Juana Macías: «Esta película pretende hacerte sentir; que saques conclusiones sobre un espejo al que no sueles mirar»

La madrileña Juana Macías (1971), directora de cine y guionista, ganadora del Premio Goya al mejor cortometraje de ficción por su obra ‘Siete cafés por semana’ en 1999 y nominada al Premio Goya al mejor director novel por su película ‘Planes para mañana’ en 2010, apuesta por el cine de realidad con ‘Las chicas de la estación’, una historia basada en hechos reales, estrenada hace unos días en España, que se proyecta este viernes en Neocine Mandarache en Cartagena. Es su sexto filme, un proyecto en el que también participa como guionista, mano a mano con Isa Sánchez.

Esta película pone de actualidad una lacra: el abuso a menores tutelados. Jara, Álex y Miranda son tres chicas que han crecido en un centro de menores sin saber qué es el amor. Es el cumpleaños de Jara y las tres quieren celebrarlo en el concierto de su ‘trap queen’ preferida. Necesitan dinero y no tienen muchas opciones para conseguirlo. Pero conocen a una chica algo mayor que se dedica a conseguir citas con adultos en los baños de la estación de autobuses, y que hace tiempo les viene ofreciendo ganar algo de dinero fácil. Así las protagonistas de esta película caen en una de red de prostitución de la que le será difícil escapar. Está protagonizada por Julieta Tobio, María Steelman, Salua Hadra, Xoán Fórneas y Carla Gris. Juana Macías conversa con LA VERDAD sobre este proyecto que llega este jueves a cines de Cartagena.

–¿Cómo le llega esta historia a sus manos?

–Esta historia me llega a través de la prensa. La conozco como la mayoría de la gente, por los periódicos o los telediarios. Fue el caso de una violación múltiple de una niña de 13 años tutelada en Mallorca. Luego le siguieron una multitud de casos más, sobre explotación sexual.

A partir de esa realidad fue creciendo la idea de hacer una película poniendo el foco en aquellas chicas. ‘Las chicas de la estación’ cuenta la historia de tres adolescentes que viven en un centro de menores, y que caen en una especie de red de prostitución. La película lo que hace es seguir su día a día, y con ello nos intenta explicar las decisiones que van tomando, que aunque en un principio son voluntarias, con el tiempo se ven atrapadas.

–Quiso explicar el largometraje desde el punto de vista de las víctimas, pero para ello, tuvo que alejarse de sus propios prejuicios, ¿no?

–Bueno, prejuicios y juicios, porque hay situaciones, abusos, que desde mi perspectiva son terribles, pero yo no quería mirarlos desde ahí. Quería entender a las víctimas, porque en algunos casos no son secuestradas, sino que ellas van tomando decisiones. Quise entender el por qué de eso, qué es lo que te lleva a meterse en ese mundo, qué condicionantes tienen a su alrededor. Por qué unas deciden seguir ese camino y otras no. Incluso cuando leemos noticias, juzgamos, eso se ve también en ciertos titulares, en donde se puede ver cierta culpabilización a las víctimas. Por otro lado, siempre es algo que nos resulta muy lejano, como no nos ocurre a nosotros…

–¿Cuál fue su último objetivo con ‘Las chicas de la estación’?

–Recuerdo que cuando me puse a escribir el guion, lo que quería era retratar ese universo, que es muy complejo, no solo la explotación sexual a menores, sino también, todo lo que estuviese relacionado con los centros de acogida, como es la vida de los chavales allí. Aunque eso es lo que quise reflejar, del espectador espero que saque sus propias conclusiones, la película no pretende decir qué pensar, pero sí pretende hacerte sentir, que saques conclusiones sobre un espejo al que no sueles mirar.

–El abuso a menores tutelados ha tomado, recientemente, relevancia y los medios se hacen eco con asiduidad. ¿En la película refleja la incapacidad para proteger a las víctimas por parte de las instituciones?

–Es cierto que en la Región de Murcia nos ha saltado a la cara hace poco, con ese juicio a menores explotadas sexualmente y abusadores que no han pisado la cárcel. Creo que socialmente hay algo que se está reclamando, y es que estos delitos no queden impunes. La película refleja la incapacidad del sistema de tutela, la administración, el sistema policial, judicial… que tienen para proteger a estos menores, que han salido de sus familias por ese mismo motivo. Es un tema duro, pero también se trata con cierta esperanza.

–Ha sido la primera experiencia en el cine de la mayoría de los actores, ¿fue una casualidad?

–No, eso no puede ser casualidad. Ese era el planteamiento que buscaba, para mí lo importante era que todos los personajes jóvenes, que son muchos, la mayoría, no tuviesen experiencia, para dar la sensación de realidad, de verdad. Por eso busqué actores, y sobre todo actrices desconocidas. De hecho, era la primera vez que se ponían delante de una cámara. Las busqué en la calle, en redes sociales, institutos o en centro de menores.

–¿Recuerda alguna anécdota dentro del set de rodaje?

–Claro, son muchas las anécdotas, porque claro fue un rodaje un poco especial, de hecho así se lo planteé a los jefes de equipo, le dije que tenían que ser más flexibles. Por ejemplo, las chicas se maquillaban ellas mismas o ninguna toma salía igual a la anterior.

–Con este filme ya son seis los que hace como realizadora. ¿Qué ha aprendido?

–Uf… He hecho películas muy distintas, con guiones míos o por encargos. En estos años he aprendido mucho el tener oficio, a confiar en la intuición, a estar abierta a lo imprevisto, a fluir. No nos podemos cerrar en una idea en un rodaje. A veces la realidad fluye y aparecen cosas mucho mejores de lo que tú habías pensado.

William Abrego

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