Miércoles, 8 de enero 2025, 00:47
La «sexualidad exuberante, sin ningún tipo de tapujos, sin ningún tipo de problema de intimidad, explícita y natural» y libre de pecado fue plasmada en multitud de portadas, capiteles y canecillos de iglesias románicas. Así lo explica la filósofa, historiadora del arte y escritora Isabel Mellén (Vitoria, 1986) en el libro ‘El sexo en tiempos del románico’ (Crítica), del que hablará hoy, a las 19.30 horas, en la Biblioteca Regional (BRMU) de Murcia. Impartirá la charla ‘Libertad, represión y tabú sexual en las iglesias románicas’, dentro del ciclo de divulgación histórica.
Su libro ‘Tierra de damas. Las mujeres que construyeron el románico en el País Vasco’ (2021) le ha servido para tirar del hilo sobre la representación de la sexualidad en una arquitectura que dejó un gran legado en el norte de España. «Descubrí que eran las mujeres las creadoras de este tipo de iglesias, las que ponían el dinero y mandaban hacer estos edificios. Me doy cuenta de que son ellas las que están pensando en la iconografía y esta iconografía no siempre es religiosa, de hecho en la mayor parte de los templos nobiliarios las imágenes que aparecen tienen que ver con la vida de la nobleza y contienen discursos políticos detrás. Y son ellas las que han creado escenas de coitos, de desnudos, de partos, de vulvas, de penes. Siendo esto así, quizá estamos herrando un poco el tiro desde nuestra contemporaneidad cuando decimos que esas imágenes tienen que ver con el pecado. No casa en absoluto con los intereses de estas mujeres», explica la autora de un libro en el que recoge una amplia variedad de ejemplos de sexualidad en un sentido muy amplio, «con escenas que tienen que ver también con la fertilidad y con la lactancia».
«El tabú sexual que procede de la religión nace a mediados del siglo XI. Ahí empieza a formarse, pero pasan siglos hasta que cala en todas las capas de la sociedad y consiguen cambiar las costumbres sexuales y la mentalidad de la gente», descubre la autora, que señala que «el problema ha sido que en nuestra contemporaneidad ha habido episodios de iconoclasia y esas imágenes se han destruido. Muchas de las imágenes de las que yo hablo en el libro están destruidas completamente o parcialmente, y otras han desaparecido porque, de repente, esas mismas imágenes resultaban absolutamente ignominiosas», resume la autora sobre el trasfondo de estas obras realizadas entre los siglos XI y XIII.
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