Ana de Dios
Viernes, 13 de diciembre 2024, 12:24
En España, el aperitivo es una tradición en la que muchos disfrutan de una cerveza bien fría, pero no a todos les agrada el sabor característico de esta bebida a base de cebada. Para ellos, las cervezas con limón se han convertido en una alternativa popular en los últimos años, renovando unas variedades que antaño se conocía como claras. En sus inicios, esta mezcla se preparaba de forma sencilla, añadiendo cerveza de grifo a un vaso y complementándola con una parte de refresco de limón. Hoy en día la industria cervecera ha facilitado este proceso ofreciendo esta combinación envasada, lista para consumir.
Dentro del mercado actual, estas cervezas se agrupan principalmente en dos categorías: las Radler y las Shandy. Las primeras tienen un contenido alcohólico que varía entre el 2% y el 3,2%, aproximadamente la mitad que una cerveza tradicional, mientras que las Shandy tienen un contenido alcohólico inferior al 1%, lo que las hace comparables a las cervezas sin alcohol convencionales. Estas dos opciones tienen su origen en diferentes tradiciones europeas.
La Radler nació en Baviera, Alemania, a principios del siglo XX, cuando un tabernero, durante una carrera ciclista, mezcló cerveza con limonada para satisfacer la demanda de los participantes. Por otro lado, la Shandy procede de Inglaterra, donde, siglos atrás, se elaboraba una cerveza con jengibre que posteriormente fue reemplazada por limonada.
El contenido calórico de la cerveza con limón
Aunque las cervezas con limón se presentan como una opción más ligera y refrescante que la cerveza clásica, su consumo requiere precaución. La nutricionista Núria Granados, en el podcast Nunca es tarde, advirtió sobre una percepción errónea de estas bebidas al afirmar: «Las cervezas refresco o con limón la gente las toma creyendo que está haciendo algo a su favor y es peor porque estás tomando muchísimo azúcar».
Este punto también ha sido respaldado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que en un estudio señaló que, aunque estas cervezas tienen menos alcohol que una cerveza tradicional, su contenido calórico es superior debido a los refrescos azucarados que se emplean en su elaboración. Según el informe de la OCU, una lata de Radler contiene, de media, 145 kilocalorías, un 12% más que una cerveza clásica, mientras que las Shandy, aunque algo más ligeras, alcanzan unas 110 kilocalorías por lata, lo que representa un 15% menos que una cerveza convencional, pero no necesariamente las convierte en una opción ligera.
Además, el contenido de limón en estas bebidas es frecuentemente mínimo o inexistente. En muchos casos, ni siquiera incluyen jugo de este cítrico, ya que su sabor proviene de aromatizantes artificiales, algo que puede resultar decepcionante para quienes buscan una opción más natural.
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Enlace de origen : Una nutricionista alerta de las calorías ocultas de las cervezas con limón: «La gente las toma creyendo que está haciendo algo a su favor»