«Igual que quise morir, quise vivir por mis hijos»

«Igual que quise morir, quise vivir por mis hijos»

Domingo, 24 de noviembre 2024, 07:35

Para Dulce Soriano es imposible trasladar con palabras todo lo que ocurrió entre las paredes de su casa durante más de tres décadas. No cabe en una conversación cuánto miedo sintió, cuánta angustia, cuánto dolor, cuántos golpes. Por eso se ayuda de una imagen: la de su carné de identidad. «Es de hace poco más de un año, cuando me lo renové. Mira esa foto. ¿Qué te dice?», pregunta sosteniendo el documento como quien trae al mundo a otra persona. En él, su rostro aparece casi irreconocible, a tal punto que en varios centros oficiales ya le han recomendado que vuelva a hacérselo. Asegura que esa es la cara que dejan el sufrimiento y el miedo constantes ante una «violencia continuada» que adquirió muchas pieles a lo largo de los años y que terminó en 2020, cuando su marido fue detenido y condenado por un delito de malos tratos en el ámbito familiar y a una orden de alejamiento que ha quebrantado ya en dos ocasiones.

Dulce ha decidido mostrar ahora sus recuperadas facciones, tras escapar de «la jaula» de la violencia de género. Ha rechazado prestar su testimonio para este reportaje desde el anonimato pese a reiterados ofrecimientos. «Cuando me preguntan: ‘¿Quieres ser anónima?’ No, no. Yo digo mi nombre en alto. Porque a mí no me da vergüenza contarlo. La vergüenza se la tiene que dar a él», sentencia.

Violencia de género

denuncias por violencia de género en 2023 en la Región

en el primer semestre de 2024

de incremento en el primer semestre de 2024

denuncia cada hora

denuncias al día

La Región es la segunda comunidad con mayor tasa de víctimas de violencia de género

casos por cada 10.000 mujeres en la Región (2023)

Fuente: Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del CGPJ

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casos por cada 10.000 mujeres en la Región (2023)

Fuente: Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del CGPJ

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casos por cada 10.000 mujeres en la Región (2023)

Fuente: Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del CGPJ

Violencia sexual

mujeres en España han sufrido violencia sexual en el ámbito de la pareja, el 6,7% del total

han mantenido relaciones sexuales contra su voluntad con su pareja por miedo, el 4,3%

Fuente: Encuesta Europea de Violencia de Género 2022

Atendidas por violencia de género

De nueva entrada

Mujeres Totales

Menores de 16 años

(Atención a víctimas de violencia de género)

(Atención a la violencia sexual)

(Atención a menores expuestos a VG)

(Dispositivo de atención urgente)

por violencia sexual

Violencia de género

Violencia sexual

denuncias por violencia de género en 2023 en la Región

en el primer semestre de 2024

de incremento en el primer semestre de 2024

mujeres en España han sufrido violencia sexual en el ámbito de la pareja, el 6,7% del total

han mantenido relaciones sexuales contra su voluntad con su pareja por miedo, el 4,3%

Fuente: Encuesta Europea de Violencia de Género 2022

denuncia cada hora

denuncias al día

La Región es la segunda comunidad con mayor tasa de víctimas de violencia de género

casos por cada 10.000 mujeres en la Región (2023)

Fuente: Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del CGPJ

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Atendidas por violencia de género

(Atención a víctimas de violencia de género)

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(Atención a la violencia sexual)

(Dispositivo de atención urgente)

por violencia sexual

En la Región de Murcia hay 5.757 casos activos de violencia de género registrados a cierre del mes de octubre, 1.034 más que hace un año, según el último informe del Ministerio del Interior. De ellos, 961 son de riesgo medio, 57 de riesgo alto y tres están considerados extremos. En total son 32.665 las víctimas identificadas, tanto en los casos en desarrollo como los inactivos. Dulce pone cara a esta realidad compartiendo su historia: «A ver si así cala un poco», señala.

Ella era muy joven cuando empezó todo. Puede ubicar el momento. «Cuando firmé los papeles, ahí empezó el puto infierno». Tenía 19 años y estaba embarazada de su agresor, con el que inició una relación a los 16. No logró reunir fuerzas para escapar de su lado hasta 35 años después. «Luego me dicen que por qué aguanté tanto tiempo. Odiamos esa pregunta. Joder, ¿pero cómo explicas eso? No lo puedes explicar. ¿Pero es que os pensáis que queríamos vivir así?».

En esos años Dulce asegura haber conocido las mil caras de la agresión a la mujer: «Hay muchas violencias estipuladas por ley, pero el maltratador se encarga de inventar las que no existen. Y yo las sufrí todas».

«Hay muchas violencias estipuladas por ley, pero el maltratador se encarga de inventar las que no existen»

Violencia física: «Un puñetazo, un golpe, una patada, un zarandeo»

La primera, la física. «Un puñetazo. Un golpe. Una patada. Un zarandeo. Eran agresiones constantes, porque todo estaba mal», dice. Hubo heridas que sanaron. Otras «no van a cicatrizar en la vida». Dulce sufre una discapacidad visual del 54% en el ojo izquierdo por una herida en la retina. «En los papeles no está vinculada con el maltrato que sufrí, pero yo sé que es a consecuencia de un golpe». Y cree saber exactamente cuál. «Un día que yo venía de trabajar. Él estaba con el mono y me pidió dinero. Le dije que no tenía. Se fue a la cocina, abrió el cajón y me dio con un rodillo de amasar en la cara. Con eso me pegó».

«Se fue a la cocina, abrió el cajón y me dio con un rodillo de amasar en la cara. Con eso me pegó»

Todavía faltaban muchos años para que se atreviera a denunciar. Se había acostumbrado a hacer como si nada pasara de puertas para afuera. «Si en algo nos hacemos expertas las víctimas es en mentir. Yo no podía darle a entender a nadie lo que me estaba ocurriendo», reconoce, aunque no duda de que lo que le pasaba era evidente para muchas de las personas que integraban su círculo cercano. «Sí. Había gente que lo sabía. Pero luego hay mucha hipocresía».

Siete de cada diez denuncias las interponen las propias víctimas, según los datos del Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial.

El trance de denunciar: «Fue terrible, tenía mucho miedo, mucha angustia»

Así fue en su caso. El 8 de junio del año de la pandemia, bajo una lluvia torrencial, se plantó en la puerta de la comisaría de la mano de su hijo mayor para decir ‘hasta aquí’ y poner en conocimiento de la Policía Nacional lo que estaba sufriendo. Aquel día, según relata, su marido, con problemas con el alcohol, la había mantenido retenida contra su voluntad en el salón de casa durante cinco horas que fueron una lluvia de zarandeos y vejaciones. «Lo recuerdo como si fuera ayer. Lo hacía muy a menudo. Y yo ni siquiera sabía que podía ser un secuestro hasta que me lo explicó un juez».

Recuerda aquel punto de inflexión como un momento «terrible», dominado por la angustia, el dolor, la ansiedad y el miedo. «Te sientes muy sola. Lo que me hubiera ayudado a mí en ese momento es que una mujer que ya hubiera superado una violencia de género me hubiera cogido de la mano en aquel momento, allí en comisaría o en el juzgado, donde fuera, y me hubiera dicho: ‘Dulce, ¿tienes miedo? Pues prepárate, que vienen curvas. Esto es durísimo. Yo lo he pasado y lo vas a pasar muy mal, pero al final vas a ser libre’».

Violencia sexual: «Hay cosas que no puedes contar delante de un hijo»

No fue eso lo único que echó de menos. Una de las cosas que más lamenta es que aquel día no la separaran de su hijo para prestar declaración. «No se activó el protocolo de violencia de género. Y se me quedó una espina clavada. La Justicia me ha dado la razón en todo, pero no pude denunciar una de las violencias más dolorosas para mí, que es la sexual. No podía hacerle eso a mi hijo. ¿Cómo iba a denunciar algo así estando él allí? Aunque fuera ya adulto. No quería decirlo. Hubiera sido como seguir maltratándolo a él. Hay cosas que una madre no va a poder contar nunca delante de un hijo».

«No pude denunciar una de las violencias más dolorosas para mí, que es la sexual. No podía hacerle eso a mi hijo»

Dulce denuncia que fue forzada en innumerables ocasiones de forma muy dolorosa a lo largo de los años, una situación que arrancó cuando, a los pocos años de matrimonio, aterrada ante su pareja, dejó de sentir deseo. «Yo no concibo el sexo sin amor. Y cuando ya no sientes eso… Ahí es cuando empieza verdaderamente. Yo no quería y él sí, y ya era por sus narices».

En el Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar (Cavi) le recomendaron acudir al centro para agresiones sexuales de la Comunidad. «Allí solamente necesité una sesión. Le conté a la sexóloga lo que él me hizo una de las veces, y empezó a llorar. Me dijo: ‘No sigas. Nadie me había enseñado en tan solo una entrevista tan claro lo que es la violencia sexual’».

La psicóloga Laura Miñano, trabajadora del Cavi de Murcia, subraya la alta normalización con que han contado durante muchos años las agresiones sexuales dentro de la pareja. «En realidad -afirma-, ha sido de unos años para acá cuando empezamos a ponerle nombre». Por eso, en esta cuestión, aprecia diferencias entre generaciones. «Cuando ha habido una agresión sexual en la relación, las mujeres jóvenes enseguida me lo manifiestan. Sin embargo, cuando tengo usuarias de 60, 70 u 80 años, ni la contemplan como maltrato. Cuesta muchas sesiones».

«Que esto sea violencia de género es realmente muy novedoso», añade María Campillo, trabajadora social de la Asociación Columbares. «Creo que todavía hay un poco de tabú con ese tema. Se ha dado por supuesto que si tú estás en una relación tienes que ceder ante esa violencia sexual, pero no llamándola así, sino identificándola como algo que toca porque estás con esa persona y que el otro tiene el derecho a exigirte».


Enrique Martínez Bueso


Inma: «La palabra ‘no’ para él no existía. Llegaba a hacerme sangrar, y seguía»

El 6,7% de todas las mujeres residentes en España entre los 16 y los 74 años que han tenido una relación han sufrido violencia sexual por parte de su pareja, según la Encuesta Europea de Violencia de Género 2022. En cifras absolutas eso supone más de 1.125.000 personas. De ellas, casi 726.000, el 4,3% del total, han mantenido relaciones sexuales contra su voluntad por miedo a lo que podía ocurrir. En la Región de Murcia hay más de 572.000 mujeres en este rango de edad. Si se extrapola la misma prevalencia, serían más de 24.500 las que habrían sufrido esa situación en la Comunidad.

Inma es una de ellas. Esta mujer, que prefiere identificarse con un nombre ficticio, relata terribles agresiones durante los siete años de relación que mantuvo con su maltratador. «Pensaba que eso era amor: estar a su disposición sexualmente cuando a él le interesara», reconoce. Pronto entendió que no era decisión suya. «Un día le dije que me hacía daño. Y empezó a ponerse cada vez más autoritario. Me encerraba en el baño, me pillaba en la ducha…. Poco a poco me fui sometiendo. Me hacía todo tipo de cosas. Tenía que ser una puta. Hasta que dije: ‘No, esto no me gusta’. Pero la palabra ‘no’ para él no existía. Incluso llegó un momento en que sangraba, y yo le decía: ‘No, por favor’, pero él seguía y seguía. Era horrible».

Violación en pareja

«Al principio pensaba que eso era amor: estar a su disposición. Pero cuando le dije que no, empezó a ponerse más autoritario»

Secuelas psíquicas

«Aún tengo que ducharme a oscuras, no puedo encender la luz porque no soporto ver mi cuerpo»

Busca de ayuda

«Que ninguna mujer aguante lo que yo aguanté, que salga, que busque ayuda, y si tiene hijos, que salve a sus hijos, porque es lo más importante»

Al intentar detener las violaciones, se vio atrapada. Su pareja la había animado a que se fuera a vivir con él, luego a que dejara su trabajo, y la había ido aislando de su entorno. Cuando quiso darse cuenta, ya dependía por completo de él: sin ingresos, sin ayuda.

de las mujeres ha sufrido algún tipo de violencia a través de las redes sociales en relaciones de pareja

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experimenta agresiones directas online en forma de amenazas, humillaciones o incluso suplantación de identidad por parte de sus parejas

¿Cómo puedes ser tan ridícula?

De las mujeres han sufrido violencia sexual en las redes sociales

Desconocido:

La prevalencia de la violencia de género digital es mayor en las mujeres que usan redes sociales más de cinco horas, especialmente, la violencia de control por sus parejas.

25 años o más

es la edad a partir de la cual las mujeres sufren mayores niveles de violencia sexual presencial

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Violencia económica: «Tuve que ir a Cáritas para que mis hijos comieran»

«Si le decía que no al sexo, me castigaba psicológicamente -detalla-, lo hacía no dirigiéndome la palabra durante meses o no dándome dinero para mantener a mis hijos».

Esa es otra de las violencias con las que los maltratadores hacen pequeñas a sus víctimas, y que tendrá un papel protagonista en el próximo pacto regional contra la violencia de género en el que trabaja la Comunidad. Inma tuvo incluso que recurrir a Cáritas para poder dar de comer a sus hijos.

También Dulce sufrió este tipo de violencia, no la salvó ni siquiera ser ella la que aportaba los ingresos al hogar. «Él no trabajaba. Yo mantenía a la familia, pero él manejaba mi dinero. Y todo estaba a su nombre».

Violencia vicaria: «Yo no mataría por mis hijos; yo moriría por ellos»

Fue el sufrimiento infligido por los maltratadores a sus hijos lo que empujó a Inma y Dulce a salir adelante. La primera cogió una mochila después de meses viéndoles pasar hambre para empezar una nueva vida. «Llegué a tener que ir a Cáritas para que mis hijos pudieran comer. Hoy puedo decir que tengo mi trabajo, mi coche y que les puedo dar una buena vida a mis hijos», cuenta. Aunque las secuelas siguen ahí. «Aún me tengo que duchar a oscuras porque no soporto ver mi cuerpo».

En la Región hay 122 casos con menores en situación de riesgo, según el último informe VioGén, y el servicio especializado Sapmex ha atendido en lo que va de año a 756 niños y niñas expuestos a violencia de género en la Comunidad.

En el caso de Dulce, imaginar a sus hijos en manos de su agresor le dio fuerzas cuando ya no las tenía, aunque ellos fueran ya mayores. «Llega un momento en que ya no tienes miedo por ti. Porque lo que quieres es morir. Te dices: ‘A ver si en un mal golpe me dejara ahí’. De hecho, yo intenté hacerme daño. Lo que pasa es que no pude por mis hijos -dice rompiendo a llorar-. No soportas verlos sufrir y no poder hacer nada. Esa es la peor violencia que puede sufrir una madre, una mujer y un ser humano. Es antinatura. Pero igual que quise morir, quise vivir por mis hijos. Si no, yo no estaría aquí».

«Llega un momento en que ya no tienes miedo por ti. Porque lo que quieres es morir»

El quebrantamiento, «el culmen del maltrato»

Juana Martínez es la jurídica del Cavi del Ayuntamiento de Caravaca y del Noroeste, el primero en ponerse en marcha dentro de la red regional, en 2006, que hoy cuenta con 23 centros y 7 puntos de atención especializada. Ella ha podido ver la evolución en la forma de trabajar con la violencia de género en estos años: desde la llegada de la ley de 2004 a la creación creciente de servicios, las mejoras en la coordinación o las modificaciones legales que han aportado protección. Aunque pone el acento sobre otra forma de maltrato que genera honda preocupación en los profesionales. «El tema del quebrantamiento. Tenemos muchísimos casos. La fiscal delegada de la Violencia contra la Mujer, Concha López, decía el otro día que es el culmen del maltrato, porque los agresores no aceptan ni la resolución judicial. Tienen una orden de alejamiento y aun así la quebrantan, porque ellos pueden hacer lo que les parece. Es otra forma de manipulación, de infundir miedo y amenazar», dice.


Enrique Martínez Bueso

Violencia digital, el control ubicuo que afecta a siete de cada diez mujeres

El control ya no tiene límites. «Lo que antes sucedía en el hogar, ahora, con las redes sociales y los dispositivos tecnológicos, ha cruzado esas paredes y se puede ejercer a distancia», explica la trabajadora social María Campillo, de Columbares, una entidad que acaba de liderar un ambicioso proyecto llamado Redex, financiado el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, para poner cifras a la violencia digital en España.

Este estudio, realizado en colaboración con el Grupo de Investigación Cuidados Avanzados de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Murcia, ha contado con la participación de 1.177 mujeres y arrojado cifras que sorprenden a los propios autores. Siete de cada diez han sufrido violencia a través de las redes sociales en sus relaciones de pareja; el 62,7% reconoce haber sido víctima de violencia sexual digital y cuatro de cada diez, de agresiones directas ‘online’. «Esperábamos una prevalencia alta, pero no tan alta», reconoce Ismael Jiménez Ruiz, profesor del departamento de Enfermería de la UMU y responsable del grupo investigador. Los resultados del estudio se presentarán el día 29 en la Facultad de Derecho de la UMU, en una jornada abierta a la que cualquiera puede inscribirse en la web de Columbares.

016
el teléfono brinda atención confidencial a las víctimas. Es gratuito y no deja rastro en la factura. También se puede pedir ayuda a través del correo electrónico [email protected] y el número de Whatsapp 600 000 016.

Respecto a los principales hallazgos, Jiménez destaca la predominancia del control, desde el uso de la geolocalización al escrutinio enfermizo de la actividad en línea: «Si subes una foto, si le das ‘me gusta’ a determinada imagen, exigir respuestas inmediatas o el envío de fotos de carácter sexual o amenazar con difundir ese tipo de contenidos», señala. Otra de las conclusiones es que el riesgo aumenta a medida que aumenta el tiempo en las redes. «Aquellas que pasaban más de cinco horas al día conectadas sufren más violencia», afirma Jiménez. Una violencia que cruza las pantallas. «Queremos hacer ver que no se puede desligar esa violencia que se sufre a través de internet de las consecuencias reales sobre la vida de estas mujeres», remarca.

Dulce e Inma son dos ejemplos para esas nuevas generaciones de cómo se puede romper ese círculo. «Que ninguna mujer aguante lo que yo aguanté -señala Inma-, que salgan, que busquen ayuda y si tienen hijos, que salven a sus hijos, porque es lo más importante del mundo».

Lo único que quiere Dulce es que los suyos la vean «feliz». «Yo no soy una víctima -dice-. Lo fui durante 35 años, pero yo lo que soy es una superviviente. No somos juguetes rotos. Somos mujeres con derechos. Por eso hablo, para dar voz a todas esas mujeres en la misma situación. Aquí estamos. Y vamos a seguir luchando hasta el final».

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