Jordan Davis, el príncipe que tenía demasiada prisa por ser el rey del UCAM

Jordan Davis, el príncipe que tenía demasiada prisa por ser el rey del UCAM

Viernes, 15 de noviembre 2024, 01:27

«Solo hay un Jordan». Aquella frase se le clavó cual puñal a Sito Alonso, con la crueldad de una falta de respeto pública de un hijo a su «padre» término que el propio Davis había empleado en el pasado para definir la relación con su entrenador. Un error, pero eran ya demasiados en esa irregular 2022-23 y, en pleno tiempo muerto en el segundo partido de ‘play-in’ de Champions League, en el infierno turco de Esmirna, con el Pinar Karsiyaka apretando para igualar la serie, no era el momento. Menos cuando Sito Alonso estaba tratando de espolearle y, al pedir al mejor Jordan, aquella fue su contestación.

Quien jugó el final del partido fue su suplente, David Jelínek, y ver al checo meter los triples que terminarían por aniquilar los turcos hizo que sus demonios se multiplicaran. Tanto, que se negó a posar en la foto de equipo en el vestuario. Davis hacía público que algo no iba bien, y apenas un mes después ponía fin a dos temporadas y media en Murcia.

El tiempo ha pasado. Mañana visitará el Palacio por primera vez desde entonces, como jugador del Breogán. Cuando llegó a Murcia, aquel ‘mini Westbrook’ (como le llamaban en la universidad, comparándole con el de los Denver Nuggets) no tardó en ganarse el cariño de unos y otros con su entrega y su alma inocente.

Le encantaba vestir de pantalón corto, incluso en invierno, aunque la parte de arriba fuese un anorak, e irrenunciable era que en sus pies se enfundaran unas ‘crocs’. Tenía tantas y gustaba tanto decorarlas que se convirtió en su santo y seña, por lo que presentarse un día con unas antes de un viaje fue la mejor manera que encontró Sito Alonso para agradecer la pública consideración paternal que hizo de él.

La pizarra de Alejandro

Siempre tuvo a su entrenador prendado. Impagable es para Sito contar con un jugador de su perfil para ser complementar el baloncesto de salón que practicaron a su lado hombres de la talla de Conner Frankamp, Isaiah Taylor o James Webb III. Todos, con un futuro Euroliga después de su paso por Murcia que se le llegó a presuponer a él. Así lo decían convencidos Alejandro Gómez o Augusto Lima, ex de la máxima competición continental.

Tiempo después de su salida por la puerta de atrás, recomendó a su amigo Jonah Radebaugh fichar por el UCAM

Para llegar hasta ese máximo escalón solo faltaba una cosa: tiro. Un tiro exterior consistente que, prácticamente, era la única pega en su juego que escribió Alejandro Gómez en la mitad derecha de una pizarra en su despacho un día que llamó a filas a Davis. La mitad izquierda estaba llena de fortalezas, piropos y elogios. Fue en la previa de un partido contra el Estrasburgo, ante el que salió como una moto para sumar 28 puntos.

Pero no duró mucho. El director general le había pedido no gastar tanta energía en lo poco que no hacía del todo bien sobre la pista cuando había tantas que bordaba. En algunas de ellas era el mejor. Pero aquel Davis quería lo de la derecha, ese mayor número de tiros sobre la pista. Quería un paso adelante en su carrera y ese era asumir más balón.

Y es que, después de crecer durante dos temporadas como especialista defensivo, como ese hombre con que elevar el nivel físico de los partidos, Jordan Davis sentía que estaba para algo más. Estaba muy bien tener partidos en los que las circunstancias le permitieran brillar, como los 27 puntos que metió al Barça en uno de sus primeros partidos como universitario, o los 29 al Baskonia en otra recordada victoria en la épica. También protagonizar ‘highlights’ solo al alcance de unos pocos, como un mate en las barbas de Tavares.

Vacío de poder

No era casualidad que muchas de sus mejores actuaciones fuesen contra equipos de magnitud. Su cuerpo era de Euroliga. Pero el tiro era lo único que le faltaba al príncipe para ponerse la corona de rey. Y lo que, cuando machos alfa del vestuario como Taylor o Webb III dejaron el equipo en 2022, reclamó como oportunidad habiendo detectado un vacío de poder. No llegó nunca a tener ‘feeling’ con Travis Trice, líder ofensivo, y el pírrico 6,3% de acierto en triples al momento de su salida le quitaba toda razón.

Sus salidas de tono habían dejado de tener gracia, sobre todo, cuando no venían seguidas de elegantes disculpas, como el detalle que tuvo con un trabajador del club de regalarle una caja de su bebida favorita después de, mediante una broma, haberle ofendido en un grupo de WhatsApp. Sin rencores, salió perdonando el sueldo de lo que le restaba de contrato y acabó en Hamburgo, donde tuvo una importante lesión, y el año pasado jugó en Líbano. Desde la distancia, animó a Jonah Radebaugh, compañero en la universidad, a fichar por el UCAM.

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