho, comparte piso con una activista demócrata. «Aún no he conocido a nadie que vaya a votar a Trump o que lo apoye, e incluso la gente que me dice que va a votar a Harris lo hace desde la crítica, como forma de evitar un mal mayor, porque están en desacuerdo con la posición de Estados Unidos respecto al conflicto palestino o sus medidas contra la inmigración».

«Que no se pueda andar por la calle porque todo el mundo va en coche, creo que arroja luz sobre cómo es la política; que no haya espacio público hace que se entienda de forma diferente»

Ani Galván

Santa Cruz, California

En Eugene, otra de las ciudades de la costa oeste, vive Pedro García-Caro, profesor en la Universidad de Oregón desde 2005 y ciudadano estadounidense desde 2014. «En Estados Unidos hay un gran contraste social que se refleja en dos realidades con dos sentidos muy distintos de voto», explica. Los estados rojos y los azules.

Esto provoca, además, que debido al sistema electoral estadounidense, donde el ganador de cada estado se lleva todos los votos –con un par de excepciones– haya pocas dudas sobre el resultado de la mayoría de los territorios y que la disputa se centre de forma especial en los llamados estados bisagra. «El gran triunfo de Trump ha sido precisamente saber maximizar ese sistema, elegir cuáles son los estados en los que dar la lucha», asegura.

«El problema que hay es que la proyección del voto popular no se refleja desde hace ya tiempo en las instituciones de Norteamérica»

Pedro García-Caro

Eugene, Oregón

  1. El voto indeciso

    La economía y la inmigración, los campos de batalla

Uno de los puntos en los que se apoya el candidato republicano en busca de ese voto indeciso es la marcha de la economía. Marcos Campillo-Fenoll, que llegó a California en 2001 y que vive en el estado de Maryland desde 2009, considera que la inflación es «lo que más está perjudicando a Kamala Harris. Lo que están diciendo desde la campaña republicana es: ‘¿No estabais mejor económicamente durante la era Trump?’ Y bueno, lo cierto es que económicamente las cosas no van bien».

Marcos, que también cuenta con la ciudadanía estadounidense y es demócrata confeso, trabaja en una universidad cerca de Filadelfia, en el estado de Pensilvania, uno de esos estados bisagra donde Trump busca los sufragios que decanten la balanza. «Ya en 2016 vino a mi universidad a dar una charla para ganar los suburbios de Filadelfia, que pueden ser bastante decisivos», señala.

«Desde que Trump ganó en 2016, la sociedad se ha polarizado muchísimo»

Marcos Campillo-Fenoll

Baltimore, Maryland

En su discurso, junto a la economía, y directamente relacionada con ella, aparecen también con fuerza los mensajes nacionalistas. Parapetado tras su ya clásico eslogan ‘Make America Great Again’, Trump apunta recurrentemente al enemigo exterior como parte de su batalla para acabar con los problemas de los americanos, bien a través de la promesa de establecer duros aranceles a los productos de China, o con ataques a los ciudadanos procedentes de otros países que ha ido endureciendo a lo largo de la campaña. Especialmente polémicas fueron sus críticas a los haitianos, a los que acusó de comerse a los perros, o las últimas descalificaciones de su entorno en un reciente mitin en Nueva York dirigida a los puertorriqueños. «Se dijo que lo que preocupa no es que haya una isla de plástico en el océano, sino una isla llena de basura que se llama Puerto Rico», subraya Pedro García-Caro, casado precisamente con una española-puertorriqueña descendiente de exiliados de la Guerra Civil con la que tiene tres hijos, de 15, 12 y 9 años: una niña y dos niños. «El nombre de ella no puede ser más cartagenero –presume–. Se llama Lucía».

«El discurso contra la imigración y antihispanos es muy violento y se nota»

Ana Corbalán

Birmingham, Alabama

En Texas, el discurso contra los inmigrantes que causa indignación en otros estados se recibe con otros ojos. «Los propios latinos de segunda generación ven la inmigración como un problema, y van a votar todos a Trump», dice sorprendida Rosa Manrubia. «Critican que se les están dando ayudas sociales que consideran contrarias al sueño americano».

  1. Bazas republicanas

    La irrupción de los magnates y la contradicción bélica

El cirujano cardiovascular y profesor del prestigioso centro médico de Houston Baylor College of Medicine, Víctor Bautista-Hernández, también cree que la inflación será el principal factor a la hora de decidir el voto, aunque recuerda el peso de otros temas, como la posición frente a las armas que afianzan el voto a Trump en las zonas republicanas. Asimismo, este murciano, que reside con su mujer y sus dos hijos en la ciudad texana de San Antonio, destaca la importancia del posicionamiento del magnate Elon Musk a la hora de abrir a Trump nuevos perfiles de votantes. «Ya tenía la América rural, pero el apoyo tan decidido de Musk, adalid de la tecnología, de la industria automovilística y aeroespacial, creo que está siendo muy importante para él».

También Jeff Bezzos, dueño de Amazon y propietario del Washington Post, ha entrado en campaña con su decisión de que el periódico no apoye a ningún candidato por primera vez en más de 35 años para evitar una defensa de Harris. «Eso ha causado mucho revuelo, porque mucha gente lo considera una irresponsabilidad», destaca Marcos Campillo-Fenoll.

«Trump lo que está diciendo es: ‘Termino con las guerras, recojo tropas y el dinero que me gasto fuera me lo gasto en vosotros’. Eso ha calado en el centro y en las zonas más rurales»

Rosa Manrubia

Dallas, Texas

«La sensación ahora es que la candidatura republicana, que estaba un poquito más abajo de la demócrata, ha ido ganando fuerza, aunque es una percepción personal», señala Víctor Bautista-Hernández, que reconoce, por otra parte, su preocupación en torno a otro asunto clave en el debate político y que le genera una profunda tristeza:el desarrollo de las guerras en Ucrania y Palestina, un elemento de desgaste para los demócratas por haberse producido bajo su presidencia. «He estado operando a niños en Ramala y en Gaza varias veces con una ONG, y no hay palabras para describir lo que vemos», dice. «En esto hay contradicciones importantes entre los partidos».

«Aquí la comunidad israelí es muy importante y creo que los dos partidos apoyan al Gobierno israelí, aunque Trump dice que va a conseguir que la guerra pare»

Víctor Bautista-Hernández

San Antonio, Texas

Aunque ambos son pro israelíes, «los republicanos dicen que si Trump llega al poder parará la guerra, y está pidiendo incluso el voto de la comunidad islámica, porque aseguran que será él quien traiga la paz».

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