Pescadores y barqueros ayudan a los buceadores de la Guardia Civil a peinar La Albufera en busca de cadáveres

Pescadores y barqueros ayudan a los buceadores de la Guardia Civil a peinar La Albufera en busca de cadáveres

Lunes, 4 de noviembre 2024

Barqueros y pescadores de La Albufera se han erigido en los mejores cicerones de la Guardia Civil para rastrear la gran laguna valenciana en busca de desaparecidos. Allí desemboca el Barranco del Poyo, ese monstruo que se ha llevado vidas y haciendas del área metropolitana de la capital del Turia, y los dispositivos de búsqueda confían en hallar tarde o temprano bajo sus aguas o flotando sobre ellas los cuerpos de algunas de las cientos de personas que aún siguen desaparecidas.

En esas amargas labores está participando la Armada, con un despliegue de militares, zódiacs y drones, y varios equipos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil, algunos llegados desde Madrid, así como unidades de su Servicio Marítimo, apoyados por perros de la Unidad Cinológica, adiestrados para detectar restos humanos en catástrofes.

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La Albufera es un mar de agua dulce que ocupa unas tres mil hectáreas de superficie y quienes mejor conocen sus recovecos son los pescadores y barqueros que la recorren a diario ganándose la vida en sus aguas. Los unos con la pesca de la muy apreciada anguila en las nasas de los redolíes, y los otros ofreciendo paseos a los visitantes en sus barquetas.

Jornadas intensas

A estos profesionales ha recurrido la Guardia Civil para que les ayude a buscar desaparecidos en las aguas de este Parque Natural, y la respuesta ha sido inmediata. «Nos llamaron el domingo para ver si podíamos acompañarles en el dispositivo de búsqueda y aquí estamos, encantados de ayudar», cuenta Vicente, uno de los pescadores más veteranos del Palmar, la pedanía que vive del turismo que generan la treintena de restaurantes y arrocerías que trabajan alrededor de la laguna.

Vicente acompañó en su propia embarcación a los agentes de la Benemérita en una intensa jornada de rastreo que se prolongó desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde, cuando ya la luz escaseaba y no se podía continuar con la batida.


Los GEAS de la Guardia Civil llegan al embarcadero de El Palamar tras rastrear por La Albufera



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Los GEAS de la Guardia Civil llegan al embarcadero de El Palamar tras rastrear por La Albufera

Junto a Vicente, también salieron otro colega pescador, Manolín, y dos jóvenes barqueros de recreo, Rubén, y José Antonio. «Conocemos la laguna como la palma de nuestra mano, sabemos dónde puede producirse algún hallazgo».

Y bajo esa premisa, buceadores y sus guías pusieron rumbo hacia la zona de La Albufera más próxima a la desembocadura del barranco del Poyo, donde confiaban en encontrar restos de la riada. Precisamente allí avistaron la rueda de un coche sobre las once de la mañana. «Pensábamos que era una rueda suelta que flotaba a la deriva, pero al acercarnos hemos visto que era un neumático que sobresalía de un coche hundido y que se había dado la vuelta», apunta Rubén. 

Sin poder ver absolutamente nada

Enfundados en sus neoprenos, dos agentes de los GEAS se lanzaron al agua para inspeccionar el vehículo. Según relataron después, estaba cubierto de una capa de casi un metro de fango. No veían absolutamente nada, pero lograron palpar a ciegas con las manos el interior del coche, confirmando que estaba vacío. La misma operación se repitió poco después con un segundo vehículo que hallaron semihundido a unos cientos de metros y más tarde con otros dos coches más, con idénticos resultados.

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 A los agentes les extrañó que tras casi ocho horas de batida no hubiera aparecido ningún vehículo más. «Es raro porque en este tipo de catástrofes vemos por ejemplo decenas de animales muertos y esta vez solo hemos visto dos perros». Creen que, una vez descienda el nivel del agua (que subió casi un metro), podrían aparecer restos de vehículos, y que quizás con el paso de los días también afloren cuerpos humanos que ahora permanecen sumergidos. «De momento no hemos encontrado nada, aunque hoy es la primera vez que hemos salido junto a los pescadores», dice uno de los agentes mientras devora extenuado un bocadillo de lomo y queso que le ha traído una vecina del Palmar, que se está volcando con la Benemérita.

Los pescadores, la cofradía la integran unos 60 profesionales, se han brindado a continuar prestando sus embarcaciones y a guiar a los buceadores por la laguna y sus cañaverales lo que resta de semana «y lo que haga falta».

Cuando baje el agua

Tras la DANA la actividad pesquera en La Albufera se ha paralizado a la espera de que la Generalitat analice las aguas de la laguna y autorice nuevas capturas de anguila, lisa y perca. Así que están todos disponibles. «Con la cantidad de lodo y maleza que ha arrastrado el barranco hasta la laguna es posible que haya coches y cuerpos enredeados en el fondo. Aún es pronto, pero cuando baje el agua se verá», indica el barquero José Antonio.

«Ahora toca ayudar en lo que sea. Estamos jodidos porque esto ha sido la hostia», añade Vicente, que tiene amigos en la cercana Catarroja, en la otra orilla de la laguna, que lo han perdido todo. «No nos lo hemos pensado. Tenemos que ayudar con nuestras barcas, y con lo que haga falta y tirar para adelante. Y si nos dicen que mañana también nos necesitan, aquí estaremos. Ahora no podemos salir a pescar, pero tampoco tenemos ganas. La pesca no es importante, lo primero ahora es ayudar y recuperar el cuerpo de algún desaparecido y entregárselo a su familia. No quiero pensar en la angustia que debe de estar pasando esa pobre gente».

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