Viernes, 22 de noviembre 2024, 00:47
Cuando una batuta acepta el encargo de recrear la música de una partitura, adquiere un compromiso que va más allá de la dirección orquestal del concierto. En cada interpretación hay que tratar de ser fiel a la intención del compositor y al estilo de la época, sin renunciar a los rasgos personales de quien está al frente.
Hace unos meses, tres estudiantes de Dirección Orquestal del Conservatorio Superior de Música recibieron la propuesta de preparar una pieza escrita hace casi 250 años y que probablemente nunca había sido interpretada. El compositor, Giussepe Cristiano Lidarti (1737-1786), nacido en Viena y afincado en Florencia, la escribió para un conjunto de once instrumentistas con la finalidad de venderla a los jóvenes de la alta sociedad inglesa que recorrían el país transalpino con motivo del Grand Tour, viaje de formación en cultura europea que complementaba la excelente educación recibida en los colleges de Oxford o Cambridge, repercutiendo en su futuro papel en la política de su país.
Jornadas Westmorland ‘La música venida del mar’
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Cuándo
Lunes 25 y martes 26 de noviembre, a las 19.30 horas. -
Dónde
Fundación Cajamurcia, Gran Vía de Murcia. -
Cuánto
Entrada libre hasta completar aforo.
Lidarti creaba partichelas (particellas, en italiano) de música ligera para pequeños grupos (sobre todo dúos, tríos y cuartetos) que eran muy valoradas por los ingleses y los preceptores que los acompañaban, ya que les permitía entretenerse con una música de fácil ejecución con los instrumentos que llevaban consigo. Estas partichelas, junto a interesantes retratos, lienzos, estampas, grabados, esculturas y otros objetos de valor recuerdos del Grand Tour, se enviaron en diciembre de 1778 a Inglaterra desde el puerto de Livorno en un buque con patente de corso llamado Westmorland. Este buque fue apresado el 7 de enero de 1779 cerca del Cabo de Gata por barcos franceses que vendieron su valioso contenido en el puerto de Málaga, y tras algunas transacciones llegaron al poder del rey Carlos III que las envió a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando situada en Madrid, donde han estado custodiadas desde 1783, hasta que recientemente se han puesto en valor gracias a las investigaciones de José María Luzón, académico de la institución y catedrático jubilado de Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid.
La preparación de la obra ha sido laboriosa porque las partichelas están manuscritas con una grafía poco habitual
Con motivo de las Jornadas de Westmorland que organiza en nuestra ciudad la Fundación Cajamurcia junto a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Sociedad Dante Alighieri, se interpretarán un total de once composiciones de Lidarti, Schwindl, Giardini y Ballabene por músicos de Madrid y de Murcia. Una de las que presentará el conjunto instrumental del Conservatorio Superior de Música de Murcia es la ‘Sinfonía concertata numero sei a tre violini, viola, violonchello, oboe, corni da caccia, címbalo, fagotto e bassi’, dirigidas por Pablo Darío Ortuño, Sergio Moles y Juan Párraga, que tienen asignado el ‘Allegro maestoso’, el ‘Larghetto’ y el ‘Allegro’, respectivamente.
La preparación de la obra ha sido laboriosa porque las partichelas están manuscritas con una grafía poco habitual para cada instrumento individualmente, lo que complica la labor del director que necesita la partitura general. Pablo, Sergio y Juan han dedicado horas de análisis y estudio en la confección y edición de la partitura con los pentagramas de los once instrumentos. Durante los ensayos, estos músicos han planificado cuidadosamente cada detalle de la puesta en escena de la sinfonía concertata de Lidarti, tal y como éste imaginó en Pisa hace 250 años, que tocarían otros jóvenes de esa época pero de la misma edad.
La historia del Westmorland es apasionante, pero en lo que al material musical transportado por esta fragata se refiere, es emocionante el apreciar cómo la ilusión y el talento juvenil de nuestra región respeta con tanta fidelidad la memoria del compositor Lidarti.
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Enlace de origen : Los mosqueteros de Lidarti