Sábado, 18 de enero 2025, 08:04
La exposición ‘Juan Leal, fotoperiodista murciano entre dos siglos’ salda una deuda pendiente con uno de los fotógrafos de prensa más queridos de la Región de Murcia, Juan Leal (Los Dolores, Murcia, 1950), cronista gráfico de la actualidad regional desde la década de los 60 hasta 2010, año de su jubilación. Su archivo fotográfico, un tesoro para investigadores, combina la sorpresa, la felicidad y la tragedia, en rostros de personajes legendarios y lugares comunes, algunos de ellos ya muy transformados por el paso del tiempo.
La exposición que se inaugura el próximo martes 21 de enero y podrá disfrutarse hasta el 23 de febrero en la Sala Pablo Puente del Centro Cultural Las Claras de la Fundación Cajamurcia, comisariada por Enrique Martínez Bueso, jefe de fotografía de LA VERDAD hasta 2024, es un homenaje a un fotoperiodista que nunca imaginó que se ganaría vida con este oficio. El aprendiz de Tomás Lorente, fotógrafo que formaba parte de la plantilla de LA VERDAD, otro de esos nombres imprescindibles en la historia de la fotografía de prensa contemporánea en España, descubrió con los años que el periodismo gráfico está también lleno de trampas y que no todo consiste en hacer clic y darse la vuelta. A veces, lo que ven los ojos de un reportero gráfico es insoportable. Pues es la misma vida.
La exposición, auspiciada por la Fundación Cajamurcia, con el apoyo de LA VERDAD, nos invita a viajar a lo largo de cuarenta años de dedicación de Juan Leal a la fotografía. En sesenta y tres instantáneas los espectadores conocerán momentos significativos de la historia reciente de la Región de Murcia, ejemplos que, según Martínez Bueso, constituyen «un buen reflejo de la sociedad murciana en el tránsito del siglo XX al XXI».
En el completo catálogo editado por los organizadores, cuenta el director de LA VERDAD, Alberto Aguirre de Cárcer, que «como todos los fotógrafos de prensa, Juan Leal no parpadeaba en el momento de apretar el obturador, pero me consta que a veces sus ojos lo hacían, mientras se humedecían, cuando afloraban algunas imágenes en el laboratorio». Eran, seguramente, «imágenes que él hubiera preferido no ver, pero que debía captar para mostrar el mundo tal cual. Era su obligación y su compromiso profesional. En medio del peligro, en ocasiones, o del propio cansancio por la acumulación del trabajo, muchas veces, cada una de sus instantáneas fue un acto de buen hacer profesional», subraya Aguirre de Cárcer, quien destaca de Leal, no solo su talento sino su «bondad a raudales». En efecto, Juan Leal ha sido la sonrisa de la comunidad de fotógrafos murcianos, la persona que, por carácter y afabilidad, más armonía ha aportado.
Carlos Egea Krauel, presidente de la Fundación Cajamurcia, alaba que Juan Leal haya estado «siempre a la caza» durante casi cinco décadas. Porque es cierto que empezó de aprendiz en el estudio de Tomás Lorente en 1963, cuando no había cumplido aún los 14 años. Primero en el laboratorio, conociendo la técnica, empapándose de conocimiento y de sentido común a la hora de mezclar el papel y la química para obrar el milagro del revelado fotográfico. Y luego ya con la cámara, haciendo sus primeras fotografías cuando llevaba aún pantalones cortos de chiquillo impúbero.
Obispos y mendigos
«Reconoceremos a muchos de los protagonistas de las fotografías aquí recogidas -destaca Carlos Egea en el prólogo del catálogo-, entre los que predominan políticos -en algunas instantáneas, captados en su terreno más personal, incluso doméstico-, pero también artistas, deportistas y personajes tan queridos en la Murcia de la época como el padre Joseíco, el obispo Javier Azagra o el cocinero Raimundo González. Pero Juan Leal, como buen fotoperiodista, también ha sabido captar con gran maestría a los ciudadanos anónimos que han sido testigos de los acontecimientos más relevantes de los últimos años, algunos adversos como riadas, manifestaciones o protestas, y otros más festivos como las romerías o los partidos del Real Murcia». Sin duda, Juan Leal, desde LA VERDAD, contribuyó con su mirada, con su paciencia y con su sagacidad -la clave, dice, fue hacerse amigo de todo el mundo, desde un mendigo hasta el obispo, desde un portero hasta el escolta de los reyes- a fijar algunas de las imágenes más recurrentes de nuestra memoria colectiva en la Región de Murcia.
Muchas de sus fotografías no aparecieron en un principio con su nombre, pues se firmaban como Tomás [Tomás Lorente], pero Juan Leal reconoce todos y cada uno de sus trabajos, y ha podido acreditarlos con los negativos. «La fotografía de Juan Leal en esos años se ve muy influenciada por Tomás y, sin duda, existe un paralelismo muy sintomático entre las imágenes de uno y del otro: el mismo modo de encuadrar, el uso de los mismos objetivos para cubrir determinados eventos, la utilización del ‘flash’… Pero también es un hecho que, según va cogiendo confianza, irá construyendo su propia forma de fotografiar, su sello particular», entiende Martinez Bueso. En 1985, la empresa de Tomás cierra y Juan Leal pasa a ser colaborador de LA VERDAD, firmando como JUAN hasta 1989, año en el que entra a formar parte de la plantilla, coincidiendo con la adquisición del periódico por la empresa Vocento, cambiando entonces su firma por la de Juan Leal, que mantiene hasta su salida del diario en 2011.
Desde su jubilación, Juan Leal se ha dedicado a poner orden en el caos, y esta exposición, en parte, es fruto de ese empeño suyo en organizar, en la medida de lo posible, su propio archivo. Pero todavía queda mucho por hacer.
El estallido de la vida
Dice Enrique Martínez Bueso, uno de los más originales fotoperiodistas de la prensa española, maestro del encuadre y fotógrafo-psicólogo de personas, que podemos recorrer a través de las fotografías de Juan Leal una parte de la historia de las ciudades y pueblos de la Región de Murcia, «y asistir al esplendor y el estallido de la vida que él supo capturar con mil matices: manifestaciones, fiestas, encuentros, inauguraciones, vacaciones, tráfico… Conoce la Región, quiere a sus habitantes y ha disfrutado enormemente, como un periodista más, asistiendo en primera fila a una infinidad de noticias en vivo. Sus imágenes denotan la sensibilidad y el respeto con los que retrató a los más dispares personajes, así como la enorme profesionalidad con la que en todo momento desempeñó su labor».
Hay en esa forma de mirar de Juan Leal un interés documentalista. De hecho, según el comisario, el propio Juan Leal no se tiene por fotoperiodista, sino que se considera un documentalista, «pero llegó a ser un gran fotoperiodista, cuyas fotografías contenían mucha de la información necesaria para que los lectores entendieran lo que se les estaba contando y pudieran sacar sus propias conclusiones», entiende Martínez Bueso. «Fotografías muy completas que enriquecían notablemente los textos de los profesionales del periodismo. Se acostumbró a tener que trabajar con rapidez, a intentar captar la mejor fotografía luchando con el tiempo en contra, la fugacidad del hecho noticioso o el momento que tenía que inmortalizar».
Acomodarse a lo imprevisto
Es cierto que Leal vivió «como una suerte» tener que abarcar todas las temáticas de un periódico, desde un partido de fútbol a una corrida de toros, desde el encumbramiento de un alcalde hasta su entrada en prisión -si se daba el caso-, «planteándose cada día como una nueva posibilidad de ir aprendiendo y mejorando en su trabajo, que dejó su huella en el tiempo político, deportivo, cultural y social que le tocó vivir», remarca el comisario.
En esto coincide Chema Serrano Climent, periodista, uno de tantos reporteros a los que Leal acompañó en busca de la noticia. «Esa mañana iríamos a cubrir un suceso, entrevistar a un ministro en La Manga o hacer un reportaje de los niños del hospicio de la calle Santa Teresa. Juan, como buen fotógrafo de prensa, se acomodaba a todas las circunstancias. Varias cámaras en el cuello, la sonrisa permanente y el ánimo de dar ese día con la foto que lo explica todo, la que encierra la noticia en el grano de la imagen. La foto con la que siempre sueñan los buenos fotoperiodistas. Nunca pasé un mal rato junto a Juan porque él era un bálsamo ante situaciones a veces difíciles. Con la policía, con la autoridad de turno o cuando nos enfrentábamos al horror del rostro de los que sufren». Y, al final de la jornada, «acodados en la ventana del bar Gran Vía, con una caña en la mano, Juan pedía su ‘puntica’ de bocadillo mientras nos jugábamos la cuenta a los ‘chinos’. Mañana seguiríamos buscando la foto que lo explica todo».
Paco Salinas, editor y fotoperiodista, promotor de los recordados Fotoencuentros, anota que «los archivos fotográficos son la memoria de una sociedad y su tiempo, son el legado del presente para el futuro. Los archivos de fotógrafos como el de Juan Leal son tesoros que se produjeron en épocas concretas y en condiciones específicas que jamás se repetirán». No pueden dejar pasar la oportunidad de gozar y emocionarse en esta gran cita con el fotoperiodismo de verdad.
Límite de sesiones alcanzadas
El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a las vez.
Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Sesión cerrada
Al iniciar sesión desde un dispositivo distinto, por seguridad, se cerró la última sesión en este.
Para continuar disfrutando de su suscripción digital, inicie sesión en este dispositivo.
Este contenido es exclusivo para suscriptores
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Soy William Abrego, me uní como ejecutivo de SEO y me abrí camino hasta el puesto de Gerente Asociado de Marketing Digital en 5 años en Prudour Pvt. Ltd. Tengo un conocimiento profundo de SEO en la página y fuera de la página, así como herramientas de marketing de contenido y diferentes estrategias de SEO para promover informes de investigación de mercado y monitorear el tráfico del sitio web, los resultados de búsqueda y el desarrollo de estrategias. Creo que soy el candidato adecuado para este perfil ya que tengo las habilidades y experiencia requeridas.
Enlace de origen : Juan Leal, un fotoperiodista entre dos siglos