Una barbería inclusiva donde reinan la calma y la sensibilidad

Una barbería inclusiva donde reinan la calma y la sensibilidad

Miércoles, 13 de noviembre 2024, 00:45

Lo que empezó como un juego de niños se ha convertido en un sueño hecho realidad para Christian Martín Alemany. Un joven de 18 años que se inició en el mundo de la peluquería con tan solo diez y que acaba de abrir Heaslip Barber, una peluquería inclusiva ubicada en el centro de Murcia donde los clientes con necesidades especiales tienen mucho protagonismo. Aunque desde la calle puede parecer un salón convencional dedicado al cuidado de la imagen para el público masculino, basta con fijarse en los pictogramas que hay pegados en el escaparate del local, que abrió sus puertas hace dos meses, para detectar que en este negocio la imagen no es lo más importante.

«Somos la primera peluquería de toda España que ofrece un servicio exclusivo para personas con diversidad funcional», explica Christian, que se ha formado en psicología infantojuvenil para atender de forma integral a clientes que padecen trastornos como el del espectro autista (TEA) y los relacionados con déficit de atención e hiperactividad (TDA y TDAH). «Cuatro de cada diez personas que vienen a cortarse el pelo tienen alguna discapacidad», destaca sobre un público que, a su parecer, «estaba olvidado». «La mayoría de estos clientes lo pasan mal cuando van a un lugar desconocido y por eso, en el momento en el que le damos la cita se llevan un dosier con una veintena de pictogramas con los que les explicamos visualmente y de una forma muy sencilla el servicio que van a recibir». Imágenes que se convierten en familiares y que estos clientes especiales identifican nada más llegar a la barbería, donde un oso perezoso de peluche les da la bienvenida. «Son personas que suelen evitar el contacto físico y uso el muñeco como herramienta para saludarles y poder establecer un primer contacto que les genere confianza para ponerse en mis manos», detalla este barbero criado en La Matanza de Fortuna que transmite altas dosis de sensibilidad, ya que reconoce que ha vivido muy de cerca las limitaciones a las que se enfrenta el colectivo en su día a día.

Psicóloga a cinco minutos

«Cuando vienen personas con necesidades especiales, dejo la agenda prácticamente despejada para ellos; así puedo dedicarles todo el tiempo que requieran sin estar pendiente del reloj, ya que muchas veces solo quieren que te tires al suelo a jugar un rato con ellos antes de cortarles el pelo», detalla. Y, como ejemplo de su flexibilidad, explica que en un caso de autismo severo, puede tardar hasta tres horas.

El negocio de Christian cuenta con tres estrellas de Barberías con Encanto, una entidad que reconoce la excelencia en el sector

Respecto a las situaciones en las que no logra calmar a estos clientes especiales, cuenta que tiene como colaboradora a una psicóloga que pasa consulta a cinco minutos de su barbería. «Aunque yo tengo conocimientos para tratarlos, tener la opción de llamar a una profesional en casos puntuales me da mucha tranquilidad para ofrecer el mejor servicio posible», señala este emprendedor que se ha fijado como próximo reto hacerse formador.


Sala de calma de Heaslip Barber para la relajación de clientes.


Vicente Vicéns/ AGM


«Cuatro de cada diez personas que vienen a cortarse el pelo tienen alguna discapacidad», asegura el joven peluquero

Aunque acaba de cumplir la mayoría de edad, Christian tiene una gran experiencia en el mundo de la imagen y prueba de ello son las tres estrellas otorgadas a su negocio por parte de Barberías con Encanto, una entidad que reconoce la excelencia en el sector, que le premió en la última edición del Salón Look celebrado recientemente en Madrid.

Un estilista precoz

Sobre sus inicios en el mundo de la imagen, resalta que con tan solo diez años le pidió a su madre cambiar el baloncesto por la peluquería como actividad extraescolar, lo que le llevó a una academia donde se convirtió en el alumno más joven de clase. «Le encantaba cambiarse el color del pelo y una vez lo pillé poniéndose el tinte de su abuela», recuerda su progenitora, Mayte Alemany, sobre los pinitos de Christian como estilista. Ocho años después, ha cumplido el sueño de convertir su gran pasión en su profesión. «No tengo la sensación de estar trabajando porque me encanta lo que hago. Sobre todo, me emociona ver las sonrisas de mis clientes cuando salen por la puerta y ya están pensando en volver».

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