Miramar, sabor a mar

Miramar, sabor a mar

Jueves, 16 de enero 2025, 00:50

Aparco a la primera. En esta época del año, Cabo de Palos es un paraíso en todos los sentidos. Los vendedores ambulantes del paseo del puerto me reciben con camisetas de Lamine Yamal y les reclamo la de Dylan Ennis, pero no tengo suerte. Cada cinco minutos entra o sale una zodiac cargada de buzos con botellas de oxígeno. Antes de dar la curva y enfilar la calle de los restaurantes de primera línea de costa, el aroma a pescado frito y a fondos de espinas, carcasas y cangrejos de roca con ajo y ñoras ya me golpea en el hipotálamo.

Paro primero a tomarme un vermú en CP8 y pruebo unos crujientes y sabrosos calamares a la andaluza mientras hago tiempo para sentarme en la terraza del restaurante Miramar. Voy con la idea fija de un arroz y un pescado. En la carta prometen gallineta pero, en la vitrina, un inglés con manga corta se me ha adelantado a la jugada. «Ya no quedan. La última la acaban de pasar a cocina», me indica un atento camarero. Maldigo entre dientes y me consuelo con un gallopedro perfectamente frito.

El servicio de camareros es muy simpático. Van liados, pero no se hacen los despistados cuando ven a un cliente reclamando ayuda y levantando la mano. Los ritmos entre plato y plato también están muy bien controlados, cosa que se agradece; ni muy rápidos para que nos vayamos pitando, ni lentos y desesperantes.



7

  • Cocina

    7/10

  • Calidad/precio

    7/10

  • Servicio

    7/10

  • Local

    8/10

  • Bodega

    7/10

  • Dirección
    C/ El Faro, 14. Cabo de Palos. Cartagena

  • Teléfono
    968 563 033

  • Horario
    Cierra los martes

  • Precio medio
    Unos 50 euros por personas

Antes del gallopedro pido unos mejillones a la marinera. Encuentro la salsa demasiado potente, con un sabor tan intenso a marisco de concha roja que arrebata en cierta forma el protagonismo al molusco. Ojo, que termino comiéndome la salsa a cucharadas y sopando pan.

Las gambas al ajillo salen de cocina correctas de tamaño y muy ricas de sabor. El aceite ha sido aderezado con ajo, perejil y guindilla. Un buen bonito en salazón con aceitunas partidas y tomate dan paso a los platos fuertes.

En este caso, arroz y marisco pelado. Solo cuesta un euro más por persona que el normal de marisco, y merece la pena.

El arroz y marisco pelado es meloso, con el grano en su punto y con esa cremosidad típica de los arroces marineros de la costa cartagenera

El resultado es un buen meloso, con el grano en su punto, pero con esa cremosidad típica de los arroces marineros de la costa cartagenera. Bien de tropezones y de sabor contundente, aunque los trocitos de pescado se han incorporado a la paellera junto al resto de piezas de marisco para aportar sabor, pero quedando seco tras tantos minutos de cocción.

El gallopedro me lo como con los dedos. Me gusta ir sacándole las mollas pegadas a la espina y ver el color rosáceo antes de embaulármelo. Aunque lo que más me gusta es repelar la cabeza y chupar la gelatina introduciendo los dedos por los recovecos de las espinas.

En definitiva, encuentro a Miramar como un valor seguro a un precio razonable en un entorno muy difícil de superar. Dejo los salmonetes, la tortilla de chanquetes, el salmorejo y el solomillo al roquefort para la próxima visita. Los barcos de buceadores siguen llegando. Al fondo, un velero atracado parece estar reponiendo fuerzas en tierra mientras las zodiacs siguen entrando y saliendo del puerto cargadas de buzos.

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