María José Carchano
Valencia
Jueves, 7 de noviembre 2024, 02:12
Ocho días después de la DANA, la situación que está viviendo Paiporta es más crítica que aquel martes después de la gran riada. El sistema de alcantarillado del municipio se ha embozado por culpa del fango que ha ido depositándose en las tuberías tras una semana de limpieza de viviendas, bajos y aparcamientos subterráneos.
Decenas de calles de Paiporta, sobre todo en el casco antiguo, se habían convertido este martes en una gran ciénaga donde el olor era insoportable, donde vecinos, voluntarios y trabajadores se hundían casi medio metro en el lodo, con los problemas de salubridad que conlleva, y convirtiendo una simple acción como andar en un deporte de alto riesgo. Mientras, algunos agentes de la Policía Local miraban impotentes ante una situación que les sobrepasaba, intentando cortar calles para que las máquinas trabajaran, sin éxito. Apenas se veían a dos o tres camiones cuba intentando desatascar un embozo gigantesco de consecuencias para la salud pública que todavía están por dilucidar.
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El problema más grave es que la zona cero es, más de una semana después del embiste de la DANA, una población donde todavía las calles están llenas de trastos inservibles y fango y más fango. En las vías estrechas del casco antiguo hay que caminar en zigzag porque los montones de basura están amontonados por todas partes, y donde hay que hacer cola para poder transitar entre decenas de voluntarios que, con toda su buena voluntad, intentan empujar el lodo con escobas hacia las calles más anchas y, en teoría, con mejor capacidad de desagüe.
Escenas de una zona devastada
Un cartel que pone ‘gracias’ en grande ocupa todo el balcón de una vivienda ubicada justo al lado del barranco. Allí vive Amparo, que tenía una vista dantesca de lo que ocurrió aquel martes por la tarde, y que ayer se asomaba, compungida, viendo que todavía queda mucho por hacer en Paiporta.
El puente que salva ese mismo barranco ya no tiene protecciones en los laterales, arrastrados por la fuerza de la corriente, y unos bomberos de Logroño intentan que la gente circule por el carril bici, a veces sin éxito.
Prácticamente todos los vecinos se han quedado sin vehículo, así que la opción es moverse andando. Tampoco es que los vehículos sirven ahora de mucho, porque las calles están completamente impracticables y sólo trabajan máquinas.
El acceso al casco urbano de Paiporta por la calle Benetússer, que discurre por el polígono industrial de la Mina, está lleno de viandantes que caminan por la calzada porque no hay otra opción y sortean como pueden a los vehículos, la mayoría de cuerpos y fuerzas de seguridad, sin ningún tipo de ordenamiento del tráfico, y con el peligro real de atropello.
Fuentes de Egevasa, la empresa valenciana que gestiona el agua, confirmaron este martes la preocupación que existe por el gran atasco que está provocando en el sistema de alcantarillado el barro que se ha ido vertiendo, y por este motivo se ha lanzado una alerta nacional para que todos los camiones cuba disponibles en España puedan desplazarse a los pueblos afectados. Porque esto no se limita sólo a Paiporta, y aunque es el municipio más afectado, todas las localidades tienen las tuberías llenas de lodo.
«Es una cuenta atrás»
En Paiporta, hay calles donde los problemas de salud por la insalubridad van a comenzar a producirse en cualquier momento. «Estamos en una cuenta atrás», advierte un médico voluntario, que no puede creer cómo se ha llegado a esta situación, con tanta gente entre esta ciénaga.
Por ejemplo, en la calle San Roque, el pasillo entre montañas de basura era estrechísimo y casi intransitable y el hedor muy intenso. Entre los vecinos, que aguantan como pueden que, más de una semana después, todavía no hayan retirado los enseres, entre los que hay también basura. Entre los vecinos que siguen en sus casas, una mujer de 96 años, Pura, que sus cuidadoras intentan mantener limpia y seca, cosa que está resultando complicada porque su casa todavía está llena de lodo. «Se está llagando», dice Isabel, que la ha subido a la andana para que pueda estar en un lugar seco y limpio.
No hace falta recorrer todo el municipio para darse cuenta de que aquí todavía queda mucho por hacer, aunque ahora ya no se trata de trabajo de voluntarios con una escoba. «Les digo que ya no hacen falta, que todavía tengo cosas por tirar en casa pero, ¿dónde las ponemos?», se pregunta Vicente, un vecino de otra de las calles del casco antiguo, y señala la pila que llega a los dos metros y que, además, es un peligro para quien transite por la calle.
De hecho, el centro de salud de Paiporta estaba lleno de gente que se había hecho heridas o se había caído, porque es imposible saber dónde acaba la acera y dónde comienza la calzada. «Es imposible salir, pero yo tenía que ir al médico», dice una mujer mayor, que va acompañada de su marido, e intenta cruzar como puede una calle intransitable.
Después de los daños producidos por el embiste de la DANA, llega un problema más grave para la salud pública, porque ahora mismo Paiporta vive en condiciones graves de insalubridad.
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Enlace de origen : Situación crítica: la gran ciénaga de Paiporta