La ayuda «sin fin» del ejército de voluntarios de la Región

La ayuda «sin fin» del ejército de voluntarios de la Región

Jueves, 5 de diciembre 2024, 01:38

La ola de solidaridad que siguió a la tragedia de la DANA de Valencia puso de relieve la importancia de la labor de los voluntarios allí donde todas las soluciones se quedan pequeñas, cuando la necesidad apremia y cualquier apoyo parece poco.

A la mañana siguiente del desastre, tres cosas desbordaban Valencia: el dolor, el barro y las ganas de arrimar el hombro. Aquel día, en el primer gran desembarco de solidaridad al que dieron forma centenares de personas llegadas de todas partes de España para de ayudar a los afectados se encontraba el mazarronero Pedro García Sáez, un técnico auxiliar sanitario de 37 años que lleva desde que tenía 16 volcado en labores de voluntariado. En este tiempo ha participado, a través de Cruz Roja, en todo tipo de tareas: desde el transporte sanitario al salvamento en playas y las emergencias… «Una vez que entras, te acabas involucrando en muchos más temas de los que te habías propuesto», reconoce.

Como él, casi 16.000 personas ponen su tiempo y su esfuerzo a disposición de los demás a través de una de las 193 entidades que hay registradas para el voluntariado en la Región de Murcia, un trabajo que sale a la luz en momentos de crisis extremas, pero que tiene infinitas ramas y que impacta, cada día y de forma callada, en las vidas de los más necesitados.

El pulso del voluntariado, una actividad de la que hoy se conmemora el día internacional, se deja notar en materias como el apoyo a la infancia, el alivio de la soledad no deseada, el apoyo a los mayores t las personas con discapacidad, la lucha contra la pobreza y la exclusión, la acogida o el salvamento, entre otros asuntos.

Las dos caras

«Quienes vienen para ayudar son personas que sienten la necesidad de darse a los demás», afirma Salvador Martínez Saura, técnico de Voluntariado de Cáritas, una entidad que cuenta con 2.500 colaboradores en la Región. Algunos de ellos han podido vivir las dos caras de la moneda, como Luis Alberto Toledo, un colombiano de 68 años que presta su ayuda en la entidad como administrativo como una forma de agradecer el apoyo que encontró en ella hace ya 25 años, cuando tuvo que escapar de su país por motivos de seguridad.

Un total de 193 entidades gestionan programas de voluntariado

La guerrilla presente en su provincia, Huila, había reclamado el reclutamiento de sus hijos, que entonces tenían 13 y 14 años. «Querían que se fueran para el monte y tuvimos que irnos –cuenta–. Fue muy difícil, porque todo era desconocido». Cáritas le ayudó a encontrar casa, a tramitar la documentación y gestionar la escolarizacion de sus hijos. «Fue muy importante, porque no me había podido preparar emocionalmente para el cambio», señala. Por eso, ahora, ya jubilado, acude a trabajar a la ONG, donde abundan colaboradores de largo recorrido. «Hay gente que lleva 30 años con nosotros», apunta Salvador Martínez. Aunque tampoco faltan en la Región jóvenes comprometidos con el voluntariado.

Apoyo a la discapacidad

La estudiante de Psicología de la UCAM María Isabel Tavera, que tiene 19 años, se ha sumergido de lleno. Decidió mudarse a una de las 12 viviendas que Fundown pone a disposición de personas con discapacidad intelectual y síndrome de Down para darles la posibilidad «de tener una vida más autónoma», según explica Marina Lax, coordinadora de esta iniciativa por la que ya han pasado más de 250 voluntarios, que ejercen como mediadores. Allí, María Isabel comparte su vida con Laura y Sara, dos usuarias de la Fundación con las que merienda, cena, ve series y conversa cada día. «Me gusta no solo lo que supone compartir vivienda, también la comunidad que se genera, porque ellas también tienen amigos y aprendo mucho de ellos», afirma. Lo que más le ha sorprendido, según reconoce, es «la capacidad de autonomía que tienen las personas con discapacidad. Desde fuera no se dimensiona, pero desde dentro he podido ver lo autónomas, capaces e inteligentes que son mis compañeras».

La implicación personal que conlleva el voluntariado también extiende facturas emocionales. Mar Saorín, que da clases de español y participa en el área de atención a la exclusión social, residencial y económica de Cruz Roja, una entidad que concentra a más de 4.100 de los voluntarios de la Región, reconoce haber llorado más de una vez. «No delante de la gente, porque sabes que lo están pasando muy mal, pero sí que he tenido que darme una vuelta o irme al cuarto de baño para hacerlo».

La catástrofe de Valencia ha puesto el foco en esta labor solidaria, habitualmente discreta, por el bienestar de los más desfavorecidos

Ella trabajaba en el sector financiero en Madrid cuando una enfermedad la trajo de vuelta a la Región de Murcia. El voluntariado le pareció entonces una forma de mantenerse activa, pero acabó encontrando en él una vocación. «Esto no tiene fin. Ayudar no tiene fin. Siempre va a haber alguien que lo necesite».

La futura ley regional

Para actualizar la regulación de estas actividades, la Comunidad se encuentra ultimando la futura ley regional del Voluntariado, de la que ya ha finalizado el borrador y firmado la orden de incoación del expediente, que supone el inicio del proceso formal para su aprobación definitiva.

En su elaboración han participado la Universidad de Murcia y entidades como ONCE, Cruz Roja, Fundación FADE, Cáritas, Manos Unidas y la Plataforma del Voluntariado. El objetivo, según señalan fuentes del Gobierno regional, es «consolidar el voluntariado como una herramienta clave para el bienestar social, la cohesión y el desarrollo comunitario» y mejorar «la cualificación y profesionalización» de estos trabajos.

Para ello recogerá iniciativas adaptadas a formas de colaboración no recogidas en la anterior norma, de 2004, como el voluntariado digital, la actividad en el entorno corporativo o en instituciones europeas. También promoverá la integración de estas labores en las instituciones públicas, las empresas, universidades y centros educativos para «crear conciencia social desde edades tempranas», explican las mismas fuentes.

El pasado año, la Comunidad financió con más de 13 millones distintos programas de voluntariado a través de las convocatorias de IRPF, Lucha contra la Pobreza y Promoción del Voluntariado. «Esto no puede sustituir ninguna política social –subraya Salvador Martínez, de Cáritas–, pero sirve para velar por las personas allá donde pueda quedar algún hueco sin atender, donde quede una persona sufriendo».

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