Viernes, 3 de enero 2025, 00:46
De nuevo, como un ‘Rayo que no cesa’ de Miguel Hernández (fuerza creativa cósmica), la poeta Dionisia García nos sorprende, a pesar de ser la senescente de las letras murcianas y seguramente también de las españolas (95 años), con un nuevo libro; pero en esta ocasión no se trata de poesía, sino de un diario perteneciente al año 1999, que ha denominado ‘Ecos’ (MurciaLibro), ya que las vivencias de entonces, reflejadas en un papel, viajan hasta el pensamiento de la escritora y se vuelven a reflejar hoy en el eco de un espejo silencioso.
Las características de la escritura diarística vienen ampliamente definidas en el prólogo del libro, por parte de José Luna Borge, por lo que no vamos a repetir aquí; solamente añadiré que se trata de un subgénero de la autobiografía que se utiliza para expresar o desahogar los sentimientos del escritor. Bien conocido es ‘El diario de Ana Frank’.
Pero, ¿por qué ha escogido, para su publicación, los diarios del año 1999? Según el prologuista, porque observó que todos los días de ese año tenían un comentario o una reflexión, sin que hubiera hiatos temporales descriptivos. Además de esta razón creo que pudo influir el hecho de que en ese 1999 se celebró el Año Internacional de las Personas Mayores y ella cumplía 70 años: una edad a partir de la cual deja uno de mirar el exterior, para hacerlo a su interior; abandona el presente para ver como su pasado pasa. Esto se compadece con el título del poemario que publicó en 1999, ‘Lugares de paso’, una miscelánea que canta a la luna, acacia, música de los pájaros, aroma de la leña quemada, el color de las flores, además de sus temas siempre recurrentes de Dios (‘Orden Mayor’) o Muerte (‘Mala noticia’, ‘Sofía’, etc.). En ‘Al pasar’, le dice a la acacia que su persona «tiene los días contados»; han transcurrido 55 años y aquella acacia ya se ha secado (a pesar de que estos árboles viven 50 años de media), pero Dionisia sigue escribiéndole a otras acacias. No obstante, es un tema que no olvida, como lo pone de manifiesto en su primer diario de ‘Ecos’ (2 de Enero), cuando dice: «Deseo familiarizarme con la muerte»; pero no la teme, habla con ella con normalidad.
Un tratado filosófico compuesto por aforismos sesudos y apotegmas, adornados por descripciones poéticas
A pesar de que, en general, la extensión de los diarios en ‘Ecos’ es muy sucinta (incluso llega a tener medio renglón, como el del 13 de Julio, que solo escribe: ‘Nada que anotar…’), el significado de los textos tiene mucha enjundia, siendo muy prolijas las apariciones de aforismos; no en vano la poeta tiene varios libros publicados sobre este género: ‘Ideario de otoño’ (1994), ‘Voces detenidas’ (2004) y ‘Caracol dorado’ (2011). Según lo dicho, es imposible comentar cada uno de ellos, teniendo en cuenta las limitaciones que impone este soporte para fines literarios, pero para que el lector se haga una idea, citaré algunos: «El ser humano es cruel con el ser humano»; «La vanidad desaparece una hora después de nuestra muerte»; «La memoria traiciona y se pierde buena parte del recorrido»; «La tradición nos hace dueños y exige fidelidad».
Al igual que en el libro ‘Lugares de paso’, la figura de Dios está muy presente, dada la visión transcendental que posee de la vida, como lo demuestra cuando dice: «Pido el amparo de Dios para seguir escribiendo algo digno». Pero sus creencias cristianas no tienen un sentido anacrónico ni fundamentalista, sino lógico y razonado: «Imagino a Dios cercano, sencillo, moderno, de palabra corta y esencial…».
La figura de Salvador [Montesinos], viva y eudaimónica en 1999, su marido, está presente en casi todos los diarios, aunque no cite su nombre; muy diferente al eligíaco que aparece en ‘Clamor en la memoria’, que obtuvo el Premio Nacional de la Crítica en 2023 y tuve el placer de también comentar y publicar en este periódico.
Como todo diario, en él se reflejan hechos acaecidos en ese tiempo, como la barbarie de los Balcanes; pero también personajes ilustres contemporáneos, amigos de Dionisia; así como sucesos sencillos y domésticos que acontecen a su alrededor, tales como cumpleaños, exposiciones pictóricas o presentaciones de libros de otros autores.
Como epifonema, diré que este libro representa una ventana junto al jardín, que la autora abre para que respiremos el perfume íntimo de sus anturios acorazonados.
Podría prejuzgarse a primera vista que el libro, que no es una novela (lo que hoy se demanda) ni un libro de poemas, solo se vaya a ocupar de la descripción gramatical desnuda de los hechos acaecidos durante todos los días de ese año. Estamos ante una aporía, porque más que un diario, es un tratado filosófico compuesto por aforismos sesudos y apotegmas, adornados por descripciones poéticas. Vale la pena leerlo.
La portada viene ilustrada por una pintura esquemática amable de José Luís Martínez Valero, que podría representar a Dionisia de espaldas, dentro del bosque frondoso de su vida.
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Enlace de origen : El 'Diarium' de Dionisia García