La historia que guardan las aguas de la Región

La historia que guardan las aguas de la Región

Domingo, 17 de noviembre 2024, 18:58

El patrimonio subacuático de la Región no deja de crecer. La última incorporación llegó por sorpresa, de la mano de un submarinista aficionado. En aguas de San Javier, en la costa de La Manga, a ocho metros de profundidad, Isaac Guerrero encontró los restos de un naufragio. Ni él mismo esperaba el descubrimiento en una zona costera que conoce de otras inmersiones. Piensa que los temporales de levante pudieron propiciar el hallazgo.

Con unos 70 metros de eslora, se trataría de un barco a vapor del siglo XIX, según los primeros datos recopilados por los expertos del museo Arqua y de la Guardia Civil que inspeccionaron el enclave. Poco más ha trascendido, salvo que presenta el impacto de un cañonazo en la popa y que, probablemente, fue lo que lo envió al fondo del mar. Ahora ya forma parte de la lista de un centenar de pecios documentados en el litoral de la Región.

Los restos que se conservan de naufragios hablan de una intensa actividad en la costa desde época fenicia

El descubrimiento de Isaac Guerrero da cuenta de un rico legado sumergido, pero también pone de manifiesto que se trata de un patrimonio aún desconocido. «Está todo por hacer», sentencia Juan Pinedo, un veterano arqueólogo subacuático que ha trabajado en los yacimientos de Escombreras y El Espalmador, ambos en Cartagena, y en los pecios fenicios de La Isla (Mazarrón) y Bajo de la Campana (La Manga), entre otras numerosas campañas. Como otros expertos, reivindica más fondos económicos destinados a la investigación subacuática, por lo general más cara que en tierra firme debido a los medios técnicos que se requieren. «No tengo dudas de que podrían realizarse nuevos hallazgos, además de excavar muchos de los pecios que se conocen pero que solo están investigados someramente», indica Pinedo.

Mapa interactivo de los pecios en la Región de Murcia

Pecios de navíos o restos varios de barcos antiguos

Pecios de barcos contemporáneos

Ubicaciones aproximadas de los pecios.

Resulta complicado averiguar cuántas embarcaciones con historia yacen en el fondo del mar. Existe un inventario regional, en continua actualización, pero disfruta de cierto grado de confidencialidad. En este sentido, desde Cultura se muestran reacios a ofrecer detalles sobre localizaciones de yacimientos como una medida de salvaguarda para evitar expolios como los sufridos en el litoral de Mazarrón (Cueva Lobos en especial) en los años 80. Eso sí, no hay dudas de que se trata de un conjunto amplio, diverso y de incalculable valor. «La costa murciana es arqueológicamente muy rica, como se puede deducir de su singularidad histórica desde la antigüedad», indica Carlos de Juan, investigador de la Universidad de Valencia que acaba de completar con éxito la extracción del barco fenicio ‘Mazarrón II’.

Los especialistas consultados por este diario y la documentación disponible apuntan a que las aguas de la Región guardan al menos un centenar de pecios conocidos a lo largo de sus 250 kilómetros de costa. Más de la mitad serían de época antigua, sobre todo, embarcaciones fenicias y romanas. Dan cuenta de una intensa actividad vinculada al comercio, a las salinas, a las pesquerías y, principalmente, al negocio de los metales, abundantes en las sierras litorales y que atrajeron el interés de otras civilizaciones.

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Sin ir más lejos, la barcaza de casi 8 metros de eslora hallada en la mazarronera playa de La Isla, y que ha sido desmontada y trasladada al Arqua para su restauración, iba cargada con 2.800 kilos de plomo litargirio.

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Mientras, en el del Bajo de la Campana, en La Manga, se encontraron lingotes de estaño y de cobre y casi una tonelada de mineral de plomo, además de otros objetos como colmillos de elefantes, ánforas y hasta perfumes para ungüentos.

«Un pecio es como una cápsula del tiempo: su cargamento sirve para fechar perfectamente un momento histórico», destaca Juan Pinedo acerca de la relevancia que supone para la investigación científica documentar estos yacimientos subacuáticos.

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La importancia estratégica del puerto de Cartagena y de su base naval también ha dejado huella en el patrimonio submarino. Con motivo de la ampliación de Escombreras, por ejemplo, se localizaron y estudiaron cinco navíos romanos y uno medieval que constatan un comercio próspero en un enclave natural que desde la antigüedad ha figurado en las principales rutas marítimas.

Las características geográficas del litoral (la presencia de islas, fondeaderos y arrecifes rocosos) explican, asimismo, buena parte de esta herencia con historia. Las aguas de Cabo de Palos-Islas Hormigas han sido testigo de naufragios que ponen los pelos de punta. El transatlántico ‘Sirio’ protagonizó el más trágico, en 1906, al chocar con el Bajo de Fuera. La cifra de ahogados todavía resulta una incógnita. En 1887, ya había colisionado en el mismo lugar el piróscafo ‘Nord América’, aunque todos los pasajeros y tripulantes sobrevivieron para contarlo.

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La furia de la naturaleza también se ha cobrado su precio. Un temporal hundió en 1946 el ‘Isla Gomera’, más conocido como El Naranjito por la carga que transportaba. La lista del cementerio de barcos de la costa de Cabo de Palos y La Manga dio un salto durante la Primera Guerra Mundial a raíz de la ‘caza’ que protagonizaron los submarinos alemanes (que entonces contaban con base en el Adriático) para bloquear la llegada de suministros al enemigo. ‘Thordisa’, ‘Doris’, ‘Michalinos’, ‘Alavi’ y ‘Francolí’ aparecen entre los más conocidos, pero la relación supera la veintena.

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Este punto del litoral da testimonio de una página de la historia de los conflictos bélicos y los cambios geopolíticos, pero a la vez representa un paraíso para los buceadores. Varios de estos pecios suman un atractivo más a la riqueza natural de los fondos marinos de la Región. Y muchos aficionados llegan para conocer de cerca los restos de estos naufragios en inmersiones programadas. El sector del turismo de buceo supone una jugosa fuente de ingresos que va a más con los años. En 2020, superaron los 6 millones de euros, según los últimos datos difundidos. Estos viajeros figuran entre los que más gastan (una media de 120 euros al día) y alargan sus estancias hasta cuatro días.

«Está todo por hacer», señala un experimentado arqueólogo, que reivindica más fondos destinados a excavaciones y estudios

En su libro ‘Naufragios del Cabo de Palos’, Jorge Bañón Verdú, teniente de navío ya retirado y profesor de historia militar, recopila algunas de esas catástrofes marítimas. «El patrimonio sumergido de la Región es tremendamente importante, pero no está estudiado lo suficiente porque resulta una tarea costosa y con poco rendimiento económico», señala. Bañón cree que ha llegado la hora de dar un impulso a la investigación y, a falta de fondos económicos, sugiere «ser creativo». Propone una colaboración de la Armada con la administración civil para desarrollar campañas arqueológicas, al estilo de lo que ya se hace en la Antártida con el ‘Hespérides’, donde van embarcados militares y científicos.

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