Más allá de la ESO: la FP adaptada a alumnos con discapacidad

Domingo, 24 de noviembre 2024

| Actualizado 25/11/2024 00:54h.

Cuando Danae Peña –23 años, 65% de discapacidad y un afán por aprender que casi se puede tocar– llega a su curso de auxiliar administrativo, saluda en la puerta del Centro para la Promoción de la Autonomía Personal de Fundown a otra joven que anda apresurada para coger al autobús rumbo a su puesto de trabajo en Domino’s Pizza. Danae se acaba de cruzar con la personificación de su legítimo objetivo por lograr un empleo digno con el que ganarse la vida.

«Me encantaría encontrar trabajo como auxiliar en una clínica veterinaria; me encantan los animales, tratar con gente, y estoy formada para ello», ambiciona Danae. La joven se expresa con una corrección y riqueza que sorprende cuando da detalles sobre sus primeros años escolares. «Cuando empecé a ir al colegio, en Barriomar, no hablaba ni me relacionaba con nadie; estaba sola». Su madre, Antonia, empezó entonces un peregrinar por centros educativos dotados con los recursos que permitieran a Danae sacar todo su potencial adelante. «Todo cambió cuando conseguimos que entrara en el colegio Gabriel Pérez Cárcel con 6 años. Aprendió a hablar, empezó a relacionarse… Hasta que terminó la ESO». La escolarización obligatoria marca el fin de la formación para muchos estudiantes, pero Danae quería seguir formándose. Su madre, Antonia Santibáñez, no cejó, y ejerció el mismo tesón que puso a la búsqueda del mejor colegio para Danae. En los Programas Formativos Profesionales Especiales que imparte la Consejería de Educación, en este caso en las instalaciones de Fundown, encontró Danae su lugar. Y no solo en lo académico: en el centro tiene amigos que comparten intereses y aficiones, salen y entran, quedan los fines de semana… «Vamos al cine, a cenar… Ahora nos estamos organizando para ir al Salón del Manga», cuenta ilusionada describiendo su disfraz de personaje de ‘anime’.

Los dos cursos ya superados y las horas de prácticas en empresas e instituciones han sido muy provechosos para Danae. «He hecho todo lo que hace un administrativo: hojas de excel, facturas, trato con el público, facturas…», desglosa. Este año está centrada en el curso de gestión y servicios, que le permitirá alcanzar una formación cualificada que le dará acceso a prácticas. «Esta semana estamos aprendiendo a hacer facturas, albaranes, presupuestos, pedidos…». Su destreza con el ordenador ha convertido a Danae en la encargada del papeleo telemático de su casa. «Yo no me aclaro, y ella se maneja bien», cuenta su madre orgullosa.

Los títulos con capacitaciones profesionales que Danae va sumando al currículo son valiosos para su futuro laboral. Los grandes avances en su autonomía personal, también. Coger el autobús a diario para trasladarse desde su casa, en el barrio de El Progreso, hasta el centro de Fundown, en Cabezo de Torres, ha sido un hito en la vida de Danae. Manejarse en el bullicio de la ciudad, controlar horarios, líneas, paradas y, sobre todo, manejar el dinero para comprar el billete… ha sido un paso de gigante en su esforzado camino para llevar una vida autónoma como trabajadora y estudiante. El trámite ya es rutina para la joven, pero su madre no olvida los nervios y la angustia del primer día.

La tendencia a la protección de los hijos, universal para las madres, suele subir unos niveles en el caso de los hijos con discapacidad, y Antonia vivió ese primer viaje con una angustia y estrés que hoy da por bien empleados. La joven ha ido completando pantalla tras pantalla en su camino hacia la autonomía personal, y hoy se siente capacitada para preparar las oposiciones y, en un futuro, plantear la opción de independizarse del hogar familiar y ocupar una de las viviendas compartidas en Fundown. En cada piso se alojan dos personas con discapacidad intelectual, que conviven con otro joven estudiante universitario que supervisa la convivencia. Los usuarios pueden residir en esas casas un máximo de cuatro años, y trasladarse después a otra vivienda compartida, y también supervisada, ya fuera del centro.

William Abrego

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