Martes, 3 de diciembre 2024, 18:41
Estremece ver la calma con la que Bernard John Neumann (Toronto, 1955) maneja el violín decorado con ébano y marfil del portentoso cuarteto del Palacio Real, salido en 1709 del taller cremonés de Antonio Stradivari (1644 -1737). El lutier canadiense afincado en Cremona y fichado por Patrimonio Nacional es su nuevo ‘doctor’. En su primera revisión, este Messi de su oficio certifica la buena salud de los impagables instrumentos palaciegos que suenan cuatro veces al año. Únicos en el mundo, para Neumann son «amigos» que cuentan «historias formidables».
–¿Qué salud tienen sus nuevos pacientes?
–Fantástica. El violín está en un estado fabuloso. Como su alma, esa pieza diminuta que une la tapa con el fondo y hace que vibren al unísono. Verlo es un regalo. Había trabajado con instrumentos de Amati, Stradivari y Guarneri, pero nunca con uno decorado. Es perfecto.
–¿Y los otros tres? El violoncello de 1700 sufrió en su día una rotura accidental del mástil.
–El cuerpo no se dañó. La parte dañada no era original y sí intercambiable. Es otra pieza magistral y en muy buen estado.
–¿Cuántos Stradivarius han pasado por sus manos?
–Unos cuarenta.
–¿Cuántos se conservan?
–La familia Hill, los famosos lutieres de Londres, hablan de unos 1.200. Habrá unos 660 en distintas instituciones y colecciones.
–El cuarteto del Palacio Real ¿es el mejor conjunto?
–Sin duda. Son los mejores violines decorados del mundo y maravillosamente conservados.
–La fórmula del barniz de los Stradivarius es un secreto mejor guardado que la de la Coca-Cola. ¿La conoce?
–Nadie conoce una receta que muchos trataron de desvelar. No es fácil entender cómo lo hizo. Los químicos han identificado carbohidratos, proteínas y moléculas de otros ingredientes. Pero es imposible saber la proporción de azúcar, harina o huevo. Es como si Stradivari hubiera diseñado un vestido que subraya la belleza de la madera con sus barnices. Su conservación durante siglos es milagrosa.
–¿Conocemos la antigüedad de las madera que utilizaba?
–No hay datación de las maderas que usaba para hacer la tapa y la parte trasera. La dendrocronología, una ciencia bastante reciente, ofrece una foto muy precisa de otras piezas. Una base de datos permite confrontarlas con otras maderas y saber en qué año se talló. Se cree que los árboles que utilizó crecían alrededor de 1680.
–¿Dejaba secar las maderas durante decenios, como se dice?
–Sabemos hoy que solo las dejaba secar una década.
–¿Qué hace mágico el sonido de un Stradivarius?
–El genio de Stradivari. Era escultor, físico, arquitecto e ingeniero. Un hijo del Renacimiento. Un científico sin fórmulas. Un genio único que comprendió el equilibrio entre la forma y el espesor de la madera.
–¿Nadie lo ha superado?
–Ningun lutier está a su nivel. Veo cada instrumento suyo como un cuadro o una escultura únicos. Halló el equilibrio para convertirlos en joyas. Cada uno con su carácter, como las personas. Ninguno se parece a otro. Con su belleza genuina, cada uno cuenta una historia formidable con su voz única. Observo y escucho cuanto me puede contar. Puedo estar horas y días mirándolo y siempre descubro algo nuevo. La emoción era muy grande al principio, pero ahora siento como si hablara con un amigo.
–¿El paso del tiempo aporta o resta calidad al sonido?
–Andrea Amati, inventor del violín, creó un objeto capaz de vivir durante siglos. El tiempo nunca le hace mal al instrumento.
–¿Se debe tocar con ellos?
–Si está sano, como estos, pueden sonar tranquilamente. El músico debe respetarlo. Es un anciano con una vida muy larga. Músicos y lutieres tenemos una vida breve. Pasaremos y los Stradivarius seguirán. Debemos garantizar que su vida sea más larga que la nuestra.
–¿Antonio Stradivari o Giuseppe Antonio Guarneri?
–Ambos son geniales.
–El violín Stradivarius ‘Lady Blunt’ se subastó por 15 millones de euros en 2011. La viola ‘Macdonald’ por 33 millones en 2014 ¿Ponga precio al que sostiene en sus manos?
–Más, mucho más. Pero es imposible ponerle un precio.
–Si pudiera comprar un cuadro de Leonardo da Vinci o un Stradivarius ¿por cuál optaría?
–Por el violín, sin duda.
–Su taller está en Cremona como el de Stradivari.
–Vivo allí desde hace cuarenta y dos años. Trabajó con mi socio, Bruce Carlson, sobre instrumentos del museo de Cremona, con piezas de Amati, Stradivari y Guarnieri. Con un puñado de fundaciones Carlson trabaja con instrumentos de la fundación Paganini y de Génova.
–Qué violinista ha sacado más partido a un Stradivarius ¿Menuhin, Perlman, Josua Bell…?
–He visto a Perlman, a Uto Ughi, Massimo Quarta o Giuseppe Gibboni. Los tres últimos han sido vencedores del premio Paganini. Cada uno de ellos toca de una manera única y especial.
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Enlace de origen : «Los Stradivarius son amigos que cuentan historias formidables»